EL LENGUAJE PRESIDENCIAL – NOTA EDITORIAL

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Ojalá esta drástica caída de la inflación sea duradera. Es una condición indispensable para la estabilidad y el desarrollo, junto a otros requisitos.

Pero los habitantes de nuestro país, si valoramos que estamos compuestos de materia y espíritu, tenemos que comprender como una derivación lógica que no somos únicamente empresarios, profesionales, trabajadores y consumidores, sino también ciudadanos de una república democrática. En consecuencia, nos debe preocupar en nuestra vida cotidiana la calidad institucional en que vivimos.

En este sentido es lamentable comprobar que, en función de una cierta tranquilidad en sus bolsillos, buena parte de la sociedad permanece indiferente frente a los insultos que el presidente de la nación lanza contra opositores y periodistas especialmente. No faltan quienes lo festejan y quienes sostienen que Javier Milei debe ser aún más violento.

Nos preocupan mucho los ataques a la prensa. En un país serio hay dos poderes y dos contrapoderes, todos esenciales. El poder ejecutivo y el parlamento de un lado y la justicia y los medios del otro. La justicia poniendo límites a los abusos de los gobernantes y la prensa denunciando tales hechos.

A la larga poco ayuda a los gobiernos un periodismo complaciente. Juan Domingo Perón en su vejez política pudo decir: “en 1946 gané las elecciones con los grandes medios en contra y en 1955 me derrocaron con todos los diarios y las radios a favor”. En efecto, aquel presidente se había cansado de clausurar al periodismo independiente, de censurar radios, diarios y revistas, de montar una cadena de propaganda informativa impresionante pero no pudo evitar su caída.

El presidente actual cree que él debe insultar al periodismo crítico todo el tiempo. Se coloca así en las antípodas del liberalismo político, porque su liberalismo se agota en el funcionamiento de la más amplia desregulación de los mercados. Esta bifurcación acerca de los alcances de las libertades no es original.

Mucho tiempo antes Benedetto Crocce ya distinguía entre los liberales, aquellos que se preocupaban por las libertades esenciales del espíritu humano, y los liberistas aquellos a los que sólo les interesa la irrestricta circulación de los bienes. Augusto Pinochet fue un liberista. Sometió a su pueblo a una dictadura e implantó un sistema de amplia libertad en los mercados. Mario Vargas Llosa fue un liberal integral, más allá de que no compartamos parcialmente sus ideas económicas.

Repasemos un poco los exabruptos y estallidos de Milei en relación con la prensa.

Empecemos por nuestras mujeres periodistas, Silvia Mercado, María O’ Donnel y Luisa Corradini maltratadas por Milei. En el caso de O’ Donnel fue descalificada como “zurda e ignorante”.

Distintos epítetos agresivos que ha destinado a importantes periodistas como Jorge Fernández Díaz, Joaquín Morales Solá y Carlos Pagni. A Paulino Rodríguez, del mismo medio, tal vez un poco menos conocido que los primeros lo trató de “cerdo” por haberle deslizado una crítica relacionada con una aparente demora del Presidente para asistir a las exequias del Papa Francisco.

Hay que recordar también otros agravios a la prensa en donde Javier Milei ataca sin distinción alguna: “periodistas mentirosos, ensobrados y operadores”, “basuras mentirosas”, “inyectan veneno”, “mentirosos patológicos”, “pauteros y depravados”, “profesión inmunda”, “ejército de mitómanos”.

Otros insultos de Milei dirigidos a la prensa y también a otra clase de disidentes han sido los vocablos “idiota”, “imbécil” y “degenerado”, expresiones éstas que han dado lugar a una valiente carta abierta al presidente publicada por el pediatra Enrique Orchansky en La Voz del Interior. Son consideraciones en donde Orchansky trata de esclarecer al obsesionado mandatario acerca de la etimología de estas palabras y el efecto dañino que produce la utilización presidencial de aquellas en la educación y la formación de los niños.

Participan de este juego de agresiones, inesperados protagonistas, como el mismísimo ministro de economía de la Nación, “Toto” Caputo, que sin el menor fundamento ha dicho que “el periodismo como profesión tiende a desaparecer”. Se suman desde lejos las huestes de Donald Trump que advierten: “You don’t hate the media enough”. Y entonces los amigos de nuestro presidente traducen con disciplina “no hemos odiado suficientemente al periodismo”.

Por fin están los periodistas amigos del poder, los que protagonizan con el presidente entrevistas de extrema cordialidad sin preguntas incómodas.

El periodismo oficialista siempre termina mal, desprestigiado. Recordemos al gran Enrique Santos Discépolo, devenido en “Mordisquito”, conductor de un programa radial para molestar a la oposición durante el primer peronismo. La violencia verbal de ese programa molestó hasta a los amigos de Discépolo, justicialistas muchos de ellos. Gomez Fuentes durante la guerra de Las Malvinas, Bernardo Neustadt durante el menemismo. Sobran los ejemplos.

Toda esta combinación de insultos y agresiones, se parece mucho al kirchnerismo que tenía sus propias liturgias. El programa 6, 7, 8 admirablemente enfrentado por Beatriz Sarlo en su momento. Los carpetazos y juzgamiento callejeros a los periodistas disidentes y sobre todo el hostigamiento permanente al diario “Clarín” a partir del conflicto con el campo, entre otros episodios desagradables. Y no es la única similitud. Tanto Cristina como Javier hablan y se ponen “bravos” desde respectivas zonas de confort. A ella y a él no les gustan las conferencias de prensa ni los periodistas incómodos. La ex presidente jugaba siempre de local a través del uso y abuso de las cadenas nacionales. A su vez el León ruge sólo allí donde no se lo puede interrumpir ni discrepar o en sus redes militantes. Cualquier expresión discordante termina en insulto inmediato. La única diferencia es la importante baja de la inflación y en ese contexto, ante los insultos “es mejor fingir demencia” como se dice ahora.

Pero hay una lectora del diario La Nación, cuyo nombre no he sabido recordar que ha dicho las cosas por su nombre (LN 4 de mayo de 2025). “En realidad no debería sorprendernos la actitud del presidente, ni de quienes manejan sus redes, respecto de la columna del periodista Carlos Pagni. Es una metodología que conocemos bien, dado que, lamentablemente, guarda muchas similitudes con el actuar del kirchnerismo. Creo que esto nos obliga a estar totalmente alertas porque no por desechar definitivamente al kirchnerismo debemos aceptar un manoseo que finalmente puede poner en peligro la democracia”.

Es por eso que en la elección de medio término será conveniente encontrar una opción que garantice la gobernabilidad sin dar mayoría a ninguno de los dos peligrosos extremos de la política argentina: La Libertad Avanza y el kirchnerismo.

En la misma fecha y página, La Nación señala en su editorial: “el ejemplo por seguir debe comenzar por arriba, por el jefe de Estado. Avalar el lenguaje soez, calumnioso, amenazante de las escuadras de trolls refleja un deterioro pavoroso de la cultura cívica argentina. El anonimato multiplica en las redes sociales la gravedad de las injurias, falsedades, calumnias e insultos”.

Por último, la Asociación de Empresas Periodísticas Argentinas (ADEPA) ha señalado con precisión las funciones de la prensa en un país democrático: “examinar el poder, auditar la cosa pública, facilitar el acceso a la información, favorecer el debate argumentado”.

La importancia de tales tareas, deberes y derechos, nos compromete a defenderlos desde nuestra posición ciudadana.

Acerca del autor

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Gustavo Orgaz

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba.
Ex Juez Civil y Comercial en Córdoba.
Ex Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue Titular de la Cátedra de Contratos y ex Profesor de Posgrado en la Maestría de Derecho Civil Patrimonial. Ex profesor de Derecho Deportivo, siempre en la misma Universidad.
Ex integrante del Departamento de Derecho Civil de la Academia de Derecho en Córdoba.

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Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba.
Ex Juez Civil y Comercial en Córdoba.
Ex Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue Titular de la Cátedra de Contratos y ex Profesor de Posgrado en la Maestría de Derecho Civil Patrimonial. Ex profesor de Derecho Deportivo, siempre en la misma Universidad.
Ex integrante del Departamento de Derecho Civil de la Academia de Derecho en Córdoba.