La alianza demócrata progresista-socialista en los comicios generales de 1931. Su repercusión en Córdoba.
I) Introducción
El día 6 de septiembre de 1930 se produjo en el país el golpe militar encabezado por el General Uriburu, lo que provocó el derrocamiento del gobierno constitucional del Presidente Hipólito Irigoyen. Fue el primer golpe de las FF.AA. dentro de una larga serie, matizada con gobiernos elegidos por el pueblo pero orientados hacia el autoritarismo populista, y otros, de mayor inspiración republicana, aunque limitados por una insuficiente representatividad. Este intercalamiento histórico de gobiernos militares, populistas y civiles fuertemente condicionados, tuvo lugar entre 1930 y 1983 y se tradujo en baja calidad institucional, atraso económico-social, violencia política y graves violaciones de los derechos humanos en la época trágica de los 70.
El gobierno de Uriburu lo intentó todo, además de perseguir, encarcelar y mandar al exilio a gran cantidad de opositores. Trató de cambiar el régimen de representación parlamentaria establecido en la Constitución Nacional y que supone su ejercicio a través de los partidos políticos. Afloró la teoría de la llamada “representación funcional o corporativa”, de cuño fascista, y cuando aquel gobierno comprobó el rechazo de la sociedad en relación a estas ideas, propuso un ensayo electoral en la Provincia de Buenos Aires, que tuvo lugar en los primeros meses de 1931 para elegir Gobernador y Vice en aquel distrito. El resultado fue catastrófico para la dictadura, ya que las urnas mostraron un claro triunfo de la Unión Cívica Radical, por lo que el gobierno de facto terminó anulando el comicio.
A Uriburu no le quedó otra alternativa que convocar a elecciones generales para Presidente y Vice, gobernadores de provincias, intendentes municipales de ciudades y pueblos en todo el país, diputados nacionales, legislaturas locales y concejos deliberantes. Para aquellos comicios, que se llevaron a cabo el 8 de noviembre de 1931, se perfilaron inicialmente tres fuerzas principales: por una parte la Unión Cívica Radical, aunque el veto impuesto a la fórmula presidencial, determinó su abstención en Córdoba y en casi todo el territorio nacional, decisión rápidamente respaldada en Villa María por Amadeo Sabattini y en nuestra ciudad por la agrupación de estudiantes universitarios radicales.
Por otro lado, se generó el agrupamiento de diversas fuerzas conservadoras tras la fórmula Agustín P. Justo – Julio A. Roca (h), este último ex gobernador de nuestra provincia y dirigente del Partido Demócrata. A la candidatura del General Justo se sumaron también los radicales antipersonalistas, disidentes de Irigoyen, aunque proponiendo como candidato a Vicepresidente a José Nicolás Matienzo. Agustín P. Justo fue también apoyado por el Partido Socialista Independiente, una escisión del Partido Socialista propiamente dicho.
En la vereda de enfrente, en actividad de crítica y condena a la dictadura de Uriburu y a la restauración conservadora, se constituyó una alianza de los partidos Demócrata Progresista y Socialista que elaboró un programa político-social de centro izquierda: preconizó la estabilidad de los arrendatarios rurales, las cooperativas agrarias, la legislación del trabajo, la neutralidad religiosa del Estado, la defensa de la escuela pública, la enseñanza laica, la ley de divorcio y la autonomía universitaria, amén del compromiso de devolver la legalidad a la Unión Cívica Radical.
II) Lisandro de La Torre candidato a presidente
Lisandro De la Torre, líder histórico de la democracia progresista, estaba alejado de la política pero fue convocado a encabezar la fórmula presidencial de la Alianza. Al recibir la invitación salió decidido de su establecimiento agropecuario de Pinas, ubicado en su mayor extensión dentro de nuestra provincia y desde el correo de la cercana localidad de Ciénaga del Coro, despachó sendos telegramas a sus partidarios y a sus aliados, aceptando la nominación que compartiría con el Dr. Nicolás Repetto por el Partido Socialista.
En sus primeras declaraciones periodísticas, De la Torre dijo que su ostracismo había sido voluntario, pero que ante la situación del país, no podía negarse a participar, colocándose por encima del Congreso del Partido Socialista y la Convención del Partido Demócrata Progresista, agregando que el programa de la Alianza transformaría la fisonomía del país.
Aceptada esta candidatura, Don Lisandro debió enfrentar todavía dos cuestionamientos de distinto signo: por un lado diversas imputaciones de un antiguo socio en la actividad rural, que fueron extensa y claramente refutadas, sin que quedara duda alguna acerca de la honestidad del tribuno santafecino, con lo cual enmudeció rápidamente a sus adversarios políticos.
De otro costado, se le señaló la aparente contradicción de abogar por la estabilidad de los arrendatarios y de propiciar a través del impuesto una distribución más equitativa de la tierra, mientras que en realidad explotaba una gran extensión de hectáreas.
De la Torre contestó que su posición en la materia era conocida desde hacía mucho tiempo y que él se encontraba absolutamente identificado con la plataforma electoral de la Alianza demócrata progresista-socialista, de modo que aceptaría cualquiera de las consecuencias de su aplicación.
III) La campaña electoral
Lo que nos proponemos en este trabajo es analizar la incidencia que tuvo esta alianza de centro-izquierda en la Córdoba de aquellos años, ─tanto en la campaña electoral como en sus resultados─, en qué consistieron sus fortalezas y cuáles fueron sus debilidades.
La actividad proselitista comenzó en nuestra provincia, mostrando la disparidad de posibilidades de las dos fuerzas que habían quedado en el ruedo en razón del retiro del radicalismo.
De un lado estaba el entonces poderoso Partido Demócrata, cuyo fundador principal era Don Ramón J. Cárcano, de pensamiento liberal y progresista. Cárcano había llegado al gobierno como candidato de la llamada “Concentración Popular” en 1913, pero ya en febrero de 1914 organizó con otros grupos sumados a la “Concentración” el “Partido Demócrata”, denominación que resultó definitiva.
En 1916 los demócratas perdieron el gobierno a manos del radicalismo que ganó con el binomio Loza-Borda. El mismo año en el orden nacional, comenzaba el apogeo de Hipólito Irigoyen. Sin embargo, en 1919 el PD volvió al poder con Rafael Núñez y lo retuvo en 1922 con la candidatura de Julio Roca (h). Hay que aclarar que estos últimos comicios, celebrados en noviembre de 1921, encontraron al radicalismo provincial en serios enfrentamientos y acusaciones al gobierno demócrata, que había reformado la ley electoral contrariando la Constitución Provincial entonces vigente, lo que en definitiva empujó a la UCR a la abstención. Allí emerge y se hace visible por primera vez el voto socialista en varios lugares de la provincia, reuniendo concejales en distintos municipios.
A pesar del predominio radical en el orden nacional, en aquella década de los años 20, los demócratas ganaron cabalmente al radicalismo en los reñidos comicios de 1925, aunque cabe advertir que en ellos ya se expresaba en Córdoba la división entre radicales irigoyenistas y antipersonalistas quebrándose la unidad del partido en beneficio de sus adversarios. El PD obtuvo 46.135 votos, la UCR 45.905 y la UCR Antipersonalista 14.564. El Partido socialista tuvo una expresión electoral muy pobre. Con estos resultados, el Dr. Ramón J. Cárcano volvió al poder como gobernador de la provincia. Recién en 1928 el P.D volverá a ser derrotado por los radicales, otra vez en coincidencia temporal con el encumbramiento de Hipólito Irigoyen a la presidencia de la nación. En esta oportunidad la caída demócrata fue bastante clara: 93.140 sufragios para la fórmula radical Enrique Martinez – José A. Ceballos, 75.523 para los candidatos Julio A. Roca (h) – Mariano Ceballos. Socialistas y comunistas tuvieron una vez más, muy bajos guarismos.
Al llegar el golpe de 1930 el Partido Demócrata saludó la dictadura.
Así lo reconoció muchos años después el gran dirigente y legislador José “Tito” Aguirre Cámara, con expresiva y sincera autocrítica. Lo hizo en una histórica sesión de la Convención Nacional Constituyente celebrada en 1957 en la ciudad de Santa Fe. Es claro que al comenzar los escarceos fascistas y corporativos de Uriburu y el interventor federal Ibarguren, los demócratas tomaron distancia, en especial la línea del candidato a gobernador Emilio Olmos y los grupos que habían recibido la influencia liberal de Cárcano, aunque conviene aclarar que por entonces no podía desconocerse la existencia de muchos dirigentes vinculados claramente a la iglesia católica, inclinada a su vez en líneas generales al espíritu reaccionario de Uriburu.
La Unión Cívica Radical por su parte, era también una fuerza política poderosa. En 1928 había logrado quebrar la hegemonía demócrata. Por otro lado, más allá del desprestigio que había acumulado el último gobierno de Irigoyen y de las adversidades inmediatas al derrocamiento, era un partido que mantenía sus cuadros provinciales perfectamente organizados. Para estas elecciones que debían celebrarse el 8 de noviembre de 1931, el radicalismo llegó a proclamar la fórmula gubernativa siendo erigido como candidato a gobernador el Dr. Gregorio Martinez el 13 de septiembre de aquel año. Sin embargo el veto de la fórmula Alvear – Güemes para Presidente y Vice decretada por el gobierno de Uriburu, decidió la abstención del radicalismo. Por último, con respecto a las restantes fuerzas políticas existentes en la provincia, tanto los socialistas, como los comunistas y el partido agrario eran francamente minoritarios y en tales condiciones fue quedando también el radicalismo antipersonalista. La democracia progresista que iba a aliarse con el socialismo no tenía arraigo alguno en Córdoba.
Pese a todo podía afirmarse que el PS tenía dirigentes gremiales respetados, profesionales universitarios prestigiosos, locales para el funcionamiento del partido y bibliotecas relativamente organizadas, pero no había logrado nunca una verdadera implantación social como para ser visualizado en el plano de la alternativa electoral.
Los trabajadores no ignoraban la acción socialista en torno a las leyes obreras, los arrendatarios y pequeños productores rurales no desconocían el apoyo de Juan B. Justo al grito de Alcorta y a la Federación Agraria, y los estudiantes universitarios no eran indiferentes a la participación de Alfredo Palacios en la reforma universitaria. Sin embargo, la clara posición socialista en torno al laicismo en la escuela pública; el reclamo del partido en torno a la necesidad de una legislación moderna en materia de matrimonio y divorcio; y el postulado de la neutralidad religiosa que se pretendía del Estado; habían sido utilizadas por las alas conservadoras de los dos partidos mayoritarios -radicales y demócratas-, con la ayuda permanente del diario Los Principios, para meter miedo en los hogares cordobeses en cuya intimidad la mujer católica tenía tanto peso, logrando presentar a los socialistas de la época, como demonios anti-religiosos.
Hay que convenir también, que muchas veces, el modo socialista de comunicar estos sencillos criterios, hoy ampliamente reconocidos por la sociedad argentina, no era el más afortunado, sobre todo cuando se pretendía atribuir a la religión una condición inferior, subalterna dentro de las opciones espirituales de las personas, lo cual hoy no da para más, en una sociedad donde todos los cultos, como también el agnosticismo y el ateísmo deben ser igualmente respetados.
Lo interesante del caso es que, con todas estas limitaciones, la Alianza Civil logró protagonizar en Córdoba una gran campaña electoral más allá de los resultados. Unas cuantas personalidades independientes, simpatizantes del radicalismo, demócratas desencantados, socialistas sin militancia hasta entonces, salieron de sus estudios jurídicos, sus consultorios o de las aulas donde enseñaban y se pusieron a recorrer la ciudad y la provincia, de punta a punta en la acción proselitista. Gregorio Bermann, una importante figura de la psiquiatría en Córdoba fue el candidato a gobernador. La fórmula se completó con el abogado socialista de Río Cuarto Juan B. Pressaco y Deodoro Roca, redactor del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria, fue el candidato a intendente de la ciudad de Córdoba.
Junto con ellos se alinearon los líderes reformistas Enrique y José Benjamín Barros; el estudioso del régimen municipal autónomo Carlos Astrada Ponce; otro abogado socialista, Ceferino Garzón Maceda; el Dr. Tristán Guevara que abandonó el mayoritario Partido Demócrata de manera pública; el joven médico, escritor y poeta Sergio Mayor; Alfredo Orgaz, abogado, admirador de Lisandro De la Torre y apoderado de la Alianza; Arturo Orgaz que había pertenecido al radicalismo “rojo” fracción situada a la izquierda de la UCR, incorporado luego al Partido Socialista; el talentoso pedagogo Saúl Taborda y el prestigioso penalista Ricardo Vizcaya. La mención es enunciativa y por lo tanto susceptible de injustos olvidos.
Los cordobeses no estuvieron solos en la campaña, sino que contaron con apoyos y presencias diversas. Por una parte los candidatos De la Torre – Repetto fueron aplaudidos en todas las estaciones en las que se detenía el tren que los traía a Córdoba, donde participaron en varios actos, hasta culminar con un almuerzo en Unquillo, previo al regreso a Buenos Aires.
En las giras proselitistas se agregaron Alfredo Palacios y Mario Bravo, como así también el joven abogado con vínculos en Río Cuarto, Miguel Angel Zavala Ortiz, quien luego se incorporaría a la Unión Cívica Radical y sería canciller de la república. Se abrieron locales y se pusieron domicilios particulares al servicio de la Alianza a lo largo y ancho de la provincia, especialmente en el interior agropecuario, pero también en ciudades de perfil más ligado al Estado y los servicios públicos, como eran en esa época Deán Funes y Cruz del Eje.
Se llevaron a cabo grandes actos: el local de la Alianza, situado en calle 24 de septiembre Nº 160 de Barrio General Paz, fue inaugurado el 8 de septiembre de 1931, es decir sesenta días antes del comicio, destacándose una “gran concurrencia” según La Voz del Interior. Fueron también importantes los actos realizados en la segunda quincena de aquel mes: en la sede socialista de calle 25 de mayo 286, en el cine “Internacional” de Barrio Talleres, en el cine “Imperial” de Alta Córdoba, y en el cine “San Martín” del barrio que lleva su nombre.
Ahora bien: sin duda que los actos más concurridos fueron los de los días 18 y 28 de octubre y 5 de noviembre, con la participación de los principales candidatos nacionales y locales.
En cuanto a los actos y giras en el interior de la provincia, la crónica de aquellos días indica una actividad intensa, no exenta de actos prohibidos en diversas localidades de los departamentos Marcos Juárez y San Justo y algunas detenciones como las del estudiante Adelmo Montenegro y el abogado penalista Ricardo Vizcaya, dirigentes de la coalición opositora.
IV) Inconvenientes y limitaciones en la campaña de la alianza
A su pobreza de recursos económicos, esta fuerza opositora debió sumar los hostigamientos oficiales que hemos reseñado.
Por otro lado, la fórmula De la Torre-Repetto, debió lidiar en todo el país con la intolerancia del Episcopado, de fuerte influencia en el electorado católico, que rechazaba enfáticamente la propuesta de igualdad de los cultos ante la ley, en un marco de neutralidad religiosa del Estado, como lo sostenía la Alianza. A tal efecto, el Episcopado en cuestión, publicó un conjunto de “deberes electorales de los católicos” que el diario Los Principios se encargó de reproducir casi diariamente los últimos días de la campaña. Este mismo diario por lo demás, no publicaba nota alguna sobre la Alianza Civil; ni de sus actos, ni de sus giras, ni de sus candidatos, como si esta fuerza política no existiera.
Era un diario funcional al Partido Demócrata, también atento a obtener notas de los dirigentes radicales que instaban a la abstención, asimismo receptivo a la información proselitista del radicalismo antipersonalista y de la Unión Nacional Agraria. Justo es reconocer que en aquellos dos meses de campaña, la Alianza fue tratada generosamente por La Voz del Interior, que cubrió los principales actos y reprodujo extensamente los discursos de los candidatos.
Por último, hay que decir que la conformación demoprogresista – socialista no logró quebrar el abstencionismo del electorado radical y aun del votante independiente desencantado del radicalismo, pero escéptico frente al comicio y su previsible resultado. La abstención casi no se notó en la ciudad de Córdoba, donde votó positivamente una cantidad de ciudadanos similar a la que había sufragado en las elecciones para intendente municipal y diputados nacionales separadamente en el primer semestre de 1930, es decir más o menos un año y medio antes. Es evidente que el ausentismo electoral fue mucho más expresivo en el interior de la provincia y en todo caso, la insuficiencia numérica de los fiscales de la Alianza, impidió asegurar un mayor número de votos.
V) Datos comparativos
En esta elección del 8 de noviembre de 1931 el Partido Demócrata impuso la fórmula Olmos – Frías con 92.077 votos, la Alianza, representada en Córdoba por el Partido Socialista y los independientes de centro-izquierda obtuvo 19.401 sufragios, la Unión Cívica Radical Antipersonalista (disidente del radicalismo oficial) cosechó 7.304 voluntades, mientras que la Unión Nacional Agraria reunió 4.568 votos, lo que significa que votaron positivamente 123.350 personas. Este resultado significó para la Alianza mejorar entre quince y veinte veces los guarismos que el Partido Socialista había obtenido en la década anterior, pero quedó muy lejos de absorber el voto radical de 1928 que ya hemos mencionado.
Apenas cuatro años más tarde, reintegrada la Unión Cívica Radical a las lides electorales triunfó en Córdoba con Sabattini-Gallardo con 109.867 votos, el Partido Demócrata perdió entonces el comicio y el poder con 104.067 sufragios, el Partido Socialista retrocedió respecto a la elección de 1931 a la muy modesta cantidad de 3.596 voluntades, mientras que la agrupación agrarista llegó a 1.794 votos, todo lo cual arroja una suma de 219.324 votos positivos en toda la provincia, es decir casi el doble en tan solo cuatro años, muy por encima del crecimiento del padrón electoral en igual período. Puede afirmarse en definitiva que en la elección de 1931, la Alianza captó alrededor de un quince por ciento aproximadamente del voto radical e independiente, el cual luego volvió en gran medida a su caudal histórico.
Conforme con los resultados electorales de 1931, la Alianza obtuvo en Córdoba cinco diputados nacionales, siete diputados provinciales, un senador por la capital cordobesa y cinco concejales en la misma ciudad.
En el interior de la provincia, la Alianza ganó la elección municipal en Laboulaye y Sampacho con mayoría en los Concejos Deliberantes de esos municipios, obtuvo la primera minoría en Canals, Pascanas, Marcos Juárez y Ucacha y la segunda minoría en Morteros, San Francisco y Huinca Renancó en todos los casos con representación en el Concejo respectivo.
Abril de 2016.
Fuentes de consulta:
- Archivo del diario La Voz del Interior, septiembre y octubre de 1931 (El tomo del mes de noviembre del mismo año se encuentra en reparaciones) (informe de la Hemeroteca de la Legislatura Provincial).
- Archivo del diario Los Principios, noviembre de 1931.
- “El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, Políticas e Ideas a través de un siglo”. Hernán Camarero y Carlos Miguel Herrera editores. Autores varios. Prometeo Libros, Buenos Aires, 2005, pág. 255.
- Historia de Córdoba, Tomo II, Quinta edición actualizada, Efraín U. Bischoff. Lerner Editora SRL, Córdoba, 2008, págs. 573/668.
Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo II. Hojas de Historia. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.