Este primer número del año 2016 de HOJAS DE CULTURA, aparece en un momento especial de la historia argentina. Quisiéramos poder decir con absoluta certeza que se trata del momento inicial de una nueva era de nuestra historia política, como se oye con frecuencia por estos días, pero nos resulta algo exagerado hablar de nueva era. Sin embargo, no tenemos dudas de que estamos en presencia de circunstancias que ofrecen nuevas y singulares perspectivas para el quehacer político y social, a partir de un cambio sustancial en la consideración de los valores esenciales de las instituciones de la República y una visión distinta con respecto al ejercicio de la democracia.
No necesariamente nuestra afirmación implica compartir en su totalidad las ideas, conceptos, orientación doctrinaria de quienes han asumido las funciones de gobierno de la Nación a partir de diciembre de 2015. Lo que advertimos no solo como distinto sino también como fundamentalmente positivo con respecto al régimen anterior, es la manera de ejercer el poder, el modo de utilizar las instituciones constitucionales y legales en el ejercicio de las funciones, el respeto a los demás poderes, a la opinión pública, a los miembros de la oposición y a la ciudadanía en general. Venimos de un régimen con vocación totalitaria, en el que la figura presidencial se había erigido en dueño del poder, avasallando a legisladores, a jueces, convertidos en meros vasallos del titular del Poder Ejecutivo con desmedro absoluto de las instituciones republicanas y de la democracia. Cabe recordar acá un concepto que aunque ha sido señalado repetidamente por destacados pensadores, con frecuencia no es tenido en cuenta en comentarios o análisis políticos. Para que un gobierno pueda ser calificado como democrático, no basta con que haya sido elegido democráticamente, esto es, por medio de elecciones libres y correctas. Es necesario, además y principalmente, que actúe cumpliendo con los postulados y requisitos de la democracia. Teniendo en cuenta este principio, podemos afirmar, sintetizando las diferencias que advertimos entre el régimen anterior y el actual, que por lo visto hasta ahora en la conducta del nuevo gobierno, este se desempeña con estricto respeto a los valores de la democracia, en tanto no podemos decir lo mismo de aquel.
Lo que acabamos de señalar, constituye la razón primordial por la que nos permitimos admitir, al comienzo de estas reflexiones, que estamos viviendo el inicio de un nuevo ciclo histórico y con esta afirmación ponemos de relieve la trascendencia que otorgamos a la democracia. Es que sin democracia, sin el recto funcionamiento de la República, es imposible alcanzar legítimamente y con verdadero sustento, cualquiera de los sistemas que las distintas doctrinas patrocinan en el orden económico, social, político, cultural, especialmente aquellos que esencialmente propician la elevación material y espiritual del hombre, la mejor distribución de la riqueza, la economía solidaria, la igualdad, la abolición de la explotación del hombre…
Es ya un gran paso al frente la consolidación de la democracia que anhelamos se afiance definitivamente. Pero anhelamos también que a través de ella el pueblo pueda alcanzar sus justas aspiraciones de dignidad, justicia, libertad, y la vida decorosa que merece y que le ha sido negada repetidamente con la mentira y el engaño de la demagogia.
Abril de 2016.
Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo I. Reflexión Política. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.