ALEJANDRA PIZARNIK. LA OBSESIÓN POR LA PALABRA Y LA PUREZA DE LA POESÍA

A

Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.
(Alejandra Pizarnik. “Poema”. Primera composición
de Los trabajos y las noches – 1965)

 

He elegido este poema como encabezamiento porque creo que revela el título que he dado a esta charla, ya que en ella se refleja la idea, o  tal vez mejor, el concepto que A.P. tenía sobre la palabra y la poesía. Pero dejemos por un momento el tema para cuando desarrolle las  características de su creación poética. Primero quiero ordenar mi exposición siguiendo una estructura con algún método, a fin de hacer más  fácil su entendimiento, ya que A.P. fue una extraordinaria poeta, pero la conformación de sus poemas y la elíptica y metafórica manera de  expresar sus sentimientos resultan un tanto complejos y no es fácil de comprender, aun para quien sea avezado en la lectura poética.

César Aira, un estudioso de la vida y obra de la poeta, dice que Alejandra ”no solo fue una gran poeta sino que fue la más grande, y la última.  Con ella murió la poesía: y eso no tiene nada que ver con los poetas que vinieron después sino con lo que conforma su obra desde adentro” (César Aira – Alejandra Pizarnik – Beatriz Viterbo Editora – 2012, pag.30), y más adelante completa la idea diciendo que es un imposible, si no un absurdo pretender imitarla. Así textualmente lo expresa el autor citado (pag. 45)(1): “…..Ya no se puede ser un poeta como
lo fue ella: toda identificación lo es con su personaje, de ahí el peligro de seguir cultivándolo”.

I.- Síntesis biográfica y sus obras

Su verdadero nombre era Flora Pizarnik. Alejandra fue el nombre adoptado por ella en su adolescencia y es como se la conoce literariamente.  Nació en Buenos Aires, más precisamente en Avellaneda, el 29 de abril de 1936, tenía una hermana de nombre Myriam. Su  padre Elías Pozharnik (el cambio de apellido de Pozharnik por Pizarnik se supone fue un error en el registro de migraciones al entrar al país),  y su madre Retzia Bromiker. Ambos eran rusos-judíos, y su destierro fue producto de la persecución a los judíos, primero por el nazismo y  luego por el estalinismo. Salvo un hermano de Elías que vivía en París y una hermana de la madre que también vivía en Avellaneda, el resto  de la familia paterna y materna murió víctima del Holocausto. Cuando se radicaron en la Capital Argentina no sabían una palabra de  castellano. Elías instaló una joyería que le otorgó un buen pasar económico.

En 1954 Alejandra concluye la escuela secundaria, comienza a estudiar Filosofía en la Universidad de Buenos Aires e incursiona en la Escuela de Periodismo, pero luego se inclina por la literatura y estudia literatura moderna, impulsada por el catedrático Juan Jacobo Bajaría. También  explora en pintura surrealista en el taller del pintor Batle Planes. Alejandra padecía de asma, de tartamudez y de insomnio. Todo ello y los  trágicos antecedentes familiares seguramente impactaron profundamente su personalidad, por lo que su padre le costeó un tratamiento  psiquiátrico. También recurre por un tiempo a la anfetamina, supuestamente por su obsesión por la delgadez. Por su vigilia nocturna recurre a  somníferos. En 1960 viaja a París, donde pasa cuatro años importantes para su formación. Allí se relaciona con grandes autores  latinoamericanos, tales como Octavio Paz y Julio Cortázar. También con escritores franceses de la época. En 1970 “hicieron crisis diversos  problemas íntimos” ( Aira) y hubo intento de suicidio, lo que motivó su internación en el pabellón neuropsiquiátrico del Hospital Pirovano. El  25 de setiembre de 1972, a los 36 años, muere como consecuencia de “un exceso de somníferos” ( Aira). Este “exceso”, en mi opinión, es una  benévola interpretación para evitar la palabra suicidio, por cuanto ingirió 50 pastillas de Seconal sódico, un medicamento que se utiliza para  el insomnio. Pero no es el elemento mítico de su muerte lo que la hace grande sino la pureza de las formas en la utilización del lenguaje poético, lo que hace inigualable a A.P. Compuso gran cantidad de obras. Su primer trabajo fue La tierra más ajena ( 1955), luego siguieron: La  última inocencia ( 1956); Las Aventuras perdidas ( 1958); Árbol de Diana ( 1962), obra que la proyectó definitivamente, escrita en París y  publicada en Buenos Aires, con un hermoso prólogo de Octavio Paz; Los trabajos y las Noches ( 1965 ); Extracción de la piedra de locura (  1968); Infierno musical (1971) y Textos de sombra (1982) publicado diez años después de su muerte. Tiene estudios sobre Silvina Ocampo,  Octavio Paz y Julio Cortázar, entre otros. En publicaciones posteriores se dieron a conocer varios trabajos inéditos. La lectura de sus poesías  completas para este trabajo fue de la publicación de Editorial Lumen: Alejandra Pizarnik. Poesía completa. Edición a cargo de Ana Becciu, año  2012, (470 páginas), donde también se incluyen obras inéditas.

La vida de A.P. fue una angustia permanente, un buscarse a sí misma sin encontrarse nunca. Fue una constante rebelión sin saber por qué se  rebelaba, tal vez por su incapacidad para encontrarse con la realidad de la vida, pero con una capacidad inigualable en la utilización de las  palabras, su escritura la transparentó siempre, con sus miedos, sus angustias, sus obsesiones, sus desbordes, y su decisión de suicidarse.

2.- Corrientes literarias que influyeron en su obra.

Si bien es importante analizar las corrientes literarias en las que abrevó A.P., hay que decir con presteza que la poeta fue original en su obra,  la que tiene una impronta personal indiscutible. También cabe señalar, y ello abona su originalidad, que fue una lectora voraz, y no solo de  destacados autores conocidos, sino de poesías y cantares populares (poemas quechuas, mayas –que conoció a través de Miguel Ángel  Asturias─, canciones de Édith Piaf (cantante y letrista francesa), tangos de Discépolo, poesías galaico-portuguesas como las cantigas, que  eran poesías cantadas por juglares y trovadores entre los siglos XII a XIV; también la Biblia, el Talmud, lo que le permite decir a Ivonne  Bordelois: “Ella navegaba por la literatura en su totalidad y todo era materia para su poesía. Con su memoria y su atención prodigiosas, podía  engarzar todo esto en su propia poética” (www.educ.ar/recursos/ver?id=103626). Según esta destacada analista sus lecturas  predilectas fueron Michaux, Lautréamont, Bataille, franceses representantes del surrealismo y sus seguidores argentinos: Enrique Molina y  Olga Orozco, su gran amiga. También leyó a los románticos y los neorrománticos como Nerval, Hölderlin, Rilke, para no citar sino algunos y  no le fue ajeno el psicoanálisis. Se apasionó con la lectura de César Vallejo, Proust, Kafka, entre otros.

Tuvo una influencia especial en A.P. el autor argentino Antonio Porchia,( 1885-1968), italiano de nacimiento pero radicado en el país desde  1906 por lo que se lo considera un poeta argentino. Fue obrero y su publicación literaria acaece cuando era ya persona mayor, –un solo libro  de aforismos titulado Voces – Editorial Sudamericana, (1956), que él llamó edición oficial dado que anteriormente hubo algunas impresiones  parciales en revistas. (htpps. es.wikipedia.org./wiki.Antonio Porchia).

3.- Análisis de su obra.

En primer lugar digamos que si bien a A.P. se la enrola en la corriente surrealista porque utiliza la técnica de la “escritura automática”, en  realidad tiene un estilo personal, autobiográfico, subjetivo, crítico, que altera el clásico estilo de aquella escuela. Lo que caracterizó al  surrealismo es el proceso puro, como presente puro, sin juicio crítico, porque todo proceso crítico deja de ser presente para ser pasado y “En  la joven A.P. hay un sinceramiento, o simplificación, de la postura del poeta. No hay ningún disfraz utópico o ideológico, sino un objetivo  único y explícito: escribir buenos poemas, llegar a ser un buen poeta… A.P. invierte el procedimiento surrealista poniendo la evaluación, el ‘Yo  crítico’, al mando de la escritura automática” ( Aira, pág.14/15).

(Aclaración: André Breton en su primer Manifiesto Surrealista (1924) lo define así: “sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por  cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado  del pensamiento, sin intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral” ( Wikipedia.org). Por su parte Aira dice  sobre la escritura automática: “la escritura automática… es algo así como el proceso en estado puro en tanto pretende ser un flujo libre  del inconsciente, es decir del área mental libre de la consideración de los resultados, del juicio crítico”, Aira, (pag. 12).

En segundo lugar digamos también que A.P. reflejó en su poesía y de una forma transparente, su angustiosa y convulsionada existencia. Lo  hizo con una belleza extraordinaria. Sus poemas son una pradera sembrada de metáforas, dichas con una originalidad que solo su genialidad  posibilitaba, con palabras adecuadas, buscadas, elaboradas, trabajadas con precisión e “insólita belleza”, para utilizar una  expresión de Andrés Ibáñez, cuando comenta los “Diarios” de A.P. (Los Diarios de Alejandra Pizarnik, siempre se muere tarde-ABC.es/cultura –  26/12/2013), donde se expresa así: “¡Cómo escribía Pizarnik! ¡Qué fuerza! ¡Qué belleza! ¡Que intuición con las palabras! ”.

A.P. recurre reiteradamente a palabras fuertes, o “nobles” como dice Aira, en el sentido que son lo central de su temática y en alguna medida  muestran su desarraigo y sus carencias existenciales: “la noche, la infancia, el amor, la muerte: nunca el café con leche, el cigarrillo (en todo  caso: la ceniza), el colectivo” (Aira, pag. 38), yo agregaría el miedo. También la sed, el espejo, la casa, el hilo, el silencio, la voz, la muñeca,  como recurso o lo simbólico para expresar sus carencias (Luis Bagué Quílez ─Universidad de Alicante─ Alejandra Pizarnik: una identidad  entre dos orillas, en Letral n° 8, año 2012).

Dijimos que A.P. utiliza la técnica surrealista que aparece como escritura automática. Pero en realidad en ella es una trabajosa búsqueda de  palabras que hagan bello el verso. Eso es la pureza buscada en las formas. Es la castidad de Diana ─la diosa mitológica romana─ que caza en  el bosque y defiende la castidad, aun con crueldad. Crueldad que en A.P. surge de lo real como trágico y en especial su propia realidad, que  le resulta cruel. De ahí surge Árbol de Diana, en cuyos 38 poemas cortos aparece A.P. con toda su fuerza y belleza expresiva.

El sentido es la búsqueda angustiosa de encontrarse con sí misma, de procurar asumir la realidad de la vida y compatibilizarla con su realidad  espiritual. Por eso ese desdoblamiento que a su vez lo hace sin esperanza, porque desde joven sabe que esa unidad solo llegará con  la muerte, por eso desde temprano asegura que morirá a los treinta años, según lo expresa ella misma en sus diarios.

Comencemos ahora al análisis de sus poemas, que es lo más importante ya que nos interesa más que su biografía y su vida privada tan  tortuosa como su espíritu.

Iniciemos pues, con el poema que nos sirve de encabezamiento: Tú eliges el lugar de la herida/en donde hablamos nuestro silencio. /Tú  haces de mi vida/ esta ceremonia demasiado pura. (Poesía completa, pag. 155/2012). El del primer verso se refiere metafóricamente al  poema como realidad vital, pero se refiere también a ella misma como realidad espiritual, eliges el lugar de la herida, está indicando su  problema o su temática que refleja en su poesía: muerte, miedo, infancia, etc. El segundo verso: en donde hablamos nuestro silencio, la  preposición en, el adverbio de lugar donde, el verbo hablamos y el adjetivo posesivo nuestro están indicando que lo hacen en el poema  entre las dos Alejandras (nuestro, como algo compartido). Lo interesante y bello es la combinación de las palabras hablamos nuestro silencio,  es decir no hablan del silencio como objeto de análisis, sino hablan el silencio que ambas comparten, lo que no deja de ser una  paradoja, buscada intencionalmente por la autora para otorgarle sentido y belleza al verso. El tercer verso Tú haces de mi vida, está  indicando, ratificando lo dicho en el primer verso, un desdoblamiento de su subjetividad muy profundo, que es muy reiterado en A.P., el Tú  (pronombre personal de segunda persona) se refiere a ella que escribe versos y el mi (adjetivo posesivo, primera persona, singular) indica su  interioridad. Es decir, Alejandra poeta y Alejandra persona. Por último el cuarto verso: esta ceremonia demasiado pura, significa que el escribir  es una exigencia (de ahí ceremonia) de pureza en las formas, de belleza del verso que la poeta se esfuerza por lograr. Allí en la forma de combinar las palabras y utilizarlas en el lugar exacto radica la extraordinaria belleza de la poesía de A.P.

Hablé del desdoblamiento de su personalidad, como realidad vital y como realidad espiritual. Veamos cómo lo manifiesta en un poema  simple pero muy bien logrado, titulado “Sólo un nombre” y que corresponde al libro La última inocencia. Dice así, escrito en tres versos  ubicados en forma geométrica de pirámide invertida:

alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra

Ese nombrarse dos veces del primer verso y el “debajo estoy yo” del segundo, que cierra con el tercer verso de una sola palabra que es  repetir por tercera vez su nombre, unido al título, indica claramente la autonominación como señal de identidad y desdoblamiento. También  que una de esas dos personalidades pesa o gravita, como aplastándola, sobre la otra. La forma de pirámide invertida está simbolizando la  superposición de las dos Alejandras reforzando y graficando la expresión poética. Los versos también reflejan que su realidad espiritual está  cargada de angustia y miedo en la búsqueda de una identificación que no encuentra.

Dije que el miedo es una palabra importante en A.P. y está presente en toda su obra. Veamos como lo manifiesta ligándolo a otra palabra  que utiliza a menudo. Esta es tiempo, como negación del presente. Es el miedo que le da el futuro lo que aterra a A.P. El poema se titula  Canto y pertenece también a La última inocencia: el tiempo tiene miedo/el miedo tiene tiempo/el miedo//pasea por mi sangre/arranca mis  mejores frutos/devasta mi lastimosa muralla//destrucción de destrucciones/sólo destrucción/y miedo/ mucho miedo miedo/miedo. El tiempo  destruye el presente y la enfrenta al futuro y tiene miedo, juega repetidamente con estas palabras, otorgándoles  fuerza pero también belleza a la poesía. Es importante decir que estos versos no tienen mayúscula, ni puntos, ni comas, lo que muestra las  características del surrealismo presente en su laboreo, o tal vez como ella misma lo dice “Mi dificultad con las comas es parte de mi dificultad  con el lenguaje articulado y estructurado. Supongo que pertenezco al género de poeta lírico amenazado por lo inefable y lo  incomunicable. Y no obstante, no lo deseo ser. De allí mis períodos de obsesión por la gramática… (citado por Alberto Santamaría, de la  Universidad de Salamanca, en “Alejandra Pizarnik: la estética romántica como principio de crueldad en Árbol de Diana”, Letral n° 8, año 2012,  pag 77).

En A.P. tiene una importancia fundamental su niñez, por eso la infancia es otra de las palabras fuertes que utiliza, pero no siempre la nombra  de esa manera sino tiene otros simbolismos para referirse a ella, así en el poema “A la espera de la oscuridad” del mismo libro citado, en su  segunda estrofa escribe estos versos: Ampárame niña ciega de alma/Ponle tus cabellos escarchados por el fuego/Abrázalo pequeña  estatua de terror/. Aquí utiliza la palabra niña ciega de alma para referirse a su infancia inexperta e inocente. En el segundo verso utiliza una  metáfora con palabras antitéticas, para no caer en un lugar común. Un lugar común sería cabellos escarchados por el frío, además una  redundancia, entonces escribe escarchados por el fuego, de esa manera logra originalidad sin alterar el sentido del verso. El tercer verso  busca otras palabras para referirse a su infancia y el miedo que desde ese entonces le produce el futuro, asumir la vida real, así dice pequeña  estatua de terror. Esto indica el trabajo en la escritura, la búsqueda de la palabra exacta, pura, que refleje su sentimiento y  perfeccione el poema.

El poema que lleva el mismo título del libro “La última inocencia”, que no significa otra cosa que dejar su infancia-adolescencia y enfrentar la  vida y convertirse en viajera, dice así: Partir/en cuerpo y alma/partir.// Partir/deshacerse de las miradas/piedras opresoras/que  duermen en la garganta.// He de partir/no más inercia bajo el sol/no más sangre anonadada/no más formar fila para morir.// He de  partir.// Pero arremete, ¡viajera!; En la primera estrofa dice que tiene que asumir la realidad de partir, en la segunda y tercera se refiere a  dejar atrás todo lo que la ata y aterra, en la cuarta (de un solo verso) reafirma que tiene que partir y en la quinta (también de un solo verso)  se empuja, como que necesita fuerza para hacerlo. Pero a pesar de este voluntarismo de viajar, de asumir la realidad de la vida y el futuro,  queda petrificada en el poema siguiente, “Balada de la piedra que llora”: la muerte se muere de risa pero la vida/se muere de llanto pero la  muerte pero la vida/ pero nada nada nada/. La palabra piedra del título significa ya inmovilidad, imposibilidad. La muerte se muere de risa, es  decir la muerte está segura de que siempre triunfa, pero la vida muere de llanto, o sea la vida es dolor, sufrimiento, es miedo a la muerte,  pero la muerte pero la vida/pero nada nada nada, es decir la vida cuyo fin último es la muerte, carece de sentido para ser vivida. Allí está el pesimismo de A.P., y el miedo que la inmoviliza.

En el Árbol de Diana la autora se identifica con el mito de Diana (equivalente a la diosa Artemisa de los griegos), cuya castidad busca en la  pureza del lenguaje, como la diosa de la mitología cuidaba su castidad en el bosque cazando ciervos, y era cruel con quienes se enemistaba  o pretendieran arrebatar su virginidad o de las ninfas que componían su grupo de seguidoras. Pero también entiende A.P. que con la palabra  no alcanza a transmitir sus contradictorios sentimientos, por eso es cruel con ella misma en busca de la pureza de la palabra. El libro está  compuesto por 38 poemas cortos, que es –a mi juicio─ donde mejor logra su perfección y belleza poética.

El Poema número uno dice: He dado el salto de mí al alba./He dejado mi cuerpo junto a la luz/ y he cantado la tristeza de lo que nace./ El  primer verso es un salir de sí (dar el salto), es un referirse a ella como persona en busca de lo otro, lo real (el pronombre personal y  precedido de la preposición de, así lo indica). La palabra alba es muy utilizada por la autora, probablemente, dice Aira, por su insomnio que la  mantiene despierta hasta la madrugada. La expresión del segundo verso He dejado mi (mi: adjetivo posesivo) y seguido del sustantivo  cuerpo, se está refiriendo a algo que es de ella, en este caso el cuerpo. Termina este segundo verso con junto a la luz, o sea dejar lo conocido,  y cierra con el tercer verso y he cantado la tristeza de lo que nace. Este he cantado se refiere a un hecho pasado, que ella ya ha  realizado y le ha cantado que no es otra cosa que el futuro (de lo que nace) que ella ya sabe será triste; es ese no encontrarse con la realidad  que surgirá al dar el salto de mí, y que marca esa falta de identificación que le pertenece raigalmente. Hay una elaboración racional, crítica  del poema del cual hablamos al comienzo, que se contradice con su adhesión al surrealismo y que lo hace autobiográfico, como en general  todos sus poemas, por eso su reiteración en la temática, porque las palabras fuertes elegidas se refieren a sus angustias, dudas y miedos  anteriores, lo que acota su proyección. Por eso Aira dice que con ella murió la poesía, su poesía. Lo que no quita a la belleza de las formas  lograda por A.P. y la hace inimitable.

A pesar de ese salto de mí al que se refiere el primer verso del poema señalado precedentemente, en el número dos expresa que no podrá  lograrlo: Éstas son las versiones que nos propone: /un agujero, una pared que tiembla. Aquí, la brevedad del poema, es donde mejor se la  encuentra; con solo dos versos dice lo que el lenguaje común no podría expresar, que es otra de las características de A.P.: el salto de mí al  alba le propone un agujero, una pared que tiembla, es decir una imposibilidad de salir de su interioridad (Santamaría).

El mismo hilo podemos encontrar en el poema tercero: sólo la sed/el silencio/ningún encuentro/ cuídate de mí amor mío/ cuídate de la  silenciosa en el desierto/de la viajera con el vaso vacío/y de la sombra de su sombra/. Nuevamente el desdoblamiento de su yo poético  y la búsqueda de la poesía perfecta para decir lo que no logra expresar con las palabras: silenciosa del desierto, viajera con el vaso vacío. Es  un diálogo de la poeta consigo misma: cuídate de mí amor mío y de la sombra de su sombra. Lo mismo en el último verso del poema  número cinco: danzando como palabras en la boca de un mudo. Es decir, lo inefable. O así en estos versos del poema número 9: estas  palabras como piedras preciosas/en la garganta viva de un pájaro petrificado/; ¡cómo logra impacto poético con este oxímoron que  altera toda lógica!, pero en eso radica el poder de su poesía: poder decir lo que para ella es indecible. O como lo expresa en el poema  número 13 en dos versos: explicar con palabras de este mundo/ que partió de mí un barco llevándome/; o sea cómo explicar ese salto  de mí del primer poema; y así podríamos seguir enumerando otros en igual sentido. Vemos la riqueza expresiva, la creatividad de A.P. para  lograr manifestarse sobre un mismo sentido temático y lograr una hermosa poesía. También aquí está el mito de Diana presente.

De igual manera podemos hablar de su desdoblamiento y el miedo, del cual ya hemos hecho mención. En el poema número 14 dice: El  poema que no digo,/el que no merezco./Miedo de ser dos/camino del espejo:/alguien en mí dormido me come y me bebe/. El espejo  como símbolo de ese dualismo de A.P. donde ella se ve como ella y como otra que está como alguien que tiene dormido en su  interior pero que la come y la bebe, le impide ser. Está también reflejada su angustia.

O este juego que hace con la palabra miedo y el amor y que se repiten con diversos sentidos en el poema 20, como una cadencia poética:  dice que no sabe del miedo de la muerte del amor/dice que tiene miedo de la muerte del amor/dice que el amor es muerte de  miedo/dice que la muerte es miedo es amor/dice que no sabe/. Pero al final dice que no sabe, no encuentra su lugar.

En el poema 33 también habla de la muerte, de su muerte: alguna vez/alguna vez tal vez/me iré sin quedarme/me iré como quien se va/;  alguna vez se irá sin quedarse es una paradoja que indica que se irá para no volver, ahí está la muerte, se irá como quien se va, es decir  como esperándola, o tal vez insinuando su suicidio.

También la muerte está presente en “Revelaciones”, poema de Los trabajos y las noches: En la noche a tu lado/las palabras son claves, son  llaves./El deseo de morir es rey//. Que tu cuerpo sea siempre/un amado espacio de revelaciones. Analicemos: el primer verso en la  noche a tu lado, el poema que escribe de noche, en las horas de insomnio. Ya el título del libro Los trabajos y las noches, tiene ese  significado. Las palabras son claves, son llaves, está diciendo que con la expresión poética logra superar, o al menos postergar ¿Qué?, lo dice  el tercer verso: el deseo de morir es rey. La segunda estrofa de dos versos: Que tu cuerpo sea siempre/ un amado espacio de  revelaciones, significa que el poema ( tu cuerpo) sea siempre un amado espacio donde logre expresar sus sentimientos, es como una súplica,  casi una esperanza porque cuando no tenga más que decir con la poesía, no queda otra alternativa que morir.

Hemos visto hasta ahora, la utilización de las palabras fuertes, que hacen a la temática recurrente de A.P.; introduzcámonos brevemente en  sus recursos simbólicos, que también los utiliza con reiteración y que he mencionado al comienzo: muñeca, espejo, jaula. Comencemos por  muñeca, que es expresado innumerables veces; por ejemplo en el poema: “Reloj” también del libro Los trabajos y las noches (tercera parte).  Esta poesía dice así: Dama pequeñísima/moradora en el corazón de un pájaro/sale al alba a pronunciar una sílaba/NO/. Vuelve a  mencionar su infancia como dama pequeñísima, pero tan pequeña que es moradora en el corazón de un pájaro, hermosa forma poética de  mantener el deseo de su espíritu en la inocencia de la infancia, de la cual se niega a salir: sale al alba a pronunciar una sílaba/NO (en  mayúscula) un mantenerse en esa infancia como presente puro, que es una característica del surrealismo, si utilizara la sílaba SI, significaría  que asume el paso del tiempo, entonces su poema necesitaría un relato para hablar sobre el futuro ( Aira, pag 20), del cual ella huye, la  aterra.

Y como buscando el final de esta charla, para no hacerla demasiado tediosa, analicemos el primer poema de Extracción de la piedra de locura  (1968), titulado “Cantora nocturna”. Señalo antes que en este libro A.P. comienza a escribir en versos más largos o en prosa poética,  no tanto en versos breves como en sus trabajos anteriores. Bordelois dice que aquí encuentra su mejor forma de expresarse. No pretendo  contradecir a tan prestigiosa analista porque tal vez así sea, pero a mi gusto la autora pierde la fuerza del canto que tiene su poesía cuando  es breve, precisa. También su temática hacia la muerte se hace más reiterativa y lleva a un agotamiento del lector. Veamos “Cantora  nocturna”, escrita en prosa poética:

La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido  azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a  todas las predicciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde  en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre en la sed y la mano busca el vaso. Ella canta.

Veamos: La que murió de su vestido azul está cantando; carece de sentido lógico pero tiene sentido poético, metafórico, ya que nadie  puede morir de su vestido azul, ni tampoco la que murió (pasado) puede estar cantando (presente). Sin embargo, canta imbuida de muerte  al sol de su ebriedad, o sea cantando adquiere ideas o sentimientos de muerte; al sol de su ebriedad, metafóricamente en razón de su  confusión espiritual. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de  los latidos de su corazón muerto. Las expresiones vestido azul (muchas veces repetido en sus trabajos), un caballo blanco, un corazón  verde, estaría significando una variedad de sentimientos diversos tatuados con los ecos de los latidos de su corazón muerto, busca el  impacto poético de las palabras aunque carezcan de sentido racional, ya que no puede haber latido en un corazón muerto (otro oxímoron),  para transmitir una angustia existencial, por una falta de identidad. Después otra vez el dualismo de su personalidad y su recuerdo de la  infancia: ella canta junto a una niña extraviada que es ella. Y el último párrafo: Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris  de los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta. Expresiones todas (niebla verde,  frío gris, su voz corroe) que manifiestan tristeza, desesperanza, de encontrar su identidad en esa búsqueda incesante (la sed y la mano que  busca el vaso), para concluir: Ella canta. Un presente que cierra todo futuro.

De allí al suicidio, es un paso que llegará indefectiblemente. Podríamos seguir con innumerables ejemplos, pero no haríamos más que repetir  lo dicho, aunque siempre con formas expresivas poéticas originales y bellas, que a pesar de su reiteración mueven a seguir leyéndolas, como  una atracción fatal hacia la perfección de su poesía.

(1) Conferencia pronunciada en el salón de la Biblioteca del Club A. y B.  Argentino de Marcos Juárez, el día 28 de abril de 2017.

Octubre de 2017.

Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo VII. Hojas de Historia. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.

César Jesús Mussetta

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Abogado por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fé) -
Ejerció la profesión durante más de 30 años en el Fuero Provincial y Nacional - Conjuez Federal en el Juzgado Federal de Bell Ville - Vice Presidente de la Sala Tercera del Tribunal de Disciplina de Abogados de la Provincia de Córdoba - Asesor de convencional constituyente en la reforma constitucional de 1994 en Santa Fe - Escritor de diversas obras de distintas áreas (Política - Cooperativismo - Jurídicas - Novela)