Reconocidas las realidades históricas y complementarias de la conquista de la humanidad, en su camino ascendente en la búsqueda de una mayor dignidad en cuanto a la satisfacción de las necesidades básicas, al bucear el contexto de los orígenes vemos que, por ejemplo, en nuestra Argentina, era necesario poblar y ocupar el territorio, y para su realización, la inmigración fue la herramienta y la educación el medio para cobijar la nueva población. Es hoy una verdad incontrastable que las primeras cooperativas y mutuales gestadas precisamente por la inmigración europea, fueron funcionales a la construcción de la nueva nación, y contribuyeron a consolidar la ocupación territorial y el arraigo de la población. Desde esta germinación en un siglo y medio de existencia, se convirtieron en entes de variada actividad económica a la vez que centros de actividad social y cultural y contribuyeron a afirmar los valores humanos de grupos sociales dispersos y aislados.
Asimismo en las grandes ciudades sus influencias son hoy referenciales. Fueron las entidades que abrieron cauces en la búsqueda de superación de los problemas más apremiantes tanto laborales (gremios), como de servicios asistenciales (mutuales) o de consumo, vivienda, electricidad, servicios públicos (cooperativas). Constituyeron y constituyen baluartes en el arraigo y desarrollo poblacional, básicos en el interior, y la integración territorial del país; superaron los deseos de rentabilidad, para lo que tanto las empresas comerciales o públicas, no encontraron motivaciones donde existe escasa población.
Asimismo la subsidiaridad y protagonismo social, más allá de lo estrictamente económico, estas organizaciones intermedias, reforzando el tejido social y cultural, rechazan los riesgos del aislamiento o los peligros de las concepciones totalitarias que son comunes cuando todo se espera del lucro o las acciones estatales. Producen y potencian la herramienta del esfuerzo propio y la ayuda mutua, y permiten que los actores crezcan en su autoestima y personalidad responsable basada en la libertad de su voluntad creadora en un trabajo equitativo y eficaz.
A esta altura de los tiempos, cuando se nos hace protagonistas universales por la fluidez de las comunicaciones, observamos que la economía social y solidaria se encuentra conformada con su reconocimiento, por parte de instituciones que las integran y representan en múltiples Consejos, Comisiones y plataformas institucionales e incluso en los órganos gubernamentales, en muchos países de Europa y aun de fuera de ella, tal como lo señala Jordi Estivil, desde Barcelona, en un trabajo publicado en mayo de este año en El Portal de Economía Solidaria, difundido por Sandra Boro (Chab Informática), titulado “De la opacidad a la emergencia”.
Puntualiza Estivil en esta publicación, que no se trata de hacer un balance o itinerario de reconocimiento institucional, sino más sencillamente de señalar que no estaría de más aprender de él lo reflejado en el creciente número de leyes que lo canalizan. Afirma que se ha conseguido romper, hasta cierto punto, el esquema de representación tripartito compuesto por gobierno, empresarios y sindicatos con el que se intentó ordenar la vida económica y social después de la segunda guerra mundial, ahora que en el horizonte de la economía solidaria se abren perspectivas de afirmación institucional; y agrega que en efecto, aquella, a veces de la mano de la economía social, a veces de forma independiente, en otras conjuntamente, empieza a asomar la nariz en la arena de los actores socioeconómicos.
El autor afirma que “como no podía ser de otra manera, esto genera debates estimulantes de lo que vale la pena hacerse eco. Para unos, la economía solidaria debería ser mucho más fuerte para entrar con garantías en esta escena. Para otros, hay que hacer demasiadas concesiones, los costes son demasiado altos y los riesgos de integración demasiado fuertes. Para los de más allá, es un proceso inevitable que exige reforzar los propios signos de identidad. Para los de más acá, hay que mantener una opacidad frente a la mirada del poder, mientras que la creciente emergencia permite llegar a más gente y madurar como movimiento. Por fin, no faltan los que ven, en el posible reconocimiento institucional, una ocasión para obtener más medios y asegurarse unos lugares de trabajo profesional”.
Puntualiza Jordi Estivil que “este debate que se plantea en todos los niveles territoriales, desde algunas comisiones consultivas de las organizaciones especializadas de las Naciones Unidas hasta los órganos estatales y en la administración pública local, está lejos de cerrarse”. Redondea el autor: “Precisamente, la mesa redonda convocada por la Universidad Popular y Ciudadana, celebrada en París en el pasado día 10 de abril se llevaba a cabo bajo el lema: Hacia el reconocimiento de la economía social y solidaria…
Es oportuno sumarse al debate ya que en nuestra realidad nacional hay bastantes inquietudes sobre el tema.
(1) Tema considerado en el “micro” Reafirmando la Solidaridad en grilla de Colsecor TV Cooperativa.
Octubre de 2014.
Publicado en Hojas de Cultura. 2020. Compilación de una Experiencia. Capítulo V. Hojas de Historia. Editorial Brujas. Córdoba. Argentina.