El Dr. Nicolás Repetto fue uno de los tantos dirigentes políticos que estuvo preso durante varios meses en el transcurso del primer peronismo. En 1952 estuvo detenido, junto a Alfredo Palacios y el gran constitucionalista Carlos Sánchez Viamonte, todos ellos integrantes del Partido Socialista. El lugar de detención fue la Penitenciaría Nacional, que se encontraba en la manzana comprendida entre otras por las calles Las Heras y Coronel Díaz en la ciudad de Buenos Aires.
El Dr. Repetto tenía 81 años al momento de su detención, que no tenía otro fundamento que su oposición al peronismo. No había participado en modo alguno en el levantamiento del viejo general Benjamín Menéndez contra el gobierno vigente. Su aspecto físico impresionaba de tal manera, que al verlo el Dr. Palacios le comentó una mañana a Sánchez Viamonte: “¿Lo ha visto al Dr. Repetto? Parece un faquir”.
Sin embargo, a esa edad, Repetto escribía en el periódico “Nuevas Bases” que se editaba y circulaba clandestinamente en sustitución de “La Vanguardia”, tradicional diario socialista que había sido clausurado ya en 1947, mucho antes de que una comisión parlamentaria impusiera sanciones y clausuras de otros diarios y revistas en todo el país, desafectos al régimen peronista hasta llegar al centenar.
En ese mismo contexto histórico, en la edición Nº 41 del 5 de agosto de 1952 Repetto escribe desde “Las Bases” un breve artículo sobre la muerte de Eva Perón que acababa de producirse.
Dice allí Repetto “no podríamos ignorar, amparándonos en un silencio hipócrita o cobarde, la desaparición de la esposa del Presidente de la República. Es una mujer que supo hacerse de una influencia enorme y que ha gravitado en forma demasiado sensible en la obra del General Perón para que su muerte pueda ser silenciada”.
Agrega Repetto: “Impuesta la obra y coronada por el nuevo triunfo de la reelección, la vimos a menos de cinco o seis semanas de su muerte, dar pruebas de resignación heroica al sufrimiento físico y al destino aciago, manteniéndose de pie en el vehículo que la transportaba durante el largo trayecto de la Avenida de Mayo. Asombrosa fortaleza de espíritu y de insensibilidad física. Se sabe hoy cuanto ha pesado el voto femenino en la reelección del General Perón. Ella se hizo cargo y llevó adelante la parte no tan vulnerable de la obra del gobierno peronista, prestando trato simpático a los obreros, a los gremios, a los niños, a las familias necesitadas o en desgracia, a los que designaba cariñosamente con el nombre genérico de descamisados”.
Después de estas palabras, que expresan el sentir de un hombre conmovido frente a la muerte de una joven mujer tan representativa del momento histórico, Repetto enhiesto nos muestra al opositor que era y al profundo observador del alma humana que aparecía en Eva con vitalidad trascendente y al mismo con las falencias que sacudían una naturaleza femenina hasta tornarla parte de un andamiaje autoritario. “La pasión partidista había destruido o debilitado en ella ese fondo de dulzura y generosidad ingénitos, que crea en el espíritu de la mujer una natural inclinación, a la indulgencia y la concordia entre los hombres”.
Repetto podía escribir así, con serena objetividad porque no profesaba odios y era sincero hasta en los momentos más difíciles de su vida. Jamás hubiera pintado paredes que aplaudían la cruel enfermedad de Eva. Era capaz de encontrar méritos en el adversario más enconado. Pero no renegaba de su muy justificada oposición a un régimen que lo persiguió sin tregua.
Pocos argentinos recuerdan a Nicolás Repetto quien, al igual que Juan B. Justo fue un médico eminente antes de dedicarse a la política.
Escribió seis libros de medicina: “Cuadros sinópticos de medicina operatoria” en 1891, “Heridas del diafragma a través del seno costodiafragmático” en 1894, “La función lumbar” en 1898, “Abcesos del cerebro de origen otítico” en 1900, “Lecciones sobre cirugía craneana” en 1903 y “Traumatismos raquimedulares” en 1904.
Hasta la fecha ha sido el legislador socialista con mayor cantidad de mandatos. Fue 28 años parlamentario entre 1912 y 1942 y falleció en 1965 a sus 94 años dejando como único patrimonio su casa particular de Vicente López.