Ya casi nadie duda, aunque terraplanistas quedan, de la teoría de la evolución de Darwin, planteada en su libro El origen de las especies (1859). De las religiones cristianas, la católica fue la primera en abrazar dicha teoría, allá por 1950, en la encíclica Humani Generis. Es el primer pronunciamiento oficial de la Iglesia sobre la evolución, en el que Pío XII permite que los católicos consideren el evolucionismo como una hipótesis científica válida, siempre que se limite al desarrollo del cuerpo humano (Ayala, F. J., 1994, encontrado en Artigas, M., 1997). Posteriormente, el Papa Juan Pablo II reconoce que la teoría de la evolución es “más que una hipótesis”: en un discurso pronunciado en 1996, afirmó que “los nuevos conocimientos han llevado al reconocimiento de la teoría de la evolución”. El penúltimo Papa, Francisco, ha declarado que la evolución en la naturaleza no es incompatible con la noción de la creación, sino que “la evolución requiere la creación de seres que evolucionan”.
El resto de religiones cristianas tardaron más tiempo en aceptar esta teoría tal como la conocemos, considerando una especie más a toda la humanidad, resultado de un proceso de adaptación y mejora. Estas religiones nacieron en países imperialistas que no propiciaban en sus territorios conquistados el mestizaje, como sí hizo el imperio español del siglo XVI. Así que la aceptación de la teoría de Darwin por parte de estos cristianos no católicos fue decididamente mal interpretada, pues consideraban a los indígenas de estos territorios y a los esclavos llevados desde otros lugares del planeta, seres inferiores, como los animales de compañía o los animales de carga, que fueron diseñados por el creador para acompañar y cargar, respectivamente. Esto les permitió y permite mantener un sentido racialmente supremacista, como se comprueba en las luchas más o menos pacíficas iniciadas por los afroamericanos en USA en la década de los 60, país en el que hoy se expulsa a inmigrantes hispanoamericanos asentados y a sus descendientes nacidos en el país, los “dreamers”, por el mismo motivo.
Tampoco se duda de que el origen de la humanidad está en África que, según análisis comparado de ADN mitocondrial (que sólo se transmite por vía materna), podría indicar que proviene de una sola población del sur del continente (Alcaide, D., 2019), en oposición a lo aceptado hasta la fecha, que sugería un origen en África oriental, en la zona de Etiopía. Sea como fuere, la humanidad viene de África, con una piel originaria bien oscura, para protegerse del sol, que se fue aclarando a medida que se inician las migraciones que les alejaron del ecuador (Montoliu, L., 2024).
Entre las primeras migraciones importantes están las dirigidas desde África hacia el norte del Mediterráneo y la India. Cómo bien indica el profesor José María Pérez Orozco (Montellano, 1945-Sevilla, 2016), en su intervención en el programa La semana más larga (encontrado en línea el 17 de noviembre de 2025 en
De aquellas lenguas surgieron, en occidente, dos importantes, asociadas a las dos grandes civilizaciones de la antigüedad: primero el griego y con posterioridad el latín para Roma. El pueblo griego no tuvo grandes ambiciones imperialistas por lo que fue imbuido por el imperio romano que imitó sus usos y costumbres, todo renombrado en latín. Era el imperio de Roma un imperio con afanes conquistadores, aunque no muy belicoso per se, con vocación de expandirse hacia todos los confines donde pudiese obtener cierta rentabilidad, empleando pocos recursos para ello. Se obtenía a través de los prisioneros hechos en las batallas ganadas, que pasaban a ser esclavos, y de los impuestos cobrados a los habitantes de estos territorios a cambio de ofrecerles una paz, entendida como ausencia de batallas con otros pueblos: serían defendidos por los soldados romanos, siempre que no se requiriese mucho del ejército, que más bien estaba presente para garantizar la ausencia de revueltas de los lugareños y así, la pax romana estaba asegurada. Por ello, se quedó a las puertas de territorios como el País Vasco en España o Escocia en el Reino Unido, pues lo que podían obtener de estos terrenos agrestes no compensaba la intervención inicial. Con la pax romana llegaba la ausencia de batallas y también el derecho romano para aquellos que tuviesen derecho a ello, sus dioses y versos copiados de los griegos…. y la ingeniería! De algún modo, pagar impuestos al imperio romano tenía la contrapartida beneficiosa de la llegada de la civilización y la tecnología del momento para muchos de los territorios ocupados. Y con ello, el poder necesitar menos cantidad de ejército en el interior del imperio para continuar con la expansión, pues así todos los territorios conquistados se van rodeando por completo de más imperio romano.
Si uno pasea hoy por Europa, puede encontrar multitud de restos arqueológicos, arquitectónicos y de obra civil que aún se tienen en pie. Sin salir de España son visitables:
● Calzadas romanas, como los restos de la Vía Augusta, que conectaba la actual Cádiz con los Pirineos. Estas calzadas, que comenzaron siendo pistas de tierra nivelada, eran el modelo de camino diseñado para poder trasladar con premura las tropas, bastante indefensas y lentas por los caminos naturales entre malezas y otros obstáculos. Permitían un avance de hasta 30 km/día con los aperos para batalla y sustento, y de hasta 4 km/h con lo puesto. Con la expansión del imperio, los comerciantes empezaron a hacer uso de ellas y no sólo mercadear a través de puertos marítimos, como en el resto de pueblos del Mediterráneo. Llegaron a alcanzarse 400.000 km en la red principal de calzadas.
● Acueductos, como el de Segovia, para abastecer de agua corriente a casas, fuentes y termas.
● Necrópolis, como la de Carmona (Sevilla). Etimológicamente significa ciudad de los muertos, por lo que no es más que un cementerio, en una gran explanada, con abundantes monumentos fúnebres.
● Templos romanos, como el de Vic (Barcelona), edificios sagrados monumentales, dedicados al culto a los dioses, influenciados por las arquitecturas griegas y etruscas. Suelen ser recintos cubiertos de planta rectangular y en alto, con una escalinata para la entrada, habitualmente porticada.
● Teatros, como el de Málaga, recinto público al aire libre de forma semicircular. En lo que sería el centro del círculo completo se situaba el escenario en el que se representaban obras trágicas, cómicas y de mimo, lo que permitía no discriminar ni en acústica ni en visión.
● Anfiteatros, como el de Segóbriga, actual Saelices (Cuenca). Eran estos recintos al aire libre de forma circular u ovalada, para representar espectáculos de combates navales, así como de luchas de gladiadores, o fieras, u hombres con fieras.
● Circos romanos, como el de Tarragona, recintos al aire libre de forma elíptica y alargada, destinados a las carreras de carros.
● Termas. En los baños públicos griegos se podían recibir masajes con aceite o darse baños a diferentes temperaturas. En los baños públicos romanos, o termas, como el caso de Cartagena (Murcia), se contaba además con patio para realizar ejercicio, piscina al aire libre, sauna, así como vestuario.
● Complejos industriales, como las minas de Riotinto (Huelva), un complejo minero a cielo abierto de plata y cobre, que se convirtió en una de las fuentes principales de riqueza para el imperio, así como la tecnología para su explotación; o el conjunto de Baelo Claudia, en la playa de Bolonia en Tarifa (Cádiz), famosa durante el imperio por la pesca de atún, la salazón y la producción del garum. Aunque en la gastronomía actual hoy pueda resultar un poco raro, el garum, salsa de pescado fermentado, era un manjar de dioses en la Roma imperial que se elaboraba en base a vísceras, sangre y carne de pescado azul, todo ello en salmuera, que se dejaba al sol para su descomposición natural.
● Ciudades, como la famosa Itálica, en Santiponce (Sevilla), fundada en el 206 a.C. por Escipión el Africano, tras su victoria en la batalla de Ilipa, para asentar a legionarios heridos y veteranos, lo que la convierte en la primera ciudad romana fundada fuera de la actual Italia. Y cuna de Trajano, el primer emperador romano nacido en una provincia, y su sucesor Adriano, quien impulsó el mayor esplendor arquitectónico de la ciudad.
Por todo ello, no sólo disfrutaba de la belleza de la arquitectura romana y la funcionalidad de su ingeniería, sino también del derecho romano para los ciudadanos romanos allí nacidos. Aunque la visita es interesante y agradable y no todo se mantiene en pie y/o a la vista, contaba con:
– Casas señoriales con mosaicos.
– Infraestructuras: calles adoquinadas, pavimentadas con amplias losas y aceras porticadas; el acueducto, llegando a más de 36 km de longitud; un complejo sistema de alcantarillado que recogía el agua de lluvia y los desechos de las letrinas hacia redes de cloacas en todas las calles, con rejillas visibles en los cruces que permiten mantener la presión y vigilar las posibles obstrucciones, y que desembocaban en una gran cloaca principal.
– Edificios públicos civiles: se situaban alrededor del foro, equivalente al ágora griega, la plaza pública en la que discurría la vida cívica y política de la ciudad; el mercado y otros edificios comerciales y de artesanía; termas, con piscinas de agua caliente; teatro, con capacidad para 3.000 personas; o el anfiteatro, uno de los mayores del Imperio, con 156 m de longitud y capacidad para 25.000 espectadores.
– Edificios públicos para las instituciones religiosas, como el templo en honor a Trajano, erigido por Adriano; o su necrópolis, con un hallazgo en 2023, de tumbas infantiles en ánforas, y
– Edificios públicos de gobernanza local, con organismos para gestionar el gobierno y la administración de la ciudad.
● Puentes romanos, como el de Mérida. El objetivo de un puente siempre es unir dos puntos distantes salvando un obstáculo, ya sea río o valle. El puente romano de Mérida (Badajoz) no sólo se mantiene en pie sobre el río Guadiana, sino que es el que soporta hoy en día el tráfico pesado que atraviesa la ciudad.
Se piensa que los romanos eran listísimos por la cantidad de construcciones de aquella época que les han sobrevivido y en buen estado de uso, de no ser porque el avance de la tecnología los ha ido dejando obsoletos.
Lo que el pueblo romano sí fue es extremadamente prolífico y osado. La osadía les venía de esa pequeña cuota de narcisismo generalizada que este pueblo tenía, que no te permite quedarte satisfecho con un trabajo de oficinista, sino que te empuja a querer ir donde nadie ha llegado aún. La prolificidad la proveía la mano de obra esclava. Así que construyeron cientos o miles de construcciones más de las que quedan en pie. Y lo que queda en pie es sólo lo que no se cayó. La evolución ingenieril del pueblo romano fue por el método de prueba y error, no por explicaciones y/o aplicaciones científicas.
Ahí queda en la ciudad de Córdoba (España) su puente romano con su borde de ataque afilado y su borde de estela romo. Justo al contrario de como indica la teoría de la capa límite (Prandtl, 1904) para evitar su desprendimiento: justo lo contrario de lo que la física ha conseguido demostrar en el siglo XX ser lo más adecuado para evitar la formación de remolinos en torno a los pilares de un puente, remolinos que puedan engullir personas o cosas, o amontonar restos sólidos que arrastra el caudal y estrangulan la circulación del agua a su paso bajo el puente. Pero como ahí sigue, en pie, es imposible no admirar el ingenio de la ingeniería romana.
REFERENCIAS
Alcalde, S. (2019). El origen de la humanidad se traslada al sur de África hace 200.000 años. National Geographic España, encontrado en línea el 16 de noviembre de 2025 en < https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/origen-humanidad-se-traslada-sur-africa-hace-200000-anos_14873 >.
Artigas, M., (1997). Evolución y cristianismo, encontrado en línea el 16 de noviembre de 2015 en < https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/evolucionismo-y-cristianismo >.
Ayala, F. J. (1999). La teoría de la evolución: de Darwin a los últimos avances de la genética. Temas de hoy.
Montoliu, L., 2024. La pigmentación de la piel: un reflejo de la evolución humana, encontrado en línea el 16 de noviembre de 2025 en
