ANTE LOS COMICIOS DE MEDIO TÉRMINO

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El clima político y social previo a las elecciones de octubre, presenta, en el momento en que ensayamos estas reflexiones (primeros días del mes), un panorama complejo y preocupante. Han reaparecido expresiones y actitudes de violencia, absolutamente anacrónicas, que esperábamos ya superadas o al menos en avanzada vía de superación en nuestra sociedad. El retorno, aunque  lento y difícil, a los auténticos valores del civismo republicano, se ve entorpecido, perturbado, por conductas perversas que enturbian la convivencia con mezquinos propósitos meramente  electoralistas.

Aun cuando es posible advertir que quienes asumen esa conducta aviesa son grupos minoritarios, no es menos cierto que se trata de elementos organizados para el mal, dispuestos a producir daños sin que les interese a quiénes perjudican, entrenados paraacciones de hostilidad y beligerancia; para promover conflictos y refriegas; para hacer degenerar manifestaciones pacíficas en  violentas trifulcas.

Da la sensación de que los resultados de las PASO han puesto nerviosos a quienes no están acostumbrados a perder elecciones y siguen creyéndose dueños de la voluntad popular por medio de los “punteros” y el correlativo clientelismo; las amenazas patoteras; los enfrentamientos callejeros aprovechando cualquier acto o reunión; inventando manifestaciones de protesta contra enemigos  inexistentes o en defensa de ridículas razones y triviales acusaciones falsas.

De allí que han vuelto a tener presencia en la vida cotidiana, ante el azoramiento de una mayoría que anhela volver a las virtudes republicanas verdaderamente democráticas, las bombas molotov, las pedreas, los encapuchados, los atentados, las roturas de edificios, vidrieras, vehículos… Indudablemente esto responde a la actitud de aquellos para quienes todo vale cuando se trata de campañas electorales y están lejos de aceptar las normas del quehacer político civilizado. En estos días, el destacado escritor argentino Marcos Aguinis señalaba que se trata de una reacción  desesperada ante el fracaso, pero que no tiene eco en la mayoría de la sociedad. Nos atrevemos a agregar, por nuestra cuenta, que además esa repudiable actitud a poco andar se va convirtiendo en  búmeran y se vuelve en contra de quienes pretenden utilizarla como elemento propicio de su campaña electoral.

Subrayemos sucintamente cómo ha fracasado y se ha vuelto en contra la inaceptable intención de utilizar la dolorosa desaparición de Santiago Maldonado para fines electorales; pronto fue  advertida por la ciudadanía honesta la falacia de pretender inculpar al Presidente de la República en ese hecho, y tanto es así, que quienes lanzaban con énfasis tal acusación, han cambiado el  discurso tratando de morigerarlo. Algo similar ha ocurrido con la toma de los colegios secundarios en Buenos Aires, ejecutada por grupos de alumnos (fogoneados por adultos de reconocido signo  político) que finalmente desocuparon las casas de estudio con más pena que gloria. No pretendemos agotar los ejemplos, pero no podemos dejar de señalar la descubierta actitud de una alta  funcionaria municipal del conurbano bonaerense, que en lugar de ocuparse de cumplir sus obligaciones se dedicaba a organizar escraches “espontáneos” a las autoridades nacionales y  provinciales, en oportunidad de diversos actos públicos. Lo mismo ha ocurrido con las bravuconadas y amenazas del “Pata” Medina en La Plata, o la pretensión de querer hacer pasar los nuevos  peritajes del caso Nisman como cortina de humo para tapar lo de Maldonado. Nadie se cree todo esto, salvo aquellos obnubilados por el populismo a quienes les cuesta despertar, aunque  seguramente despertarán.

Es posible que cuando estas líneas lleguen a usted, amable lector, las elecciones del 22 de octubre ya hayan develado las incógnitas que tratamos de escudriñar en estas reflexiones. Allí estará la  “verdadera verdad”. Ojalá que esa verdad apuntale la urgente necesidad de devolver a la República los irrenunciables valores de la auténtica democracia, y despierte en la conciencia de la sociedad argentina, las virtudes cívicas indispensables para el desarrollo del más alto destino histórico.

Octubre de 2017.

Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo I. Reflexión Política. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.

Mario Argüello

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Mario ARGÜELLO, nació en Córdoba, el 14 de abril de 1931. Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional de Monserrat, del que egresó como Bachiller Humanista y obtuvo el título de Profesor de Castellano, Literatura y Latín para la Enseñanza Superior, en la Escuela Superior de Lenguas (hoy Facultad de Lenguas) de la Universidad Nacional e Córdoba. Se ha desempeñado como profesor de Literatura Preceptiva y de Literatura Española en el Colegio Monserrat.
Ejerció el periodismo como redactor-lector del Servicio Informativo de LV3, Radio Córdoba, y se han publicado colaboraciones suyas en diarios y revistas del país como La Prensa, La Voz del Interior, La Gaceta de Tucumán, Tiempo de Córdoba, La Vanguardia, Bohemia y Figura, Laurel, Asueto, entre otras.
Ha publicado los libros de poemas: Aire amanecido (1961), El viento en las uvas (1981), Desde el otoño (2006), y De ayer y de hoy (2017) y la plaqueta “Al borde del ocaso” (2011). Poemas de silencio, de 1973, y Entre el vivir y el soñar, que obtuvo el segundo Premio Municipal de Poesía “Luis de Tejeda” en 1980, quedaron inéditos, aunque sus poemas integraron libros posteriores. Otras publicaciones: La poesía, lugar de reunión en Alejandro Nicotra (1981), Del Monserrat a Montserrat (1993), Detrás de la palabra (2000). El hombre y su dignidad (folleto – 1976). Narrativa: Cuentos leves y extraordinarios ( dos ediciones – 1997 y 2008); El envés de las sombras (novela - 2013).
Ha dictado cursillos y conferencias, y participado en lecturas de poemas en numerosas instituciones culturales del país y del extranjero.