El gobierno del presidente Milei ha cumplido ya los primeros seis meses de gestión. El objetivo más importante y perentorio que se había fijado ha sido cumplido. Nos referimos al déficit fiscal. El modo en que se ha logrado tiene aspectos virtuosos y otros que son francamente reprochables. Entre los primeros cabe reconocer que se ha suspendido la emisión monetaria en forma contundente. La máquina de hacer billetes, en manos de Massa y Cristina nos conducía a la catástrofe. También es cierto que se ha hecho un perseverante trabajo de detección de empleados públicos falsos que cobraban un sueldo sin trabajar, aunque en muchos organismos del Estado han pagados unos cuantos justos por pecadores.
En tercer lugar se ha atacado con efectividad a los llamados “intermediarios de la asistencia social”, entre ellos a los presidentes de pseudo cooperativas, que llevan esa denominación legal aunque se trata de cáscaras vacías. El kirchnerismo ha sido tan dañino que ha distorsionado y desprestigiado a un movimiento tan noble como es el cooperativismo en la Argentina y en el mundo. Toda esta movida ha reducido notablemente la inflación lo cual es importantísimo.
Hay que decir, sin embargo, que por lo menos el 40% de ese ajuste fiscal se ha hecho licuando los haberes previsionales de los jubilados nacionales. Por otro lado, se han paralizado obras públicas en marcha en todo el país, con el daño que ello significa para las provincias y con el conflicto que se genera en cada caso con la empresa contratista.
Por último, se ha incurrido en una demora francamente ilegal respecto de los fondos necesarios para el funcionamiento de las universidades y se ha ignorado el fondo de incentivo docente que fue creado en relación con las obligaciones que en su hora asumieron los Estados provinciales por las transferencias de servicios educativos que estuvieron mucho tiempo a cargo del Estado Federal.
Podemos anotar en el haber gubernamental una mejor coordinación entre el Estado Nacional y las provincias, sobre todo en Santa Fe, para brindar más seguridad a la población y luchar contra el narco tráfico.
Como saldo negativo de este primer semestre hemos advertido, sólo de manera enunciativa algo que sobresale: la megalomanía del presidente, un libertario, palabra originada en la izquierda anarquista, que viaja insistentemente por el mundo, abrazado a la extrema ortodoxia de una minoría judía y a la extrema derecha católica, representada por Vox, grupo falangista, franquista y lefebrista.
En el mismo contexto de su personalidad se suma el afán de pelearse con todos los presidentes de izquierda que con aciertos y errores se conducen dentro del Estado de Derecho: Pedro Sánchez de España, el colombiano Gustavo Petro, el chileno Boric y el brasileño Lula. Todas estas embestidas obligan a la señora canciller a poner paños tibios en la relación con países con los cuales tenemos una larga historia de fraternidad y vínculos comerciales. En la misma línea de comportamiento el presidente se ha dedicado a desairar, amenazar y agraviar a la oposición dialoguista. Cree que los miembros del Congreso son saboteadores de su gobierno; que no tienen derecho a exponer sus ideas y hacerlas valer en la medida que el pueblo argentino los ha votado.
Milei tiene espíritu de imposición y carece de vocación para el diálogo y esa característica deriva de su personalidad cargada de soberbia. La actitud frente a las Universidades Públicas y el Conicet revelan prejuicios y resentimientos. En los ámbitos mencionados hay ciertamente nichos de corrupción. Así entonces, que se hagan las auditorías, que se formulen las denuncias judiciales que allí correspondan pero que no se ensucie a una comunidad de docentes e investigadores que en su mayoría con modestos sueldos contribuye grandemente a la cultura, la inteligencia y el conocimiento.
Por último: las tan anheladas inversiones extranjeras requieren calidad institucional en los poderes del Estado.
La nominación del juez Ariel Lijo es enteramente anti funcional a tal efecto. El mundo de los negocios internacionales ya conoce que Lijo es un juez objetado y objetable por la comunidad jurídica argentina y por insospechables organizaciones no gubernamentales dedicadas a estudiar la transparencia de la vida pública que plantean en cada caso los reparos necesarios y las propuestas superadoras.
Hay aquí un aroma de pacto tácito, de vasos comunicantes, de conveniencias compartidas entre Milei y Cristina.