Para situarse en el contexto histórico, hay que tener en cuenta que, antes de la imprenta eran muy pocos los que podían acceder a los libros, porque eran escasos y muy costosos. A modo de ejemplo, se sabe que Maquiavelo (1469-1527) pudo sobresalir de la mayoría de sus contemporáneos porque, siendo su padre hombre de fortuna, había podido acceder a la lectura de los clásicos, ya luego el resto fue debido a su propia inteligencia. Le tocó vivir en la época de los copistas.
En el año 1440 comenzaría a producirse un cambio de magnitudes, posiblemente no valoradas en su momento con la idea de la imprenta (Gutenberg, Maguncia, 1400-1468), resultando ser uno de esos cambios que han marcado época, ya que sobre la idea primigenia de Gutenberg y los avances en el terreno de los diseños mecánicos, la tecnología fue evolucionando, hasta que se pudo lograr una mayor rapidez entre lo que salía de la mente del escritor hasta que se podía ver impreso en papel, desplazando a los referidos copistas.
Hasta entonces, siempre los nuevos modelos frutos de la innovación tecnológica, incluían plomo, tinta y finalmente papel.
Un paso muy importante se produjo ya a finales del s. IXX (1884 Ottmar Mergenthaler). Cuando se mecaniza el proceso con la linotipia, habían pasado más de cuatro siglos.
Al respecto, decía Lorca: “… es el gran momento del mundo. Es el Renacimiento. Es el alba gloriosa de las culturas modernas con las cuales vivimos”.
Así los libros pudieron estar al alcance de casi todos y fue así hasta bien entrado el s. XX.
Pero en los años 70 del mismo siglo, al avance de los procesos mecánicos se sumó la incorporación de procesos digitales, que fueron desplazando la impresión que utilizaba tipos de plomo, que exponían a sus operadores a un metal pesado que deterioraba seriamente su salud con efectos neurotóxicos (en forma de cationes Pb2+).
Importante proceso de humanización del trabajo, ya que cuando se leía un impreso, siempre había por detrás alguien que iba deteriorando lenta pero irremisiblemente su salud.
El paso a la utilización de sistemas informáticos de escritura y composición, para luego imprimir en papel fue un importantísimo avance, como se podrá ver no solo desde el punto de vista técnico, sino también de la salud del colectivo humano que hasta entonces permitía acceder a leer el diario todos los días o libros de estudio o de ocio.
Pero hay un elemento siempre presente desde aquella lejana época de los copistas y es el soporte de papel.
Ya no se está perjudicando la salud de ningún ser humano al dejar de lado el plomo en el proceso de la imprenta, pero…
Es que queda otra parte, como ya se dijo, siempre presente, el soporte de impresión, que es el papel y cuya industria, tiene facetas seriamente perjudiciales para el ambiente.
Por una parte, la tala de árboles, hecho sobre el cual no vale la pena extenderse por su actualidad y ser conocidos sus efectos destructivos para el ambiente. Baste recordar el elemento CO2 y el rol de la vegetación en su absorción.
Además de grandes cantidades de agua y recursos energéticos, que en gran medida son no renovables.
Se podría decir que en países desarrollados, el grueso de los residuos de papel se recicla, lo cual aminora la contaminación, pero ni todo el papel que se utiliza es reciclado, ya que no alcanzaría a abastecer al mercado, ni es un proceso libre de consumo energético, ni se puede prescindir de una parte de pasta celulósica nueva, porque el proceso de reciclado no es infinito, sino que sólo se puede reciclar y reutilizar la fibra de celulosa unas cinco veces.
Por lo apuntado anteriormente, se demuestra que, reciclando se disminuye el problema, lo que no se desprecia. Pero, por una parte, hay que seguir fabricando papel, talar árboles, utilizar agua, energía y contaminar ríos y reciclando también se consumen recursos energéticos y hay una parte de contaminación con el uso de blanqueantes. El tema da para más detalles, pero excede el objeto de este escrito.
Vale la pena recordar, el serio problema diplomático que hubo entre Argentina y Uruguay en el año 2006, cuando el país vecino dio el visto bueno a una empresa nórdica para instalar su planta de procesamiento en un afluente del río Uruguay, adonde van a parar los desechos tóxicos. Sumando a ello las necesidades energéticas y consecuente huella de carbono, no solo para fabricar, sino también para transportar. En definitiva, una sumatoria de contaminación de agua y aire.
Es un hecho que las grandes multinacionales siempre tratan de llevar fuera del ámbito de Europa, Estados Unidos y Canadá sus industrias papeleras y al tratarse de inversiones millonarias, resultan muy difíciles de rechazar para un país pequeño y de poca industria.
También es cierto que los avances técnicos para la mejora de los procesos continúan, porque aún le queda larga vida al papel, pero en los últimos años ha aparecido un “soporte” nuevo que reemplaza al papel y que va indisolublemente ligado a internet.
Ya podemos hablar del soporte digital, conocido popularmente, sobre todo entre la juventud, como “ebook” o más propiamente en castellano como libros electrónicos que, se pueden leer en diferentes dispositivos (“on line”), pagándolos por vía electrónica o inclusive sin costo.
Está claro que al papel le ha llegado un competidor que descomprime su demanda, algo que en sí es bueno, pero en este punto caben una serie de observaciones.
El colectivo de quienes tienen unos años cumplidos y han accedido a la lectura a través del libro impreso en papel, sienten notable admiración por su biblioteca. Estructura mental forjada en muchos años y algo difícil de modificar.
Pero también es cierto que cuando alguien se dispone a escribir sobre un tema, ya no recurre necesariamente a los libros, salvo que se trate de un tema científico o una tesis doctoral, que requiera fichar bibliografía que avale seriamente los dichos.
En la vida cotidiana, se busca la información necesaria en internet, en donde desde luego hay que saber filtrar. Pero hay también libros publicados on line que merecen toda la confianza y enciclopedias con información seria y contrastada, que se pueden mencionar como bibliografía válida.
Otra cuestión a tener en cuenta, es que, un libro escrito hace 100 años, está al alcance de diversas bibliotecas públicas, con los cuidados del caso El palpel y la tinta están ahí, de manera real y palpable, con siglos de antigüedad. Muchos de ellos, los más importantes de la historia, son digitalizados, no sólo con la idea de perpetuarlos, sino también para tenerlos al alcance de lectores y estudiosos alrededor del mundo, sentados en su casa, además de medida de seguridad frente a posibles incendios y los deterioros del tiempo.
Pero los escritos en soporte informático, de hace tan solo 30 años, para conservarlos, requieren actualización de los distintos soportes de hardware o equipo físico de la informática.
Recordar que los primeros PC personales de fines del s. XX, venían con un diskette de reducida capacidad, luego vinieron los discos duros internos, con componentes mecánicos y electrónicos, que en su esplendor a fines de los 90 llegaron a tener 1 GB de capacidad, acompañados por los CD, tanto para copias de seguridad como para pasar la información a otra persona.
Muy poco tiempo después, llegó el pendrive, que en un pequeño dispositivo de memoria sólida, acumulaba lo mismo que los pesados discos duros descritos anteriormente.
Hoy ya se pueden guardar un terabyte (aproximadamente 1.000 GB) en un pequeño dispositivo de bolsillo.
Así, para guardar un escrito de hace tan solo 30 años, hubo que ir traspasando la información a nuevos dispositivos y nuevos programas informáticos. En este último terreno se ha avanzado mucho, en cuanto a que escritos de texto antiguos se pueden seguir leyendo en programas de última generación, ya que los programas de texto están prácticamente monopolizados por una sola empresa multinacional.
También, hace ya más de una década, llegó otro importantísimo avance, en sistemas de almacenamiento, lo que se da en llamar “la nube”, posible futuro de todos los archivos (escritos, fotos, documentos, etc.) un espacio virtual en el que guardar la información, que si no es mucha hasta resulta gratis y son varias las empresas multinacionales del sector que compiten para ello, lo cual facilita, junto con internet las ediciones electrónicas.
En lugar de guardarlo todo en nuestro PC, a través de internet, podemos almacenar en la nube, que son servidores administrados por empresas que los tienen a buen recaudo y menos vulnerables a los virus que acechan a los PC, pudiendo acudir a ellos desde cualquier lugar del mundo y compartirlos con otros usuarios.
Con esta breve descripción, que seguramente ya conocen la mayoría de los lectores, sólo se pretende explicar que, así como un libro puede haber permanecido muchos años en los anaqueles hasta que se recurra a él, todo lo que está informatizado necesitó de una evolución para perfeccionar los sistemas.
Volviendo a la palabra “soporte”, interesa ahora apreciar la tendencia de las nuevas generaciones, sin pretender que sea este un análisis final, sino sólo el inicio y desde luego que se aceptan réplicas.
Los jóvenes están volcados plenamente a la tecnología de lo que internacionalmente se conoce como Smartphone, eso que en Argentina se llama teléfono celular, teléfono móvil en España, telefonino en Italia, movile pone en países de habla inglesa y un largo etc.. Es el mismo elemento que ha pasado a ser un dispositivo que “entre otras cosas” sirve para hablar por teléfono y cuya capacidad de memoria centuplica a un pesado PC de hace 30 años.
Estamos llevando mucho más que un gran diccionario enciclopédico en el bolsillo, para no hablar de las casi infinitas funciones y esto es lo que usa la juventud y lo que también utilizamos los mayores para leer las noticias mientras vamos en un transporte público o estamos en una sala de espera o simplemente cuando estamos desayunando en casa.
Esta evolución también ha terminado, al menos en Europa, con un noble trabajo como era el del canillita.
En este punto, es donde se produce la inflexión, ya que se entra en el tema de las noticias escritas y no precisamente en soporte papel, sino en una pantalla.
Inexorablemente la prensa escrita desaparece a pasos agigantados (para bien de la flora arbórea y la contaminación ambiental), ya no se concibe una prensa diaria, semanal o periódica sin su versión digital, porque se llega más lejos y se puede ver no sólo el hoy, con actualización en tiempo real, sino el pasado, sin tener que ir a archivos ubicados en sitios que pueden ser muy lejanos.
Ya se impone un modo periodístico digital. A modo anecdótico, acotar lo fácil que resulta contrastar lo que dijo un político hace unos años y lo que dice hoy sobre un mismo tema, siendo un importante arma para poner al descubierto tantas mentiras que se escuchan a diario. Esto último es un fenómeno que se está dando especialmente en la televisión, donde se ven las caras, lo que dijeron y lo que dicen, algo terrorífico para los populistas sin escrúpulos.
Todo esto desde un celular o de cualquier dispositivo de mesa, al igual que los libros, ya muchos se pueden comprar por internet y elegir entre una versión digital, mucho más barata, que se descarga en unos segundos y una en soporte papel que se puede recibir por correo.
También es una ventaja para el autor, ya que una versión escrita se puede fotocopiar, por muy prohibido que esté, mientras que una digital, al menos por un tiempo, pero en publicaciones periódicas, de pequeña tirada, el papel dejará de tener sentido, ya que será más fácil para los lectores recurrir a ella en una web alojada en una nube instalada físicamente en algún lugar remoto, cercano al polo norte para ahorrar el uso de energía eléctrica, en la refrigeración de los servidores que, al trabajar con tanta información mundial, liberan muchas calorías.
Luego los datos viajan por mar y tierra mediante fibra óptica, casi a la velocidad de la luz, llegando a nosotros en fracción de segundos. Para un idioma como el castellano resulta mucho más fácil llegar a los 450 millones de castellano parlantes repartidos por el mundo.
Hojas de Cultura, inició su primera etapa en versión impresa, pasando luego a una segunda, en la que, con visión de futuro, se incorporó de manera simultánea la versión digital (www.hojasdecultura.com.ar), con un costo infinitamente menor, simplificando la distribución y ampliando el abanico de lectores.
Como consecuencia de haber experimentado con ambas modalidades, los razonamientos descritos anteriormente y los resultados obtenidos, se pasa a una tercera etapa, en la que sólo se continuará con la versión digital.
De tal manera que, 2023, será el año de la digitalización total de Hojas de Cultura, esperandoasí, poder llegar más y mejor a los amigos lectores.