REFLEXIONES SOBRE NUESTRA ACTUALIDAD

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I. Consejo Económico y Social: se habla mucho y se hace poco

Con el nuevo gobierno se comenzó a hablar con insistencia sobre la posibilidad de conformar un Consejo Económico y Social.  Llamó mucho la atención que un gobierno supuestamente de derecha lo haya planteado, porque por lo general es un tema muy propio de la izquierda democrática. Tengo la impresión de que se utilizó la denominación erróneamente, para no decir con ligereza. Digo esto porque creo que lo que se pretendía, en las primeras horas después de la asunción, era consensuar estrategias de coyuntura para que el dólar no se disparara, ni los precios se desfasaran. Si mi apreciación no es equivocada el instituto a utilizar no era el adecuado para la finalidad supuestamente perseguida, menos aun en la Argentina, con marcados signos corporativos. Tal vez por ello es  que transcurridos algunos meses el tema ha dejado de ser mencionado. ¿Por qué? Porque un Consejo Económico y Social es un instrumento para consensuar planificaciones estratégicas de  largo plazo y no para conflictos de intereses del momento. Otro gran problema para que en la Argentina funcione está dado por la cultura cortoplacista de nuestra dirigencia y de la sociedad en  general.

Dado los límites propios de un trabajo para una revista de esta naturaleza, y con las reservas con respecto a su posibilidad de aplicación en nuestro país, esbozaré algunas características de lo que  se denomina Consejo Económico y Social. Con el desarrollo del industrialismo, posibilitado por el maquinismo, se comenzó a observar que el liberalismo político, con su concepción del hombre  como ciudadano, no alcanzaba para  representar a una sociedad cada vez más compleja, por lo que el Estado, como organización política, no era representativo de la realidad social. Se comprendió  que el individuo no era solamente un ciudadano, sino también un hombre situado, es decir, un individuo que además era productor, trabajador, consumidor, etc., que conformaba una estructura  social compleja, de intereses diversos que entraban en permanente conflicto, en especial por la distribución de los recursos, planteando la cuestión social en busca de una mayor justicia. Se  comienza entonces a elaborar el concepto de Democracia Social como superadora de la democracia liberal. Para diseñar una sociedad más justa, que representara a todos los sectores, era necesario idear un mecanismo institucional que, sin menoscabo de la democracia política, diera participación lo más equitativamente posible a la diversidad de intereses otorgándole representación  institucional, que procurara concertar en forma consensuada políticas de Estado para el logro de una sociedad más justa y más democrática. Esa institución fue el Consejo Económico Social. Con  ello, al poder político institucionalizado a través del Estado democrático con la participación de los partidos políticos en representación de los ciudadanos, abre la participación a las corporaciones  representativas de la diversidad de intereses que forman el poder de hecho, y también a los sectores sociales que aun no corporativizados, son partes integrantes de la sociedad real. Cuando digo  sin menoscabo de la democracia política, quiero decir que la participación está limitada a la consulta obligatoria del poder político, pero la opinión del Consejo no es vinculante, lo que no obsta a  su gravitación en las decisiones políticas dado que significa el reconocimiento del poder fáctico de una sociedad plural.

Con lo dicho es suficiente en este pequeño esbozo para marcar sus características principales:

1.- Es una institución que amplía la participación al incorporar a los sectores que no componen el Estado pero son parte de la sociedad, con el objeto de integrarlos en la discusión y elaboración de un proyecto político para el desarrollo social.

2.- Su opinión no es vinculante, pero la consulta por parte de los poderes constitucionales es obligatoria.

3.- Lleva implícita la idea de una planificación democrática de la actividad económica y social, una planificación estratégica como gusta decirse en la actualidad.

4.- Significa una búsqueda de consenso sobre los grandes temas que hacen a las políticas de Estado.

5.- Supone un gradual proceso de democratización económica y social, en busca de una mejor distribución del ingreso para alcanzar una sociedad más justa.

Los consejos económicos y sociales  comenzaron a funcionar en diversos países al promediar la primera mitad del siglo XX y se incrementaron, en especial en los países europeos, después de la  post guerra, cuando comienza a  afianzarse el denominado Estado de Bienestar.

Con la llegada de la globalización y la consecuente pérdida de poder de los Estados y el creciente poder real de las grandes corporaciones económicas mundiales, el Consejo Económico y Social  enfrenta una situación desventajosa, lo que implica un desafío nuevo cuya superación no resulta fácil.

En el caso de la Argentina, cuya experiencia ha sido frustrante porque todas las iniciativas habidas para tratar de integrarlo, con diversos alcances y características, generalmente parciales, han  fracasado. Ello por lo dicho anteriormente: existe en el país un fuerte arraigo de una conciencia corporativa donde priva exclusivamente el interés del sector sobre el interés general, incluso las  corporaciones son fuertemente prebendarias del Estado. Tampoco existe vocación de racionalidad y planificación con largo alcance, sino que se actúa con improvisación sobre lo coyuntural y el  corto plazo.

Los proyectos serios e integrales elaborados por representantes socialistas en el Congreso Nacional, tales los de Rómulo Bogliolo en 1932, Américo Ghioldi en el año 1964 y Guillermo Estévez  Boero en el año 1988, nunca lograron ser sancionados; ello por las razones expuestas.

De ahí el título de este apartado, porque en este tema, como en muchos otros, la dirigencia argentina en general y la política en especial, se llena la boca con declamaciones, pero nada hace en serio  para concretarlo en una ley y ponerlo en práctica y mucho menos para incorporarlo como normativa constitucional.

II. Una cuestión de sentido común.

La discusión que nos debemos

La economía tiene sus reglas. Algunas de ellas admiten diversos enfoques políticos según la visión de quienes tienen que aplicarlas, en especial aquellas referidas a la distribución de los ingresos y  la acumulación de capital. Hay quienes se aferran a una economía totalmente estatizada y controlada desde el Estado, y están aquellos que glorifican el libre mercado sin ninguna injerencia estatal.  Según la experiencia internacional y la de nuestro propio país, ambos extremos han fracasado aun cuando por avaricia o sectarismo se siguen aplicando. Pensar que la mano invisible del  mercado soluciona todos los problemas no solamente es insensato sino también anacrónico, y en especial extremadamente injusto. Igualmente podemos opinar sobre la intervención del Estado  sin límites ni control, que termina destruyendo la producción, quebrando al Estado y generando autoritarismos. Entre ambos extremos está en juego la libertad y la igualdad. Existen variables que  hacen posible un desarrollo económico social sostenible y más justo en el marco de una sociedad democrática, plural y participativa. Pero cualquier sistema económico exige el cumplimiento de  ciertas reglas cuya violación produce graves trastornos en la actividad económica y consecuencias políticas y sociales graves. No hace falta ser experto para darse cuenta de cuáles son, solo sentido  común y algún grado de racionalidad y experiencia.

Para no andar con teorizaciones que por lo general solo provocan polémicas estériles, señalaré vivencias concretas y recientes producidas en nuestro país.

Menem “vendió las joyas de la abuela” desmantelando el Estado y dejó todo librado al mercado, abriendo en forma indiscriminada y sin límites las importaciones. Consecuencia: destrucción del  aparato productivo del país, concentración de la riqueza, endeudamiento feroz para mantener el valor de la moneda de un peso un dólar, desocupación, marginalidad, exclusión, y el estallido social del 2001. De la Rúa pagó cara su incapacidad para no cambiar el sistema.

El kirchnerismo hizo un manejo descontrolado y hasta mafioso del Estado, gastó arbitraria y corruptamente los cuantiosos ingresos que tuvo en un período internacional altamente beneficioso, no  cambió la estructura de desigualdad, incrementó la concentración económica y la extranjerización de la economía, se aisló de un mundo profundamente interrelacionado alineándose a Estados con gobiernos corruptos y autoritarios, ni tampoco se integró con convicción y seriedad regionalmente y terminó destruyendo las políticas sociales beneficiosas que le posibilitaron el ejercicio de  un poder político absoluto, concentrado y autoritario. Ni siquiera posibilitó el crecimiento de una fuerza política progresista democrática por la apropiación de la idea del progresismo que hizo,  logrado a través de un relato mentiroso y excluyente. Consecuencia: No dejó alternativa a los argentinos más que liberalismo económico o caos total, similar al del 2001. Esa es la realidad que  estamos viviendo hoy.

He querido mostrar con lo dicho que en ambos períodos se desconocieron reglas elementales de cualquier economía, tomando decisiones políticas arbitrarias y sin posibilidad de discutirlas: regulación racional del mercado, control y eficiencia en el manejo estatal y de los recursos económicos, respeto de las instituciones, políticas sociales racionales y controladas institucionalmente y  con amplia participación social, fortalecimiento de la economía social auto gestionada y cogestionada, consenso económico y social sobre planificación estratégica y generación de políticas  públicas, relaciones internacionales serias y abiertas.

Ese es el debate que la sociedad argentina y la sociedad política del país necesita discutir para salir de la encrucijada en que estamos metidos. El problema es si la crisis social nos da tiempo para la  discusión y si los argentinos estamos dispuestos a discutirla.

Abril de 2016.

Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo I. Reflexión Política. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.

César Jesús Mussetta

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Abogado por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fé) -
Ejerció la profesión durante más de 30 años en el Fuero Provincial y Nacional - Conjuez Federal en el Juzgado Federal de Bell Ville - Vice Presidente de la Sala Tercera del Tribunal de Disciplina de Abogados de la Provincia de Córdoba - Asesor de convencional constituyente en la reforma constitucional de 1994 en Santa Fe - Escritor de diversas obras de distintas áreas (Política - Cooperativismo - Jurídicas - Novela)