EDITORIAL nº 20

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EL BALOTAJE QUE SUPIMOS CONSEGUIR – BALANCE Y PERSPECTIVAS

Hace un año y medio parecía obvio que los dos grandes competidores de nuestra elección presidencial, iban a ser Unión por la Patria integrado por el kirchnerismo y sus aliados cercanos por un lado y Juntos por el Cambio como principal coalición opositora (radicalismo, PRO, peronismo republicano, democracia progresista y la C.C. de Elisa Carrió).

Se advertía sin embargo en encuestas tempranas, la aparición del Partido Libertario de Javier Milei con una intención de voto que en algunos casos oscilaba entre el diez y el quince por ciento. Milei, con una posición extrema en torno a la economía de mercado desconocida en el mundo, entusiasmó inmediatamente a Mauricio Macri, quien propició la incorporación de Milei y su partido a Juntos por el Cambio, lo cual fue rechazado por el radicalismo, la Coalición Cívica e incluso por los sectores centristas del PRO.

En efecto, nuestros libertarios creen que la economía de mercado se aplica en el mundo como si se hubiera impuesto “la motosierra” de una vez y para siempre e ignoran, por ejemplo, las múltiples regulaciones existentes dentro de la Comunidad Europea y en Estados Unidos. Es el capitalismo reglamentado.

Es cierto sin embargo que la crítica de Milei al populismo dispendioso, ignorante de la gravedad del déficit fiscal, asistencialista sin criterio, inepto para recapacitar a quienes han perdido su trabajo, exorbitante en la asignación de privilegios dentro de los tres poderes del Estado, ha sido brutal en el modo, histriónica y disruptiva pero también certera y oportuna. Así Milei ha entrado con fuerza en las redes sociales y de esa manera amplió su base de sustentación.

En ese contexto corresponde ahora que empecemos a describir los movimientos de Sergio Tomás Massa que, de una manera u otra, ha sido parte de los cuatro gobiernos kirchneristas. Tuvo una rebeldía fugaz y ruidosa entre 2013 y 2019 pero ya en ese último año decidió volver “a la casita de los viejos”.

Así es que, en el tristísimo y deplorable gobierno de Alberto Fernández, Massa fue presidente de la Cámara de Diputados de la Nación hasta el mes de agosto de 2022 en que se convirtió en ministro de economía con inocultables aspiraciones presidenciales.

Desde que asumió como ministro y hasta el final de su mandato, sólo agravó la crisis de manera constante. Utilizó dos puntos de PBI para su campaña electoral. Presionó a medios periodísticos, gremios, clubes, movimientos sociales, curas villeros, cámaras empresariales, universidades y espacios científicos para conseguir votos. En el colmo del cinismo quiso ser bandera de cambio como si no integrara el oficialismo para lo cual escondió durante la campaña los dos emblemas del desastre: Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Este gobierno, integrado por tres personas con las más altas responsabilidades nos deja una inflación acumulada del 850% en cuatro años, lo que constituye un deterioro monetario de los más altos del mundo, con lo cual nos ha agregado tres millones de personas más, que han quedado situadas debajo de la línea de pobreza. La corrupción ha sido constante. La fiesta de Olivos, el vacunatorio VIP, la ostentación millonaria de Martín Insaurralde son sólo algunos ejemplos. La pretensión hegemónica ha llegado a la intención de llevar a juicio a la Corte Suprema de la Nación con una tortuosa tramitación de pruebas, con espionaje ilegal de la mano del diputado kirchnerista Rodolfo Tailhade, promotor de esta incalificable aventura y ex funcionario de la Agencia Federal de Inteligencia.

Dos palabras finales sobre la deuda total de este último gobierno kirchnerista: superó los 100.000 millones de dólares en estos años. Es decir que, a la luz del dato precedente, el candidato derrotado, supuesto mago de la economía, ha dejado al nuevo gobierno una bomba en condiciones de explotar.

Vamos a referirnos al ahora nuevo presidente de la República Argentina Javier Milei, economista de profesión, al parecer rockero en su juventud, arquero de las divisiones inferiores de Chacarita Juniors, coleccionista de perros vivos y aún preservados muertos, amigo del sexo tántrico y del erotismo triangular, con una eventual conversión al judaísmo en marcha. Este es el ciudadano que hemos elegido para que nos gobierne en los próximos cuatro años.

Milei en persona trató al Papa Francisco como enviado del mal en la tierra, aunque luego se disculpó; a su turno Diana Mondino se manifestó tolerante con las personas homosexuales, aunque utilizó una curiosa comparación para explicar su amplitud: dijo que a la homosexualidad había que naturalizarla, tal como lo hacemos con las personas que tienen piojos y no se bañan.

Claudio Fantini ha observado, respecto al perfil ideológico del candidato que, en realidad a Milei, más que la “economía de mercado” le interesa una “sociedad de mercado”, sin límite alguno, donde todo es negociable, incluidos los niños y los órganos del cuerpo humano. De manera coincidente Joaquín Morales Solá, ha advertido que a Milei le preocupa esencialmente el liberalismo en su aspecto económico y no en sus principios políticos más importantes, como por ejemplo la libertad de expresión.

Ello es así ya que Milei lleva querellados tres periodistas que no comparten sus ideas. La mayor jerarquía del liberalismo político por sobre la libertad económica que formula Morales Solá es la correcta. La economía de mercado es deseable para el intercambio fluido de bienes y servicios, pero en definitiva recae sobre la circulación de los bienes. Las libertades de expresión, de cultos, de asociación y los derechos humanos conciernen directamente a la dignidad de las personas. Por eso ya hace muchos años el gran pensador italiano Benedetto Crocce denominaba “liberistas” a los que priorizaban la economía de mercado y “liberales” a los que jerarquizan las libertades esenciales, asignando sólo un papel instrumental a la libertad económica.

Por otra parte, Javier Milei no ha sido coherente en cuanto a su relación con la llamada “casta”. Nadie ignora que antes de las elecciones primarias existió un acuerdo entre Sergio Massa y Javier Milei para dañar en acción común las posibilidades electorales de Juntos por el Cambio. Para aquella instancia Massa le proveyó a Milei fiscales para cuidar los votos de la Libertad Avanza y también candidatos, sobre todo para rellenar listas provinciales y comunales en las flacas estructuras del economista.

El primero especuló con que, si Milei sacaba unos quince puntos en esta elección preliminar, ello iba a ir en detrimento de la confianza del electorado respecto de las “chances” de “Juntos”. Lo que Massa jamás imaginó es que Milei iba a ser el más votado de todos los precandidatos, al borde del 30 por ciento de los sufragios válidos. Este resultado produjo dos efectos inmediatos. De un lado, se dispararon las alarmas en el oficialismo: Milei había sacado más votos que Massa y Grabois juntos, ambos precandidatos del kirchnerismo. El monstruo estimulado se les había ido de las manos. Del otro costado, Mauricio Macri no pudo reprimir su entusiasmo adolescente por la “motosierra” prometida por Milei para destruir la “casta” y esa misma noche estuvo más elogioso con el ganador inesperado de la elección primaria que, con la candidata de su espacio, Patricia Bullrich, ensimismada por una interna feroz.

Este connubio ocasional entre Massa y Milei también fue denunciado oportunamente por Joaquín Morales Solá en las páginas de La Nación. “Antes de las Paso, Milei se dejó ayudar por Massa y Barrionuevo”. Esta última referencia alude al inefable gremialista gastronómico (L.N. 20/10/2023, pág. 39). En la misma fecha, Edgardo Moreno, columnista de La Voz del Interior señaló que “Massa promovió que la estructura territorial del oficialismo le facilitara candidatos y fiscalización a Javier Milei”. Esto dicho siempre en referencia a las elecciones primarias. Agrega Moreno que ante los resultados imprevistos y con miras a la primera vuelta, “Massa abandonó a Milei y puso en movimiento el aparato lo que lo llevó al triunfo en esa instancia” (LVI, 23/10/2023, pág. 3).

Entre aquellas primarias y la primera vuelta electoral, Patricia Bullrich padeció escarnio y soledad. Un Javier Milei cada vez más empoderado y pródigo en exabruptos la acusó de haber sido protagonista de un atentado con bombas en un jardín de infantes en los años 70, por cierto, sin prueba alguna.

A su vez Mauricio Macri apareció como uno de los factores de la derrota de Juntos en la primera vuelta y así, también lo destacó con justa razón nuestra prensa local. “El ex Presidente de la Nación coqueteó con Javier Milei hasta que esa actitud se hizo insostenible. Pero fue tarde. Su apoyo a Patricia Bullrich en los últimos días no alcanzó y ahora su creación, ‘Juntos por el Cambio’, tambalea” (LVI, 23/10/2023, pág. 5).

En tercer lugar, el propio electorado comenzó a percibir la debilidad de la candidata de “Juntos”, quien no logró retener sino parcialmente el voto de quienes habían sufragado por Rodríguez Larreta, su rival interno en las elecciones primarias y así quedó fuera de carrera.

Desde antes de las elecciones de primera vuelta hasta su celebración, los ciudadanos de este país estuvimos escuchando las idas y vueltas de un Milei indescifrable en torno a la portación de armas, al destino de la educación, la eventual onerosidad de la salud pública, las perspectivas inciertas del Conicet, el supuesto reemplazo del Incucai por un mercado de órganos, un posible replanteo en relación con el aborto, la hipotética eliminación de la educación sexual integral y así una gran variedad de materias.

Tanta confusión, tanto amateurismo político, produjo en la primera vuelta el estancamiento electoral de Milei. Se quedó en los mismos porcentajes de la elección primaria, mientras Massa, con gran dispendio de dinero público en la campaña, trepaba penosamente al 37 por ciento de los votos. La peor elección presidencial del peronismo en toda su historia.

Es decir que quedaban para el balotaje dos torpes gladiadores heridos. A partir de allí se encadenaron varios factores que han llevado a Javier Milei a la presidencia de la República.

El primero de ellos, ya lo hemos explicado: la mayoría del pueblo argentino, incluso las clases bajas, ya estaba harto del kirchnerismo y quería derrotarlo, aunque sea con la desconcertante opción que tuvo a mano. Además, el último episodio de la campaña electoral de Massa ha sido francamente deleznable.

Utilizó recursos del Estado de manera salvaje, se valió del espionaje estatal para mandar “carpetazos que limaran el prestigio de su adversario y generó un discurso del miedo que como un boomerang se le vino en contra (“Basta de Baño María – Razones del voto a Milei”, Laura Gonzáles, LVI, 21/11/2023, pág. 8). Massa mostró allí lo peor de sí, descubriéndose sabedor de información de inteligencia, lo cual resultó, lo reiteramos, verdaderamente repudiable.

El segundo motivo del triunfo libertario, adquirió sustento en que Milei, después de su estancamiento electoral de la primera vuelta, fue moderando sus posiciones más audaces, más intolerantes y disruptivas y ganó estabilidad emocional, incluso en el debate con Massa donde fue maltratado.

En tercer lugar, apareció la mano de Guillermo Francos, un político de largo recorrido por distintos espacios, entre ellos, el mismísimo gobierno de Alberto Fernández, donde tuvo un cargo representativo de la Argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo.

Se lo reconoce como dialoguista y componedor y en sus apariciones televisivas expresó reiteradamente que “la política es diálogo y lo es más aún cuando el gobierno carece de mayorías parlamentarias”. Así lo ha destacado Morales Solá en sus columnas y va a ser el Ministro del Interior que esperan los gobernadores de distinto signo.

No puede desconocerse por otro lado la temprana inclinación de Mauricio Macri por Javier Milei que promovió el justo enojo de los hasta ayer socios de Juntos por el Cambio por ese obrar inconsulto hacia adentro de la coalición. Sin embargo, no puede negarse que este acercamiento público hacia Milei, cuarenta y ocho horas después de la primera vuelta, le arrimó al candidato una importante cantidad de votos, fidelizando los sufragios del PRO en esta dirección, como así también muchas voluntades independientes de clase media (Federico Gianmaría, LVI, 20/11/2023, pág. 7).

Un quinto elemento para el análisis de esta victoria, ha sido la actitud del gobernador Juan Schiaretti, quien obtuvo el siete por ciento de los votos en un frente integrado por el peronismo independiente, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. Este gobernador tuvo un razonable desempeño en los debates previos a la primera vuelta y con poco apoyo fuera de su provincia, realizó una decorosa elección. Con estos antecedentes inmediatos, Schiaretti jugó un papel importante en el balotaje. Nunca se pronunció a favor de Milei pero no escatimó duros reproches al kirchnerismo en general y a Sergio Massa en particular. Es decir que Schiaretti se mantuvo dentro de la tónica política de Córdoba, la provincia más anti kirchnerista del país, lo cual responde a justos motivos que no es necesario recordar. En esa diferencia de 75 a 25 por ciento que se registró en Córdoba, hay una incidencia clara, sin dudas, respecto a la que se manifestó en los guarismos finales en toda la nación.

Digamos por último que el voto radical y el voto de los simpatizantes de Elisa Carrió fueron también para Milei.

El candidato ganador retuvo el porcentaje que había obtenido en la primera vuelta (30%) agregó todo lo que había reunido Juntos por el Cambio en aquella instancia (24%) y sumó también parte de los votos que había tenido Schiaretti por lo que fácilmente se comprende cómo es que Milei llega al 56% sobre el total de los votos válidos. Otra conclusión entonces, es que los votantes tradicionales de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica no siguieron la recomendación de sus partidos en favor de la neutralidad o el voto en blanco y mucho menos siguieron a los dirigentes radicales que como Morales o Storani apoyaron a Massa.

Veamos por fin las perspectivas políticas inmediatas que esperan a nuestro sufrido pueblo argentino.

Si partimos del día en que se celebró el balotaje, muchos argentinos se identificaban con el escepticismo con que Jorge Fernández Díaz, cerraba su comentario dominical en el diario La Nación. “Los dos personajes que disputan hoy la segunda vuelta, juntos y separados, componen una imagen estremecedora porque revelan nuestro amor por el fracaso. Ni el mejor actor del mundo podría disimular que muchos tendremos este domingo una cita con la amargura”.

Sin embargo, pese a todas las dudas y temores hubo un claro mensaje de las urnas: una mayoría clara de los votantes reclama un cambio y sobre todo quiere dejar atrás la ominosa y larga hegemonía kirchnerista.

Lo que vemos también es que tenemos un presidente que ha hecho esfuerzos por moderar y estabilizar su emocionalidad, aunque no sabemos si va a tener el pragmatismo necesario para reconocer sus límites.

Solo cuenta con treinta y ocho diputados sobre doscientos cincuenta y siete integrantes de esa Cámara y ocho senadores sobre setenta y dos que componen el Cuerpo. Es decir que le falta desde el vamos mayoría parlamentaria. Es obvio que deberá intentar acuerdos de gobernabilidad con todos los bloques de lo que ha sido Juntos por el Cambio, es decir la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, el peronismo republicano y otras expresiones menores. Hay en ese conjunto noventa y tres diputados. También tendrá que explorar entendimientos dentro del llamado Bloque Federal donde se cuentan dieciséis legisladores. Cohabitan allí el peronismo de Schiaretti, el socialismo de Santa Fe y otros segmentos de carácter provincial. En el Senado el panorama es similar. El partido de Milei llega apenas a los ocho senadores, hay veinticuatro senadores que pertenecen al radicalismo, el PRO y el Frente Cívico de Córdoba y ocho más ligados a diferentes fuerzas políticas provinciales. En ninguno de estos potenciales acuerdos legislativos, Milei podrá exigir a sus interlocutores una adhesión incondicional a sus propuestas. Por el contrario, tendrá que ser receptivo a las ideas ajenas e integrarlas armónicamente a las propias en una política de consensos. Tiene una magra representación parlamentaria porque esa es la aceptación real que han tenido sus ideas entre 2019 y 2023. El cincuenta y seis por ciento obtenido finalmente es sólo el fruto del ejercicio de una opción que ha hecho la mayoría del electorado en el contexto de un balotaje. Tiene frente a sí veinticuatro gobernadores con todo el dominio territorial distribuido: cinco radicales, tres del PRO, dos de Juntos por el Cambio que provienen del peronismo como sucede en San Luis y San Juan, el peronismo cordobés, hasta ahora antikirchnerista, con su nuevo gobernador Martín Llaryora, seis gobernadores formalmente peronistas y otros siete aliados al peronismo/kirchnerismo. También con ellos deberá entenderse el nuevo Presidente con respeto y equidad, contemplando los aspectos singulares de cada provincia.

Y lo importante: Todo tendrá que hacerse dentro de las instituciones, el Estado de Derecho, las libertades públicas y privadas, la democracia y la solidaridad social, con un asistencialismo ordenado, para quien realmente lo necesite y quiera volver al mundo del trabajo, sin intermediarios de planes sociales y con un Estado eficiente, racional, sin trabajadores ficticios o innecesarios, pero presente siempre en la educación, la salud, la justicia y la seguridad de los argentinos. Con impulso del cooperativismo genuino y el mutualismo verdadero, los dos pilares de la economía solidaria, con sindicalismo y cámaras empresarias que generen entidades sanas, sin personalismos y sin desbordes corporativos y por último, con una adecuada inserción en el mundo, que combine con inteligencia las herramientas de la protección y el libre cambio.

Gustavo Orgaz

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Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba.
Ex Juez Civil y Comercial en Córdoba.
Ex Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue Titular de la Cátedra de Contratos y ex Profesor de Posgrado en la Maestría de Derecho Civil Patrimonial. Ex profesor de Derecho Deportivo, siempre en la misma Universidad.
Ex integrante del Departamento de Derecho Civil de la Academia de Derecho en Córdoba.