Derechos políticos femeninos en Argentina

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Nuestra sociedad fue precursora del sufragio femenino universal, porque a los países adelantados llegó recién después de la primera guerra mundial, mientras que en las elecciones municipales de la capital de la provincia de San Juan se registra el primer antecedente ya en 1862, aunque fue un sistema de voto calificado, sólo podían emitirlo las mujeres que fueran contribuyentes titulares de algún impuesto en esa jurisdicción. A partir de la conflagración de 1914 al 19, reconocieron el sufragio femenino los Estados Unidos de América, Inglaterra, Alemania, Australia, Suecia, Dinamarca y Nueva Zelanda.

Desde principios del siglo XX se desarrolló en toda la Argentina una activa campaña por los derechos civiles y políticos de la mujer, desde el Centro Socialista Femenino en 1902, la Unión Feminista Nacional presidida por la doctora Alicia Moreau de Justo, y el Centro Feminista fundado por Elvira Dellepiane de Rawson. En la misma línea, poco después, el Comité Pro-sufragio femenino, la Asociación Pro-derechos de la mujer donde participó Alfonsina Storni, y el Partido Feminista Nacional, encabezado por Julieta Lanteri.

En 1928 y 1932, respectivamente, los diputados socialistas Mario Bravo y Alfredo Lorenzo Palacios presentaron sendos proyectos de ley, con el respaldo de infinidad de petitorios ciudadanos simultáneos propiciando superar la discriminación por género, en el derecho y obligación del sufragio. Contaban, además, con un valioso precedente un año anterior al proyecto de Bravo, que fue la reforma a la Constitución de la provincia de San Juan, sancionada en 1927, que en su artículo 34 reconocía a los ciudadanos de ambos sexos el derecho al sufragio y a ser elegidos. Fue obra de los representantes del bloquismo (bloque desprendimiento del radicalismo, de allí su nombre), el socialismo y la democracia progresista, en número de doce, dos y uno, respectivamente. En la primera elección posterior, año 1928, votó el 97 por ciento del padrón femenino, y el 90 por ciento del masculino; fueron elegidos dos damas: el intendente de Calingasta Emilia Collado, y la diputada provincial Ema Acosta.

Las sucesivas intervenciones nacionales a la díscola provincia, ordenadas primero por Marcelo Torcuato de Alvear, después por Hipólito Yrigoyen, y luego por la dictadura de José Félix Uriburu, borraron los avances logrados en la materia y eliminaron el padrón femenino. La nefasta sublevación militar encabezada por Uriburu estalló el 6 de septiembre de 1930, contó con la activa participación del entonces capitán Juan Domingo Perón, quien tomó por asalto la Casa de Gobierno con un batallón de cadetes del Colegio Militar y soldados. Arrasaron instituciones republicanas y democráticas.

La lucha por los derechos civiles y politicos de la mujer recrudeció en las filas del radicalismo antipersonalista y especialmente del socialismo, como así también de ámbitos no identificados con partido político alguno, como fueron la Asociación Argentina del Sufragio Femenino, fundada y dirigida por Carmela Horne de Burmeister, y la Unión Argentina de Mujeres, presidida por la escritora Victoria Ocampo.

En 1947, el dúo María Eva Duarte-Juan Domingo Perón, ya en la cima del poder político nacional, repara en que la cuestión que nos ocupa se había enraizado en el ideario argentino al punto que eventualmente podía favorecer a la oposición y perjudicarlos en el proyecto de crecimiento del llamado “movimiento” peronista. Tomarlo como propio, por otro lado, significaría arrebatar a sus adversarios una de sus preciadas banderas, la que fuera enarbolada soportando diatribas, persecuciones, críticas, clausuras e ironías, provenientes precisamente del ámbito militar que engendró el peronismo desde el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) constituido en sede castrense.

La astuta estrategia y una intensa descarga publicitaria por todos los medios, en general bajo control estatal, derivó en la promulgación de la ley 13.010, el 23/9/1947, que equiparó la situación ciudadana de mujeres y hombres, en cuanto al derecho a elegir y ser elegidos.

Sin ser gobierno, el socialismo consagró uno de sus objetivos, tal como sucediera con el divorcio y el servicio militar, he allí la relevancia de su prédica, de la difusión de las ideas con sustento en la inteligencia y la educación popular, la perseverancia en la defensa de las propuestas, la tenacidad y el coraje cívico de las mujeres que asumieron la lucha por sus derechos.

Víctor Miguel Cemborain

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Abogado y Escribano por la Universidad Nacional de Córdoba - Larga y eficaz fue su labor profesional, ya que ejerció la abogacía en forma particular, fue Letrado de la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos y finalmente llegó a ejercer la Magistratura por concurso, siendo el primero en orden de mérito, ejerciendo como Juez Civil y Comercial en la ciudad de Bell Ville durante 14 años.