Luego del resultado de las PASO, absolutamente inesperado, no sabemos si podemos decir para todos, pero sí es posible afirmar que para la gran mayoría, los días transcurren y muy probablemente transcurrirán hasta las elecciones de noviembre, entre la desesperación del gobierno por hacer cualquier cosa para revertir el resultado, y la expectativa de la ciudadanía que espera se reafirme el mensaje al oficialismo expresado en esa verdadera encuesta popular que son las elecciones primarias.
La opinión generalizada sostiene que será muy difícil dar vuelta el resultado electoral del 12 de septiembre. Ante ese resultado, que golpeó fuerte el ánimo del oficialismo, el gobierno está totalmente desorientado, confundido, y como consecuencia la sociedad advierte con facilidad las incoherencias, los absurdos, las contradicciones que son moneda corriente en el Frente de Todos.
Son innumerables los hechos, opiniones y declaraciones de altos funcionarios, incluido el Presidente, actitudes y disposiciones que muestran por un lado el desconcierto para encontrar un rumbo, y por otro el desparpajo con que se usan con fines netamente electoralistas y con el objeto de acaparar el poder total, recursos del Estado provenientes de toda la sociedad que paga impuestos.
Es imposible referir cada uno de los elementos que integran el complejo panorama político e institucional que enfrenta el país ante la obsesión del gobierno con respecto a las elecciones del 14 de noviembre, que día a día muestra nuevas incongruencias y revela originales enfrentamientos entre sus integrantes.
Aquellas declaraciones del candidato Daniel Gollan referidas a que “con un poco más de platita en el bolsillo la foto de Olivos no hubiese molestado tanto”, lo que de inmediato instituyó la dádiva y el clientelismo en estrategia de campaña; atribuir la derrota electoral a responsabilidades ajenas al gobierno, por ej. a la inflación causada por el endeudamiento del gobierno anterior, (no por la actual emisión enloquecida); la tergiversación desvergonzada y dolosa de información de primera índole referida a la adquisición, uso, distribución y manejo de las vacunas y los procesos de vacunación; el desentendimiento irresponsable de obligaciones legales y constitucionales irrenunciables… y un largo etcétera, son algunos de los datos que sustentan la alarma que conmueve al kirchnerismo ante el oscuro horizonte que avizoran. Habría que agregar la inexplicable insistencia en la adopción de medidas que han fracasado decenas de veces a lo largo de tantos años (control o congelamiento de precios, prohibición de exportaciones, por dar un par de ejemplos). También conviene añadir a las actitudes de los candidatos oficialistas o de algún funcionario que enturbian el clima preelectoral, algo que apareció de pronto a dos semanas del 14 de noviembre: denuncias sin fundamento alguno contra la oposición, como la formulada por Victoria Tolosa Paz al sostener que aquella “prepara un golpe blando antes de las elecciones”; o lo expresado por el Ministro Martín Guzmán: “La posición de algunos dirigentes opositores es anti Argentina y anti los intereses de la patria”.(Se refería a María Eugenia Vidal por su posición crítica al congelamiento de precios, sobre lo cual afirmó que nunca dio resultado).
Por considerarlo de extrema gravedad y estimar que ha sido tratado con negligencia por el gobierno, nos detendremos un momento a recapacitar sobre el conflicto suscitado en la Patagonia a raíz de violentos ataques cometidos por grupos autodenominados Mapuches, como el caso del incendio del Club de El Bolsón, en la provincia de Río Negro, respecto de lo cual Aníbal Fernández sostuvo que “es irresponsable hablar de terrorismo porque puede generar conflictos mayores”, en tanto que Berni lo calificó directamente de terrorismo, y abogó por el envío de fuerzas federales para reprimirlo, haciendo lugar al pedido de la Gobernadora de Río Negro. El Presidente, como es habitual, adoptó una posición ambigua, dispuso el envío de efectivos federales para poner orden, pero advirtió a la Gobernadora que no era función del gobierno nacional la resolución de un conflicto de orden provincial. En este punto y ante un debate intrascendente sobre si se trata o no de terrorismo, nos llama poderosamente la atención que se deje de lado lo fundamental de la situación planteada: nada menos que el problema de la soberanía.
Lo que esta organización de falsos mapuches plantea es el desconocimiento de la soberanía argentina sobre los territorios que ellos ocupan o pretenden ocupar. Facundo Jones Huala, el líder de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) habla de “Nación Mapuche” y desconoce en forma contundente, las facultades y derechos de los Poderes del Estado argentino. Si tal usurpación no amerita, más aún, no obliga a la máxima autoridad de la República a enfrentar ese atropello con todas las herramientas de que disponga, no entendemos qué lectura ha hecho de los deberes que le impone la Constitución.
Indudablemente, lo que venimos señalando y tantos otros asuntos de similar gravedad, que omitimos por obvias razones, agudizan las disensiones y enfrentamientos y complican la gestión de Alberto Fernández y su gobierno. Es probable que cuando estas reflexiones lleguen al lector, ya se conozca el dictamen de las urnas, y resultaría superflua cualquier conjetura diagnóstica. Lo señalado hasta aquí, es suficiente como somera muestra de los elementos que pueden influir en el ciudadano al emitir su voto. Sin embargo no podemos evitar la tentación de declarar nuestra opinión en cuanto pareciera justificada la preocupación del oficialismo por un fracaso electoral superior al de las PASO.
La Dirección