LA ENCRUCIJADA DE LA ETICA EN LA POSMODERNIDAD

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Conferencia dada el 16 de Noviembre de 2004 en el Concejo Deliberante de la ciudad de Marcos Juárez, organizada por la Dirección de Cultura Municipal y el Colegio de Abogados de Marcos Juárez en oportunidad de presentar el libro titulado “La vivienda única como derecho fundamental” (Ediciones Mediterránea – Córdoba). La misma conferencia fue dictada el 4 de octubre de 2012 en la Biblioteca Arturo Orgaz de la ciudad de Córdoba y organizada por la Fundación Proyecto Argentina democrática, republicana e igualitaria en el programa “Etica y República”. La transcripción es desgrabación de la conferencia original, la que no fue leída sino espontánea. A los fines de que no pierda esa característica, solo ha sufrido pequeñas modificaciones en su redacción, tales como correcciones gramaticales y efectuadas algunas actualizaciones de nuevos hechos o características culturales más recientes.

 

“La situación paradójica, propia de todo cambio de paradigma cultural, es difícil de vivir. Es también difícil de pensar y, por supuesto de decir”.

(Michel Maffesoli)

 

Voy a empezar recordando un diálogo –un hermoso diálogo en un hermoso libro-, entre el obispo de Milán, Carlo Martini, y el filósofo laico italiano Umberto Eco, que se encuentra en el libro titulado “En qué creen los que no creen. Un diálogo para la ética en el fin del milenio”.

El obispo de Milán pregunta a Eco: ¿en qué fundamentan la ética, es decir su comportamiento, aquellos que no creen en un Dios personal? Y Umberto Eco le responde: en primer lugar la ética comienza cuando reconocemos a nuestros semejantes. Y cuando tenemos conciencia, cuando asumimos conscientemente de que este es un hecho natural innato del ser humano. Y después de esa pregunta y esa respuesta que he expuesto sintéticamente, aparece un tercer interlocutor en ese mismo libro, que es otro filósofo italiano: Emanuele Severino, que analiza los conceptos y dice: Martini y Eco se asemejan a pesar de su disidencia, los dos se basan en un fundamento único. Dios en uno, la razón en el otro.

Pero en los tiempos contemporáneos de nuestra posmodernidad –dice Severino- no existen más los fundamentos. Todo es contingente, todo es variable y, la ética tiene el carácter de la técnica y la técnica en la actualidad está subordinada a la eficiencia económica.

Dejo ahí el diálogo, después lo retomaré al final para que entendamos el gran significado  que tienen estas tres opiniones que son marcadamente distintas.

Voy a comenzar analizando cual es la realidad contemporánea. Cuáles son las manifestaciones culturales de nuestra época más significativas para que nos empecemos a ubicar un poco en el tema. Hay muchas más seguramente, pero enumero solamente las que considero más importantes.

Una de ellas es la liberación personal. La autonomía personal es elevada como paradigma esencial. La gente se ha liberado del preconcepto, se ha liberado de los prejuicios, se ha liberado de las ataduras religiosas, se ha liberado de los dogmas. Desea vivir la vida con intensidad en cada momento, tiene ansias de vivir. Su proyecto personal e individualista, paradójicamente, ha sido elevado como paradigma absoluto. Esto lo vemos todos los días. Tenemos el ejemplo de la sexualidad que todos quieren vivir intensamente y a su manera. O el de la diversión o recreación permanente. Hay un marcado hedonismo en la sociedad contemporánea. Esa es una realidad de nuestros días, de querer vivir intensamente el momento, el hoy, el presente. Es un ejemplo, pero hay muchos. Mafesoli, el profesor de la Sorbona, habla de la “sombra de Dionisio”, de lo festivo que se propaga en nuestras megalópolis.

La diversidad y el pluralismo es otra característica de nuestra época. La diversidad cultural que se nos hace evidente a través de los medios de comunicación que nos  muestra cada rincón del mundo a cada instante o la facilidad que existe hoy para viajar y conocer, cada una con sus particularidades. La diversidad personal a través de la experiencia de vida personal, sus sentimientos, sus valores, sobre lo que cada uno hace a su voluntad.

El pluralismo social manifestado en los innumerables movimientos sociales, o también en las denominadas tribus urbanas. Existen movimientos sociales de distinta naturaleza y diversos objetivos. Algunos efímeros, otros más profundos. Algunos transitorios, otros estructurales.

Pero el pluralismo de expresiones es manifiesto. No solamente el feminismo que viene desde hace largas décadas, sino las manifestaciones de los homosexuales, de los gays, de los ambientalistas, de los pueblos originarios, etc., el movimiento de los indignados producido no hace muchos años en Europa, que tratan que se les reconozca su identidad y sus aspiraciones dentro de esta sociedad que estamos viviendo.

El retorno a lo natural es otra de las características de estos fenómenos culturales actuales. Queremos reconocer la naturaleza, vivir aventuras en la naturaleza, vivirla intensamente, queremos sentirla. Y hay también una relación intensa entre la naturaleza y el cuerpo. Hoy tenemos una cultura por el cuerpo, por la estética del cuerpo, que viene relacionado con lo juvenil, todos queremos ser eternamente jóvenes.

El retorno a lo arcaico. Acá fíjense como se mezclan en la sociedad de hoy lo arcaico con la tecnología. Veamos los juegos de los niños donde empiezan esos robots de forma monstruosa pero dotados con toda la tecnología, o en las películas de ciencia ficción o de efectos especiales que están de moda, donde aparece ese personaje raro, de una forma que diría, arcaica y prehistórica, pero que utiliza toda una serie de tecnologías que llamaríamos de punta. Se manifiesta también en el ruido de la música, en ese monótono sonido de la percusión que en mucho se parece a la música tribal de los pueblos primitivos, pero con sonidos metálicos producto de los instrumentos tecnológicos y hasta en la danza que la acompaña con sus movimientos. Es otra de las características de nuestra época.

El orientalismo es otro fenómeno expandido en la actualidad en nuestras sociedades. Tal vez sea una reacción ante tanta tecnología y consumo de bienes lo que induce a buscar lo íntimo, la espiritualidad, donde encontrarnos con  nosotros mismos. Es también el reconocimiento de la diversidad cultural de que hablamos con anterioridad. Todo eso también mezclado y aprovechado por el mercado.

¿Cuál es la otra característica fundamental? La globalización. ¡Cómo no vamos a hablar de la globalización! Es otro fenómeno de la posmodernidad, tal vez el más importante, pero referido a los fenómenos económicos y políticos. ¿Y qué es la globalización? ¿Cuándo nos marca la realidad de la globalización? Por este fenómeno fabuloso de la ciencia y de la técnica ahora lo posibilita cada vez más –y se hace cada vez más concreta- la concentración económica, el poder económico en las grandes empresas y estas grandes empresas van sustituyendo al Estado, que deja de ser la institución más poderosa que teníamos hace algunas décadas atrás. Las empresas son más poderosas que el Estado. Las empresas planifican secreta y estratégicamente el reemplazo del Estado, que en muchas circunstancias se limita a ser un mero administrador de los grandes intereses económicos. Recordemos al ministro Cavallo y tendremos el ejemplo de lo que ha sido el país, en la década del 90.

La globalización ha producido también un fenómeno de transformación en el conocimiento. El conocimiento en este mundo globalizado no significa no formar a la persona, al individuo, formarlo en integridad culturalmente, espiritualmente. Lo que ahora tenemos que formar es al individuo para ser capaz de recibir la información que pasa por los ordenadores. De seleccionarla y utilizarla con la mayor celeridad posible. Entonces el conocimiento pasa a tener un valor económico, un valor de cambio, como dice el filósofo y sociólogo Lyotard en la “Condición posmoderna”. Y esto es un círculo vicioso. Porque si para tener conocimiento necesitamos tecnología, y para tener tecnología necesitamos capital, entonces cada vez más la concentración del poder y del capital es mayor y por eso la gran diferencia entre los países ricos y los países pobres, que cada vez se va a ir acrecentando más. Al mismo tiempo esta enorme capacidad de producir bienes y servicios que tiene la época de la tecnología produce las sociedades de consumo, donde lo que importa es consumir porque el “ser” se ha transformado en “tener”. Y la gran diversidad de bienes y servicios que tenemos para consumir pero donde solamente consumen los que pueden que son los menos, paralelamente produce la marginalidad, la fragmentación social, y lo que es peor la exclusión, con lo cual se expulsan a millones y millones de seres humanos del sistema, es decir a la humanidad.

Más de las 2/3 partes del planeta están marginalizadas, expulsadas, y como dice el economista Petrella el que está expulsado está out, está fuera del sistema, ya no es más un ser humano. Ya no lo consideramos ni como un número siquiera. Y ya no tiene más la posibilidad de restituirse a la sociedad. Esa es la realidad de hoy, de nuestros días.

Y entonces viene el otro problema que nos preocupa a diario, cual es la inseguridad y la violencia, que es otra característica de nuestra época y de la globalización. La violencia no es nueva en el ser humano, pero la violencia de las sociedades actuales tiene otras características, y es consecuencia de la carencia de lazo social, de la fragmentación, de la expulsión social, por la brutal desigualdad y cuya reacción es necesariamente violenta por la circunstancia de la enorme contradicción entre la cantidad y diversidad de bienes y servicios que el mercado ofrece y la posibilidad de acceder a ellos y por la importancia que ha adquirido el narcotráfico y sus organizaciones. Acrecentado todo ello por el gran desarrollo científico y tecnológico, que nos ofrece un montón de novedades y nos plantea un montón de interrogantes, fundamentalmente cuando hablamos de la manipulación genética y otros avances de la ciencia, de la biotecnología y de la bioética.

Pero donde tiene gravitación enorme el desarrollo tecnológico es en la comunicación. En la informática y la comunicación. Eso es lo que más repercute en el comportamiento de la sociedad. La comunicación hoy anula las distancias, desaparece el tiempo en la comunicación. Nos hace conocer al mismo tiempo culturas diversas, y nos hace dar cuenta que no somos nosotros únicamente, sino que nos damos cuenta de la diversidad cultural que existe en el mundo. Y aunque a veces nos lo muestra con banalidad o con superficialidad, es suficiente para que nos demos cuenta de esas realidades. Y también otra realidad es que los medios de comunicación nos manipulan. Nos manejan, nos conducen, nos inducen y finalmente nos imponen determinados comportamientos, costumbres y hábitos. Nosotros creemos muchas veces que tomamos la decisión libremente, pero no es así. A través de distintas técnicas de manipulación nos hacen decir lo que ellos quieren decir, nos hacen opinar lo que ellos quieren que opinemos.

Hay simultaneidad y hay ahistoricidad a través de los medios de comunicación en este mundo posmoderno. ¿Y qué trae como consecuencia esta posmodernidad? Y trae como consecuencia que se han se han licuado –como dice el sociólogo polaco Sigman Baugmant-, las instituciones fundamentales de la sociedad que son las expresiones estructurantes de la persona y del comportamiento humano.

Se licuó la familia. ¿Qué nos queda de la familia tradicional, estable, duradera, estructurada a través de la autoridad del padre, la madre en las tareas domésticas y la educación de los hijos, éstos cumpliendo rigurosamente  con las obligaciones impuestas por los mayores?. La costumbre del desayuno, el almuerzo, la cena en determinadas horas. Poco o nada con la realidad del mundo de hoy, donde ambos padres salen temprano a sus trabajos, los hijos en guarderías o con niñeras y solamente se encuentran unos pocos instantes en algún momento del día, si tienen suerte de que los horarios lo permitan. Recuerdo una película que hace poco vi, no es tan nueva la película, pero es interesante, si bien puede ser un caso extremo, pero señala una característica. La película se llama “Invierno Caliente”. Trata de un matrimonio que tiene un hijo y ese matrimonio se disuelve como consecuencia de que el padre se adiciona al alcohol, a las drogas y se echa al abandono. Entonces se va, desaparece del hogar. Quedan la madre y el hijo. La madre conoce a una mujer, entran en relación y se hacen amantes. El hijo con el tiempo conoce a esta amante de su madre y se hace amante de la amante de la madre. Y tiene un hijo con la amante de su madre. Así las cosas, llega el momento al final de la película, que el hijo desesperado se pregunta qué ubicación tiene en esta realidad, porque es hijo de su madre, que es amante de su amante, que a su vez es madre de su hijo, y ese hijo es nieto de su madre que es también la amante de la madre del niño. Esa es la realidad que tiene que ver con nuestra época. No está más la familia.

¿Qué pasa con la escuela?. La escuela ya no es más la escuela estructurante, donde formar el ciudadano, con toda su disciplina, con toda la autoridad que era el maestro. Hoy es difícil mantener la autoridad en la escuela. Incluso ha cambiado lo que se enseña, porque ya no se enseña la formación del individuo. Porque lo que caracteriza a la enseñanza moderna es que hay que capacitar a los niños y jóvenes para resolver conflictos, para resolver situaciones. Porque el cambio es tan veloz, los hechos se suceden tan rápidamente que si no acostumbramos a nuestra mente a resolver las situaciones que se presentan a diario fracasamos en la vida. Entonces el paradigma en la educación ha cambiado. Con la computadora los niños aprenden a través del error-acierto, pero no del razonamiento.

Otro ejemplo es la institución trabajo. El trabajo era otra forma de configurar una forma de ser, de comportarse, de situar a las personas en la sociedad. De acostumbrarnos a un método, a una disciplina, a una determinada relación jerárquica entre el patrón y el empleado. Ya no existe el patrón sino la empresa, la corporación, una entidad abstracta con tecnócratas al frente. Tiende a desaparecer también el método de trabajo repetitivo y monótono, que nos alienaba y nos convertía en un elemento más de la máquina (lo que se conoce como método fordista de producción). Todo eso significaba una estructuración del sujeto en esa relación de trabajo. Pensemos hoy que hay millones y millones de desocupados y que no tienen posibilidad de encontrar trabajo ni ahora, ni en el futuro. Sin posibilidad de estructurarse de ninguna manera. Y además con la tecnología, que en muchos casos se trabaja a miles y miles de km de la empresa tan solo comunicados  a través de una computadora ya no necesitamos ir a cumplir ese horario, ni ninguna rutina, cada vez más gente trabajando en sus casas. A la empresa ya no le importa a qué hora va, a qué hora viene, lo que le importa es que le rinda en el trabajo. Que le sea eficiente, después cada uno hace su vida. El trabajo ha dejado de estructurar al individuo. Toda esta diferencia hace a una forma de comportamiento y de configurar la estructura mental del sujeto que es distinta.

Ni hablar de la transformación del Estado. El Estado con su capacidad exclusiva de dictar la ley y su capacidad de transformación social. Toda la organización social ha dejado de ser estructurante. Hay un libro interesante de Leokowicz titulado “Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez”, que muestra esta realidad contemporánea. Si. Vivimos  en la emergencia, y el decreto de necesidad de urgencia. El Estado ha dejado de ser un instrumento político para construir una sociedad pensada. El Estado se ha convertido en administrador de los grandes intereses económicos. Y si queda tiempo, y alguna moneda, se hace algo en lo social, más para mantener el “statuo quo” que para mejorar a las clases marginadas. Tampoco ante toda esta realidad no pasa indiferente el derecho, que también sufre una consecuencia porque es la institución madre de todo lo que es una sociedad. Lo dijo ya hace bastantes años nuestro Arturo Orgaz: “No hay sociedad sin derecho y no hay derecho sin sociedad”. Lo que institucionaliza es el derecho. Pero el derecho también se ha hecho fluido o transita ese camino del relativismo.

¿Qué pasa con las organizaciones intermedias de nuestra sociedad? Por efecto de todas estas  nuevas situaciones se han hecho coto cerrado y no cumplen la finalidad por la cual han sido creadas o inspiradas. Tomemos los gremios, los partidos políticos.

Se han hecho corporaciones impermeables y sus dirigentes se cierran. Porque si dejan de ser dirigentes quedan desocupados, entonces han dejado de representar a sus representados. Hoy la gente no quiere participar en los gremios o en los partidos políticos, y si lo hacen pocos son los que participan con vocación de servicio sino por interés personal. Es otra realidad y las instituciones intermedias  que teníamos para estructurar una forma de comportamiento social y ubicarnos en determinados status eran distintas. El obrero, el empleado, el profesional. Todos pertenecíamos a la sociedad dentro de esa estratificación. ¿A qué estratificación va a pertenecer un piquetero desocupado?. Trata de tenerla a través de decir “soy piquetero”.

Digamos algo acerca de fenómenos más recientes: la importancia que han adquirido las redes sociales, no sólo en lo que hace a la comunicación al instante con cualquier persona de cualquier lugar del mundo, sino el cúmulo de información que brindan, muchas serias, importantes, que abren la posibilidad del conocimiento y la información, pero otras que crean desorientación, confusión en la opinión pública por su falta de seriedad o rigor, o porque son informaciones intencionalmente falsas, como las denominadas “pos verdad” o “verdad alternativa”, que sirven para engañar a los cibernautas, ya sea para orientar la opinión hacia sectores políticos o para ser utilizados por el mercado comercial. A través de las redes sociales también desnudamos nuestra intimidad para que sean conocidos por desconocidos con fines desconocidos.

Esto es la posmodernidad. ¿Por qué posmodernidad? Porque es lo opuesto a la modernidad, es lo posterior a la modernidad. No se le ha encontrado otro nombre para denominarla que sea más entendible. Hay quienes hablan de “crisis de la modernidad” (Turaine), otro de modernidad tardía (Leokowicz). Pero nos queda bien decir “lo posmoderno, es lo posterior a la modernidad”. Entonces la pregunta ¿Qué fue la modernidad?, fue lo que ya desaparece.

La idea de modernidad era el hombre racional en el centro de la escena, que produce bienes a través del desarrollo científico y tecnológico y lo administra racionalmente, organiza la sociedad a través de la ley, una ley que proviene del Estado hegemónico y que tiene carácter universal y abstracta, que asegura la vida personal a través de la libertad y de la voluntad, el deber ser con todo su imperativo categórico asentado en la voluntad y la libertad de la persona racional.

En toda esta cultura científica y todo este ordenamiento a través de la ley, el individuo libre a través de la voluntad está guiado por la razón. La razón es el patrón de la modernidad. Y a través de la razón y de todos estos mecanismos que son propios de la ciencia y del análisis de las ciencias naturales que fue transportada y llevada a la organización social, nos aseguraba, o por lo menos pretendía asegurarnos la abundancia de bienes, la libertad, la felicidad universal y entonces la construcción de los grandes metarrelatos (Lyotard) en que se habla hoy en la posmodernidad que han caído, en la historia como progreso, en la historia como un proceso continuo que nos lleva a una felicidad y a un mundo nuevo, que no es  propio de la modernidad, sino que ya venía de la concepción judío-cristiana como historia de la creación, como salvación hacia otra vida más allá y que la modernidad la seculariza.

Esa idea de progreso y de un hombre nuevo y de una sociedad de felicidad fracasó. ¿Qué felicidad y progreso tenemos en el mundo con 2/3 partes de la población mundial en la indigencia total?. Además nos llevaron las grandes racionalizaciones sociales y políticas, desembocando en el nazismo y en el fascismo, o en el totalitarismo marxista como última experiencia. Nuestra época es la de la agonía de la razón, al decir del filósofo argentino Víctor Massuh. El hombre se da cuenta que no es todo razón sino que es el sentimiento, es corazón, es vida. Nietzche fue uno de los primeros que pegó una patada en el tablero. Se comprendió que el hombre es libertad. Y que la existencia es libertad que hay que construirla día a día, y el proyecto lo tenemos que hacer todos los días, que no nos viene dado ni por Dios ni por el Estado ni tan sólo por la razón.

Y también se ha transformado el pensamiento científico, con los descubrimientos de la física cuántica y la termodinámica, con las comprobaciones de la indeterminación y el azar efectuadas por la microbiología. El pensamiento dejó de ser lineal, dejó de ser totalmente mecanicista. La causa – efecto ya no tiene el valor que tenía en la modernidad, hoy se habla de procesos no lineales. El conocimiento es también indeterminación. Y entonces es necesario analizar, interrelacionar los conocimientos. Es necesario que el pensamiento se haga circular, holístico, totalizador, interdisciplinario y transdisciplinario para utilizar una expresión más técnica, como  bien lo señala Edgardo Morín en su libro “La cabeza bien puesta”. Esta es la realidad de la posmodernidad. ¿Y qué quedó de esa racionalidad? Lamentablemente lo único que quedó es la racionalidad de lo instrumental, la técnica, la economía, la eficiencia que se manifiesta en la renta, ya no importa distinguir entre lo bueno y malo, lo que importa es que sea eficiente.

Ahora vuelvo, ya buscando el final, al diálogo de Eco y Martini y esa intervención de Severino. Recordemos que Martini decía que la ética estaba fundada en Dios, que lo que nos marca la conducta a seguir para hacer el bien y para distinguir el mal. Eco dice que está en la razón. La razón innata del ser humano es la que nos dice lo que está bien y lo que está mal. Ambos son pensamientos absolutos, trascendentes, más allá de la sensibilidad, son metafísicos. Severino dice que eso se cayó, no existe más lo absoluto y trascendente. La ética es la ética de la técnica. Pero si la ética tiene el carácter de la técnica quiere decir que tiene como valor la eficiencia, sin otro significado moral. ¿Cuál será el principio moral que guíe nuestras conductas, o éstas quedarán a criterio de cada uno y en cada momento?.

En la organización social ya no pensamos, no la podemos pensar a través de la ley que viene impuesta por la razón. Si no que la ley va a ser creación del devenir, el ser y no ser de todos los días. Ya no existe una razón universal. La responsabilidad que antes nos marcaba el deber a cumplir por el cual decíamos esto está mal, esto está bien, si hacemos esto nos castigan, si no, nos premian.

Al tener que hacerlo todos los días la responsabilidad deja de ser deber ser para ser experiencia, de ser anterior, la hacemos en el momento. Es decir, hacemos la ética de la situación y la responsabilidad del momento la que tenemos que asumir. Y eso nos significa un cambio de estructura mental, totalmente distinta. Y esta es la perplejidad del mundo de nuestros días. Este es el gran peligro de la sociedad de nuestros momentos pero también lo interesante. Si no tenemos un paradigma, si la ética es la ética de la eficiencia, si la verdad nos dice “sálvese quien pueda”, entonces el mundo es un caos.

No tenemos lazo social. No tenemos un pensamiento estructurante. Al pensamiento hay que ir haciéndolo cada día. Pero esa es la realidad, la fluidez de nuestra realidad y la tenemos que asumir. Tenemos que enfrentarla, aunque sea para resistirla, de acuerdo a las opiniones que cada uno de nosotros tenga, pero la tenemos que enfrentar. Lo peor que podemos hacer es ignorar estas cosas, tenemos que estudiarlas. Así, en esas realidades  creo que entran a jugar un papel importante los derechos humanos, que yo prefiero denominarlos fundamentales. Porque los derechos fundamentales que en la doctrina jurídica se están discutiendo y se habla mucho, de alguna manera se está reconociendo que son derechos morales, o mejor aún; principios éticos que la sociedad ha venido consensuando a través de la experiencia, si bien son hijos del liberalismo político, los ha universalizado la dura experiencia de las realidades que ha tenido que enfrentar el mundo contra el Estado absoluto, contra el nazismo, contra el fascismo, contra las dictaduras.

Hemos tenido que ir creando y ampliándolos y con ello universalizando esos principios del derecho, pero no por una verdad metafísica, sino por la experiencia y el consenso. Y hemos tenido consciencia  de lo que significa la dignidad del hombre que es lo que sustenta y pretende proteger en última instancia los derechos fundamentales. Paradójicamente hemos ganado en derecho para realizar nuestra libertad personal y cada uno poder hacer su proyecto de vida, pero al mismo tiempo hemos perdido la privacidad de nuestras vidas y hemos perdido en seguridad, porque todo lo tenemos que resolver por nuestra cuenta, al instante con la velocidad que nos imponen los cambios permanentes, porque lo único permanente es el cambio constante.

Un último comentario antes de la reflexión final: Fíjense cuál es la magnitud del cambio de todo esto que estoy diciendo. Aristóteles hace ya 2.500 años aproximadamente, dijo: El hombre es un animal político. Queriendo decir animal social. Después de Descartes, que es el padre de la modernidad, dijeron, el hombre es un animal racional. Fíjense ustedes que sólo se habla del hombre y nada se menciona del mundo, del universo que lo rodea. ¿Y saben lo que se dice ahora? Lyotard, por ejemplo da un concepto que marca otra realidad. El dice: “El hombre quizás sea tan solo un nudo muy sofisticado en la interacción general de las radiaciones que constituyen el universo”. Ya no somos el rey del mundo, sino una partícula, sofisticada, pero nada más que una partícula entre las múltiples interrelaciones del universo.

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Acerca del autor

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César Jesús Mussetta

Abogado por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fé) -
Ejerció la profesión durante más de 30 años en el Fuero Provincial y Nacional - Conjuez Federal en el Juzgado Federal de Bell Ville - Vice Presidente de la Sala Tercera del Tribunal de Disciplina de Abogados de la Provincia de Córdoba - Asesor de convencional constituyente en la reforma constitucional de 1994 en Santa Fe - Escritor de diversas obras de distintas áreas (Política - Cooperativismo - Jurídicas - Novela)

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Ejerció la profesión durante más de 30 años en el Fuero Provincial y Nacional - Conjuez Federal en el Juzgado Federal de Bell Ville - Vice Presidente de la Sala Tercera del Tribunal de Disciplina de Abogados de la Provincia de Córdoba - Asesor de convencional constituyente en la reforma constitucional de 1994 en Santa Fe - Escritor de diversas obras de distintas áreas (Política - Cooperativismo - Jurídicas - Novela)