ACERCA DE LAS POSICIONES POLÍTICAS

A

Izquierda, derecha, centro, “todo es igual, nada es mejor”. Esa es la consciencia que ha calado en la ciudadanía, por causa de esa caterva perversa de políticos que son la cara visible de la política.
No hay propuestas, solo mensajes de odio, sin escrúpulos. No hay ideas rectoras ni programas y tampoco están capacitados para planificar ni mucho menos para ejecutar. No son todos, pero en la mayoría de los casos, como ya se dijo, son la cara visible. Reconociendo, eso sí, que hay políticos válidos, generalmente en el anonimato, que cumplen día a día con su trabajo y merecen el reconocimiento, porque a esos seres anónimos se les deben los avances sociales.
Pero aquellos a los que les dominan el egocentrismo y las ambiciones personales, caen en esa mezcla de payasada y tragedia. Ocurre en la Argentina K, en los EEUU de Trump, en la Francia de Le Pen, en la España de VOX Y PP, en la Hungría de Víctor Orbán, en la Polonia de Mateusz Morawiecki, en el Brasil de Bolsonaro y la lista sigue en Austria, Inglaterra, Italia (Liga Norte) y largo etc.
Están en política para servirse y no para servir como debieran, ennobleciéndola. Son la deformación de la democracia, vestida de populismo.
Hace ya más de 120 años, Juan B. Justo, con su mentalidad de científico, pretendía y con inobjetable sensatez, encauzar la política con criterio científico.
¡Cuántas cosas han conseguido que pasara en el mundo con el discurso del odio! Parece que el recuerdo de Mussolini, Hitler, Franco, Stalin, Salazar…. ha pasado en vano.
Pero no solo hay un problema de dirigentes, sino dentro de un importante sector de la ciudadanía, que elige a los demagogos y si se intenta entender o interpretar lo que piensan sobre determinado tema, generalmente se termina en un intercambio de opiniones, a ver quién rebate mejor al circunstancial adversario, como si de clubes de fútbol se tratara. El análisis medianamente racional está siempre ausente.
Otro gran problema se presenta en las altas esferas políticas, donde la falta de estadistas es dramática y solo se manipulan los sentimientos de los votantes, midiendo resultados a través de encuestas de opinión, para poder decir al oído de los votantes lo que quieren oír.
Lo más recurrente de los supuestos “programas políticos” de estos demagogos, es la promesa de mejorar la salud, educación, servicios públicos, jubilaciones, dependencia, más todos los etc. que se les ocurran y además bajar los impuestos!!! Huelgan los comentarios.
Dentro de este contexto de despropósitos, ayuda a los demagogos, que buena parte de la ciudadanía se anima a opinar con supuestas verdades sin beneficio de duda y sin haber leído nada sobre el circunstancial tema en discusión, resultando una presa fácil de cazar. Un pueblo que lee es mucho más difícil de engañar.
¿Se procede igual cuando se trata de la medicina para curar un paciente o de ingeniería para construir un puente? No ocurre en otros ámbitos de la ciencia, por ejemplo, vamos al médico y escuchamos su diagnóstico, a lo sumo buscamos otra opinión científica, pero no es común que se emitan juicios de valor sobre algo que no se conoce. Hay en esta área científica una excepción, que confirma la regla, los movimientos anti vacuna que hacen gala de su profunda ignorancia. En ciencia existe un rigor de análisis que no existe en política.
Nadie pone en duda que adquirir un conocimiento científico lleva largos años de estudios y que hay meritorios políticos de raza, inclusive como resultado de una tarea autodidacta y quien escribe puede dar fe de ello, habiendo aprendido mucho de estos seres meritorios. Pero una considerable parte de la sociedad no sabe distinguir.
Esa falta de estadistas, lleva a recordar que países como Alemania, después de Willy Brandt no han tenido sustituto, o que el Reino Unido después de Harold Wilson, tampoco; y la lista continúa. Cómo dejar de mencionar a Mario Soares a quien Portugal le debe su salida republicana y democrática o al inolvidable Sandro Pertini. Todos personajes pasados. No se quiere significar de ninguna manera que todo tiempo pasado haya sido mejor, sino simplemente “anterior” como mencionaban unos excelentes humoristas argentinos.
No se puede dejar de mencionar que en los últimos días se aplaude y ensalza la figura de Ángela Merkel, es verdad que no ha sido la peor cara de la política, que se marcha como una estadista que aprendió y supo rectificar su tozudez de la crisis del 2008. Que en su momento llevó a un sufrimiento innecesario por las serias medidas de restricciones económicas, propias de la derecha que compara la economía hogareña con la de un país, cuando lo necesario era la expansión monetaria, tal como lo hizo Obama, ello sumado a los años de su mentor Helmuth Kohl, llevaron a Alemania a ser “un país de desigualdad”, tal como se llama un interesante documental en YouTube, de visión muy recomendada.
Se decía que supo rectificar, porque en la crisis actual del coronavirus, defendió fervientemente la expansión monetaria, junto a los presidentes de España y Francia.

Centrando el pensamiento político 
Volviendo a la realidad que toca vivir y también tirando del pasado, cabe recordar un esquema de un autor desconocido, al menos para quien escribe, pero que surgió en una conversación en el seno de la Juventud Socialista Democrática de Buenos Aires, hace ya casi 50 años, el que permite dar una ubicación espacial y al menos intentar que sirva para que algún ciudadano pensante, interesado en situar su orientación política, pueda saber cómo se conjugan las distintas posiciones y así identificarse e identificar al político acorde con su opción.
Se parte de una disparidad histórica, trabajo vs. capital y a qué le da mayor importancia cada cual, conformándose así la primera parte del esquema:

No siendo necesariamente una oposición beligerante, sino para que cada cual haga su propia apreciación, con lo cual identificará su posicionamiento entre:

Desde el punto de vista de la izquierda, el trabajo es lo que transforma la sociedad y a su vez genera capital y para el capital, él es el que da el trabajo.
La pregunta es: Una persona con un maletín lleno de dinero en medio del desierto. ¿Le salvará el dinero de morir de sed? ¿Podría comprar agua en medio del desierto aun disponiendo de muchas onzas de oro? La respuesta es indudablemente que no. Solo el esfuerzo físico lo podría salvar.
Pero siendo un ejemplo muy extremo, se pasa a otro ejemplo que no es imaginario, sino real. En tiempos relativamente recientes, a partir de la finalización de la segunda guerra mundial. ¿Cuántos casos hubo de personas individuales que en un garaje y a fuerza de trabajo físico y mental crearon grandes empresas? Luego puede o no haber llegado el capital para engrandecerlas, o también se engrandecieron sin ayuda exterior, a fuerza de trabajo e inteligencia.
Ya más en nuestra era, los avances de la electrónica e informática con elementos muy baratos, después de muchas horas de trabajo inteligente, generaron infinidad puestos de trabajo de alta cualificación profesional.
Finalmente, un ejemplo casi extremo se da cuando se pierde una cosecha de frutas u hortalizas por falta de mano de obra. No basta el dinero para conseguirla en tiempo y forma.
Puede que luego, cuando algo se perfila como negocio seguro, concurra el capital que genera inversiones, operaciones de bolsa, especulación, casino, paraísos fiscales, acuerdos de precios, etc. etc.
Pero primero estuvo el desarrollo inteligente de unos elementos que como ya se dijo, son de muy bajo coste.
Si no hay trabajo físico y mental, poco se puede hacer con una montaña de dinero o de oro.
Pero habrá quien pueda pensar de distinta manera y ahí están definidas las dos posturas, izquierda y derecha. Ameritar el trabajo o el capital.
Destacar también que no se debe caer en planteamientos absolutos y que es posible la suma de trabajo y capital, cosa que ocurre a diario y dependiendo de los países, gobiernos y organización de los trabajadores, con más o menos regulaciones que protejan a la parte más débil.
No fue fácil el camino hacia los derechos de los trabajadores, que se inicia en los albores de la era industrial. Fue muy encarnizada la lucha entre quienes bregaban por conseguir comer y quienes querían mantener sus privilegios a toda costa.
Se superaron muchas injusticias, otras quedan por superar, pero en eso que se llama “realpolitik”, en un contexto internacional, es muy importante que los gobiernos, por muy de izquierda que sean, deben fijar reglas claras y estables que den garantía a los inversores que se allanen a cumplir con la legislación vigente. En esto ayuda mucho la alineación internacional de los partidos políticos. Algo de lo que siempre han carecido los partidos gobernantes en Argentina.
Luego hay otro aspecto básico, el tema de la libertad, donde se ha avanzado de manera significativa, al punto de que nadie se atreve hoy a hablar en contra de este principio elemental, pero bien se sabe que hubo y hay políticos, varios anteriormente nombrados, que solo supieron y saben gobernar desde el totalitarismo más absoluto, sin respeto a las ideas ajenas, encarcelando por delito de opinión, cuando no matando (Stalin, Franco, Hitler, Mussolini, Salazar, Perón, Fidel Castro, Kim Jong-un, etc. etc. etc.).
Todos estos forman una tribu aparte que es la del totalitarismo, solo hay amigos complacientes y enemigos. Ven a la sociedad en blanco y negro.
Por otro lado, y felizmente con grandes avances, marcando un hito la Revolución Francesa, están quienes piensan en clave democrática, de igualdad, libertades de opinión, de movimientos, de prensa, elecciones libres. Ya nadie se enfrenta a negar ese derecho, aunque conviviendo con dos grandes males que asolan la democracia: populismo y corrupción.
Pero mientras haya libertades puede haber soluciones. Las dictaduras no dan soluciones, solo miseria y sufrimientos.
De esta manera se perfilan dos situaciones opuestas en un esquema similar al anterior:

Así, de la combinación de estos cuatro polos de la política, se pueden llegar a posicionar a los distintos políticos y a las propias ideas, muchas veces confusas con tanta dialéctica vacía y populista. La composición de cuatro conceptos opuestos, generan cuatro posturas básicas como sigue:

Las flechas dividen cuatro cuartos y lo que queda a continuación, es que cada cual se defina dentro de qué área se identifica:

  • Izquierda y libertad
  • Derecha y libertad
  • Izquierda y totalitarismo, excluyendo la propiedad privada
  • Derecha y totalitarismo


Algunas consideraciones prácticas
Las cuatro alternativas definen las posibles posturas políticas, por mucho escozor que le signifique a más de un político definirse, cosa que la mayoría no hará y terminará hablando mucho sin decir nada, porque está claro que nadie quiere ser de derechas y totalitario (fascista), siendo que ya muchos tienen vergüenza de definirse, tan solo como de derechas y dicen que son de “centro”.
De la misma manera, definirse de izquierda y totalitario, esto es comunista, algo superado a partir del derribo del muro de Berlín, conocidas las atrocidades del estalinismo y la gerontocracia que le siguió. Tampoco resulta habitual por estos tiempos, que alguien se reconozca a sí mismo como castrista.
En general, sobre todo en Europa, el Comunismo ha evolucionado, desde hace más de medio siglo al Eurocomunismo, muy cercano a lo que es una izquierda democrática, con algunos matices más extremos y el castrismo les pesa como una loza, prefieren no hablar de ello.
Hoy rescatan a Gramsci, como un gran ideólogo, pero en su época lo dejaron morir en las mazmorras de Mussolini por sus críticas al PC totalitario de la época.
En este esquema, da que pensar la situación de China, con aquello de un país dos sistemas, en el cual, desde luego que no hay libertad, siendo sin duda un país totalitario, pero en el que hay empresas privadas, con lo que cabría situarla en los dos cuartos inferiores, ya que solo con el régimen comunista no podían salir adelante.
Definidos los dos cuartos inferiores del esquema, ahora quedan por especificar los dos cuartos superiores.
Libertad y de derechas, es la democracia liberal clásica, que considera que no puede haber liberalismo político sin liberalismo económico, eso sí, con unas condiciones: “que el estado no se meta en mis ganancias, pero si las cosas me van mal, no puede ser insensible y debe ayudarme para salvar las fuentes de trabajo y de paso me salvan a mí”.
La ley de la selva para los trabajadores, frente a los privilegios para “proteger” al capital y además son unos convencidos de que es una manera muy virtuosa de pensar y gobernar. Además, consideran que así se da fuerza a la iniciativa privada, creadora de riqueza. El concepto es respetable, en tanto y en cuanto se garanticen las libertades individuales. De ahí que países con partidos políticos responsables, dentro del panorama europeo, izquierda y derecha democrática suelen llegar a acuerdos de gobierno.
España todavía no tiene una derecha liberal “en estado puro”, ya que está anclada de manera vergonzante al fascismo franquista, con lo cual aún no hay antecedentes de acuerdos de gobierno con la izquierda.
Izquierda y libertad, valorizar el trabajo, los derechos de quienes menos tienen y los que ponen literalmente el hombro para sacar adelante la sociedad. Es introducir el concepto de solidaridad en la política, algo que en muchos casos queda en manos de las ONG y para la derecha clerical en manos de la caridad, algo de por sí indigno, pero que, visto desde un concepto solidario, debiera ser responsabilidad de los gobiernos.
Dentro de ello, se engloba una sociedad con educación obligatoria (pilar básico del enaltecimiento humano), gratuita y laica al alcance de todos, sin distinción de clases sociales y sin interferir con la religión o no religión de cada uno, al igual que una sanidad pública de la más alta calidad, con importante desarrollo científico local (la última pandemia ha enseñado mucho al respecto).
Cabe señalar que, en países de gran desarrollo de la sanidad pública, los tratamientos de alta complejidad, dejan de ser interesantes para la iniciativa privada porque las altas inversiones requeridas no logran la rentabilidad deseada y el negocio de la salud solo es posible mediante el soborno de políticos corruptos.
Además, impuestos progresivos que lleven a la redistribución de la riqueza y ayuden a mover la economía, a la capilaridad social, que a su vez genera una sociedad con calidad de vida y bajo índice de delincuencia. En definitiva, garantizar la igualdad de oportunidades. Esto es posible, no es un modelo idílico.
Lo demuestra el ejemplo comparativo entre una sociedad de derecha liberal como EEUU, donde la población carcelaria supera por 10 veces a la de Europa en función del número de habitantes, porque Europa es el resultado de años de gobiernos de izquierda democrática.
Como nadie puede ser objetivo en sus apreciaciones, quien escribe hace la descripción desde su propia subjetividad de una persona identificada con la izquierda democrática, la que nació a fines del S XIX como socialismo y que hoy da en llamarse social democracia o socialismo democrático para tomar distancia con el comunismo al que en su momento “le gustó” autodenominarse socialismo. Pero no basta un nombre para definir la ideología, por ejemplo, en Portugal, el Partido Socialista Democrático es de derecha liberal y el Partido Socialista es la izquierda democrática, por ello es importante conocer los programas, cuando los tienen.
En la social democracia, se acepta la existencia del juego de mercado, pero eso no significa creerse todas las bondades que se le atribuyen, sino que hay consciencia cierta de su falta de fiabilidad y la necesidad de controlarlo para que no se deforme hacia el monopolio, las “burbujas” y los acuerdos de precios. Un ejemplo demostrativo de lo dicho, son las grandes multas que sufren cada tanto las multinacionales que hacen acuerdos de precios en el seno de la Unión Europea, además de requerir el visto bueno de las autoridades europeas para las grandes fusiones empresariales que podrían llevar al monopolio, cuestión en la que no se puede bajar la guardia.

Esclareciendo confusiones interesadas
Llegados a este punto, cabe dedicar un párrafo a algo que sin duda más de uno se preguntará: ¿Dónde se ubica el marxismo?
La respuesta es bastante sencilla y vale la pena desarrollarla, porque está muy distante de lo que vocifera la derecha, muy fuera de la realidad, ya que es común que haya personas muy sueltas de cuerpo que hablan de “ideología marxista”, por ignorancia supina, por interés o por ambas cosas.
Carlos Marx fue un eminente científico de la economía y de las relaciones de capital y trabajo.
Hay un texto en una pared a la entrada de la casa natal y museo dedicado a su memoria en la ciudad de Trier o Tréveris (oeste suroeste de Alemania), cuya traducción al castellano se puede interpretar así:

“Lo que siempre ha distinguido a Marx, fue: la aspiración por la libertad, por la liberación de la servidumbre humana y de la dependencia indigna, que fueron el motivo de sus acciones”. 
Fdo: Willy Brandt.

Visto quien firma, no hacen falta más aclaraciones.

De ahí a querer confundir la lucha por más y mejor calidad de vida, con dictaduras, asesinatos y guerras, hay una gran distancia.
Es verdad que en una interpretación abyecta de Marx se hicieron auténticas barbaridades, incluidos crímenes de lesa humanidad. En otro extremo, es como si se quisiera identificar la religión católica actual con Torquemada y la inquisición. Desde luego, Marx no tuvo ninguna vinculación con dichos crímenes.
Ninguna madre podrá decir que la social democracia le ha llevado un hijo a la guerra, porque nada hay más lejos de la violencia que esa doctrina política.
Mientras que el fascismo y el comunismo han cometido crímenes de lesa humanidad. La derecha liberal estadounidense ha estado con un pie metido en guerras por todo el mundo, en nombre de la libertad, aunque muchas veces no se sabe muy bien de quien.

Finalizando con un poco de actualidad
Desde hace unos pocos años, hay una corriente negacionista de importantes acontecimientos que afectan a nuestra sociedad y que provienen de la derecha, tal como (Obama mencionaba algunos de ellos en un reportaje reciente)

  • Negar el cambio climático
  • Negar que en momentos de crisis económica no conviene atender al equilibrio presupuestario (siempre que no haya inflación)
  • Negar que gravar a las grandes fortunas ayuda a una mejor calidad de vida de la sociedad en su conjunto
  • Negación del matrimonio homosexual
  • Negación del derecho al aborto
  • Negación de la equidad entre hombres y mujeres
  • Negación de la capacidad del estado para mejor atender a la salud dando rienda suelta al negocio privado para comerciar con la salud
  • Negación de la capacidad del estado para regular servicios necesariamente monopólicos como lo son las grandes redes eléctricas, de agua, de gas, vías férreas, en las que no es posible el juego de mercado.
  • Negación del coronavirus

Todo ello aderezado de teorías conspirativas que calan en ciertas mentes cual corriente esotérica.
Para la derecha, hay que dejarlo todo en manos de grupos de inversión que son “gestores más eficientes”. ¿Para quién? Tema muy bien abordado por Paul Krugman (Nobel de economía año 2008).
Además de la ausencia de reconocimiento de los problemas éticos que muchos de estos negacionismos implican, con lo que cabe la pregunta: ¿Tiene ética la derecha?
El camino al intercambio de ideas queda abierto, aunque de momento, para quienes piensan con la izquierda, solo les llueven las descalificaciones y no se les ocurre otra cosa que tratarlos de “comunistas” (muy de actualidad por parte de la derecha en España), algo bien distinto como ya se ha explicado, pero cuando no hay argumentos sólidos e impera la ignorancia, se recurre a la descalificación sin fundamento.
Finalmente, aunque vienen de lejos, están muy de actualidad los “movimientos políticos” que tienen un poco de todo y nada a la vez. Su dialéctica va a manera de comodín, en donde cabe todo lo que convenga en cada caso. Son la expresión máxima del populismo y la demagogia, como ya se dijo, en cada situación le dicen al oído del votante lo que quiere oír y su objetivo es el poder para gozar de privilegios.

Sevilla, marzo de 2121.

Publicado en la revista n° 15 – Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.

Eduardo Yaglian Steiner

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Ingeniero Agrónomo por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) -
Vicepresidende de la Fundacion ProDTI -
Ex Profesor del Departamento de Tecnología Electrónica de la Universidad de Sevilla -
Grupo de Investigación: Instrumentación Electrónica y Aplicaciones
-
Situación profesional: Asistente Honorario del Departamento de Tecnología Electrónica -

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