EDITORIAL Nº 13

E

             “Me preocupa el país”, nos decía un amigo a principios de marzo. Se refería a diversos aspectos del quehacer político, de las contingencias económicas, de la vida social, de ciertas actitudes de algunos jueces y fiscales, como así también a tremendas conductas delictivas que conmovieron profundamente a la sociedad, como el asesinato de Fernando Báez Sosa ocurrido en Villa Gesell.

                Indudablemente había numerosos motivos para preocuparse por el país.  La paulatina y como disimulada entrega de la suma del poder público al presidente; el conflicto con el campo; la falta de un programa económico preciso y las ambiguas declaraciones de Alberto Fernández asegurando que tiene un programa pero no lo da a conocer porque previamente quiere el arreglo de la deuda con el FMI, lo que planteaba la insólita situación de no acordar con el Fondo por falta de un plan económico y no dar a conocer el plan por  falta de arreglo con el organismo internacional; la soberbia actitud de la vicepresidente evidenciada en diversos actos, gestos y conductas prepotentes, como las amenazas y alardes de desprecio a los jueces que deben juzgarla por asociación ilícita y corrupción; o su silencio cómplice ante las declaraciones y amenazas de los autoconsiderados “presos políticos”, en realidad políticos presos por corrupción, defraudación, latrocinio, enriquecimiento ilícito e incontables etcéteras; el beneficio de la prisión domiciliaria al as de funcionario corrupto, Julio De Vido y sus insolentes bravuconadas. Lo mencionado simplemente como ejemplo, exime de abundar en la enumeración de la pluralidad de motivos políticos de preocupación por el país a que nos referimos. En cuanto al suceso de Villa Gesell, cabe señalar que poco tiempo después ocurrió un hecho similar en Córdoba, protagonizado exclusivamente por menores, que por fortuna no tuvo un final fatal pues la víctima, luego de varios días en coma, pudo recuperarse. Estas conductas delictivas, cuyos protagonistas no carecen de instrucción, pues pertenecen a familias de clase media y clase media alta, han cursado estudios de buen nivel y tienen plena capacidad para discernir sobre sus conductas y actitudes, desataron una generalizada reacción por medio de las redes sociales mediante presentaciones colectivas solicitando la aplicación sin miramientos de la ley penal correspondiente, en las que se advierte cierta sensación subliminal de desconfianza. El horrendo crimen de Villa Gesell, cuyos autores exhibieron en sus comportamientos inmediatamente posteriores al hecho y en los días siguientes, un proceder deleznable: sin el menor dejo de arrepentimiento,  celebraban el crimen mientras trataban de eliminar pruebas y realizaban actos que pudieran servir de coartada; el hecho similar sucedido en Córdoba así como otros análogos aunque de menores consecuencias, motivaron reflexiones autorizadas sobre la existencia de fallas profundas de la educación en el seno de la familia.

                Pero de pronto el país se encontró alcanzado por el problema de la pandemia universal declarada a raíz del brote de Covid-19. Ante la necesidad de la adopción de medidas urgentes acordes con una situación de emergencia que exige disposiciones inmediatas en circunstancias de extremo dinamismo, se otorgó al Presidente facultades extraordinarias, prácticamente la suma del poder, con la anuencia de la oposición y el consentimiento generalizado de la opinión pública. Realmente era una necesidad especialmente para manejar el aspecto sanitario, pero con ello, Alberto Fernández llegó a tener la mayor concentración de poder que haya tenido un gobierno argentino en democracia. Dio prioridad casi absoluta a lo sanitario, asesorado por un conjunto de destacados expertos en la materia y adoptó medidas acertadas para disminuir el contagio; la principal el aislamiento social preventivo y obligatorio, declarado por decreto de necesidad y urgencia a partir del 20 de marzo. Si bien resultó una resolución efectiva en cuanto permitió controlar con bastante eficacia la cantidad y velocidad de los contagios y por ende lograr una mayor y mejor preparación de los servicios de salud para enfrentar mejor pertrechados el insoslayable momento culminante de la pandemia, que aún no ha llegado, lo que fue reconocido y apoyado unánimemente, al mismo tiempo se advirtieron problemas de diversa índole que surgían como consecuencia directa de esas medidas: la absoluta discrecionalidad del Poder Ejecutivo en el manejo de la cosa pública dada la amplia delegación de facultades, agravada por la falta de funcionamiento del Congreso y la feria que prácticamente paralizó la actividad del Poder Judicial, (alguien señaló que sin una Justicia en funcionamiento no hay República); el gravísimo problema económico que planteaba la casi nula actividad del comercio y la industria, la de gran cantidad de profesiones y oficios, etc., (Alberto Fernández había planteado erróneamente la drástica disyuntiva economía o muerte). Tuvo que reconocer finalmente que dando lógica prioridad al aspecto salud, no podía desentenderse de lo demás.

                Ante la situación planteada por la cuarentena; las frecuentes contradicciones, idas y vueltas, del Presidente; las actitudes de la vicepresidente, que va por todo en la Justicia buscando su impunidad ya;  las de algunos jueces; el comportamiento de funcionarios, a veces insólito como las expresiones de la Directora de Asuntos Jurídicos del Senado, Graciana Peñafort; las posiciones a menudo contradictorias y encontradas de dirigentes gremiales; todo lo cual genera un momento muy dinámico de cambios permanentes que modifican la situación de fondo de un día para el otro; ante todo ello ─decíamos─ no tiene sentido examinar en detalle en un artículo periodístico de esta naturaleza, cada una de las distintas posiciones, los pormenores de los debates, las opiniones de los principales actores, puesto que cuando esta tirada de Hojas de Cultura vea la luz, lo cual es también incierto todavía, todas estas cuestiones ya habrán tenido alguna resolución y la discusión actual solo tendrá valor como dato histórico que por otra parte será ya del conocimiento general de la sociedad.

                Escribimos este editorial en momentos en que ha comenzado lo que llaman flexibilización de la cuarentena, es decir, continuidad de las restricciones establecidas en el orden sanitario, pero con bastante mayor liberalidad en la actividad económica. Casi la totalidad del país está en lo que el gobierno denomina fase cuatro; se exceptúa solo la zona más caliente, el AMBA, que sigue en fase tres. Exactamente hoy es el día 55 desde que se dispuso el aislamiento social preventivo y obligatorio y en verdad no podemos olvidar que desde el primer momento se levantaron voces que advertían la necesidad de prestar la debida atención a otros rubros del quehacer social y político, sin abandonar la prioridad otorgada al cuidado de la salud. “Vamos a defender la salud; vamos a defender la economía; vamos defender la República” decía un destacado comentarista, mientras un politólogo señalaba la importancia de cuidar el  bien de la libertad refiriéndose a las opiniones que circulaban en las redes sociales y habían sido cuestionadas y refutadas con tono autoritario por Alberto Fernández. También se proponía, con sólidos argumentos, que así como existe un conjunto de expertos para asesorar sobre las medidas de tipo sanitario, era imprescindible asesorarse con los mejores economistas para considerar el problema de la situación económica.

                Hoy, luego de dos meses sin funcionar, el Congreso de la Nación vuelve a reunirse, esta vez en sesiones virtuales. Se trata de sesiones especiales, tanto en Senadores como en Diputados, para considerar la aprobación de los decretos de necesidad y urgencia para lo cual existe acuerdo con la oposición. De manera que fueron aprobados todos, menos los referidos a los superpoderes  del Presidente extendidos recientemente al Jefe de Gabinete, para redireccionar a su arbitrio las partidas del presupuesto, medidas cuestionadas por la oposición que no fueron tratadas.  Algún comentario periodístico hizo  notar que el Congreso no se cerró sólo por la pandemia; que el Ejecutivo se siente cómodo ejerciendo el poder de manera absoluta, (por la inactividad de los otros poderes) dado el gen autoritario presente en el ADN peronista desde sus orígenes.

                Otro dato importante es que hoy se ha producido el número más alto de contagios diarios, desde que se detectó el primer caso, y con tendencia a subir, especialmente en el AMBA. Esto preocupa a las autoridades aunque han señalado que está dentro de lo previsto, pues se espera llegar a la cima de esta montaña en los últimos días de mayo o primeros de junio. Pero no se descarta que según evolucionen las cifras, en algunas zonas haya que volver a la cuarentena estricta como se aclaró al disponerse la flexibilización.

                Aun cuando no entraremos en detalles, por lo aclarado anteriormente, resulta imposible no dejar constancia del frangollo que implicó la liberación de presos  y prisiones domiciliarias dispuestas  inconsultamente en determinados casos para beneficiar a miembros del espacio político gobernante, en otros, liberaciones o domiciliarias masivas sin cumplir los requisitos procesales requeridos por las leyes, con lo que resultaron excarcelados autores de delitos aberrantes cuya liberación se constituyó en un peligro para la sociedad. Y la sociedad reaccionó enfáticamente con cacerolazos desde los balcones, como se recordará. El presidente se negó sistemáticamente a reconocer participación o responsabilidad del gobierno en el asunto, pese a los pedidos por escrito formulados por funcionarios de su gobierno con el propósito indicado,  (por ejemplo el caso Jaime).

                Serían varios los casos, opiniones, disposiciones, proyectos, declaraciones, análisis, motivados por las acciones que se realizan para enfrentar la pandemia o a causa de ella, pero ello significaría extender más allá de lo prudente estas reflexiones, que, como ya hemos advertido, llegarán al lector cuando estos acontecimientos pertenezcan definitivamente al pretérito, aun cuando todavía subsistirán muchas de las consecuencias de lo que ahora está ocurriendo.

               Pensamos en el peligro latente de volver caer en default; pensamos en aquello que en su oportunidad planteó Alfredo Leuco: “Barbijos sí, mordazas no” al sostener que no debe estar en cuarentena la República; pensamos en la necesidad de sancionar leyes que afiancen las instituciones constitucionales; discurrimos con respecto a los peligros de avanzar sobre la Corte Suprema, aumentar el número de sus miembros y, ya se sabe, cubrir los nuevos cargos con jueces adictos, como lo han declarado sin siquiera sonrojarse altos funcionarios del gobierno; cavilamos sobre la inexorable pérdida de puestos de trabajo, la quiebra y desaparición de empresas grandes y pequeñas; pensamos en la impunidad de la corrupción y su afianzamiento en el poder; consideramos la gravedad de los daños que sufre la educación; pensamos… discurrimos… cavilamos… consideramos… y solo atinamos a expresar el vehemente anhelo de que nuestros temores, nuestra ansiedad, puedan ser superados por la acción decidida, consciente y esclarecida del pueblo soberano.    

 

La Dirección

 

Mario Argüello

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Mario ARGÜELLO, nació en Córdoba, el 14 de abril de 1931. Cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional de Monserrat, del que egresó como Bachiller Humanista y obtuvo el título de Profesor de Castellano, Literatura y Latín para la Enseñanza Superior, en la Escuela Superior de Lenguas (hoy Facultad de Lenguas) de la Universidad Nacional e Córdoba. Se ha desempeñado como profesor de Literatura Preceptiva y de Literatura Española en el Colegio Monserrat.
Ejerció el periodismo como redactor-lector del Servicio Informativo de LV3, Radio Córdoba, y se han publicado colaboraciones suyas en diarios y revistas del país como La Prensa, La Voz del Interior, La Gaceta de Tucumán, Tiempo de Córdoba, La Vanguardia, Bohemia y Figura, Laurel, Asueto, entre otras.
Ha publicado los libros de poemas: Aire amanecido (1961), El viento en las uvas (1981), Desde el otoño (2006), y De ayer y de hoy (2017) y la plaqueta “Al borde del ocaso” (2011). Poemas de silencio, de 1973, y Entre el vivir y el soñar, que obtuvo el segundo Premio Municipal de Poesía “Luis de Tejeda” en 1980, quedaron inéditos, aunque sus poemas integraron libros posteriores. Otras publicaciones: La poesía, lugar de reunión en Alejandro Nicotra (1981), Del Monserrat a Montserrat (1993), Detrás de la palabra (2000). El hombre y su dignidad (folleto – 1976). Narrativa: Cuentos leves y extraordinarios ( dos ediciones – 1997 y 2008); El envés de las sombras (novela - 2013).
Ha dictado cursillos y conferencias, y participado en lecturas de poemas en numerosas instituciones culturales del país y del extranjero.