CONSIDERACIONES SOBRE EL GASTO PÚBLICO

C

EL CASO DEL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA AGROPECUARIA (INTA)

El actual gobierno de la nación parece haber logrado una efectiva reducción del gasto público que al producirse, coincide como un factor importante para a su vez disminuir la inflación.
Sin embargo la noción de “gasto público” obliga por lo menos a hacer algunas distinciones que son fundamentales y en este sentido nos parece necesario establecer tres categorías de gastos realizados por el Estado.
Existe por una parte el gasto público innecesario y por lo tanto condenable, como el que se realiza en actividades estatales que no cumplen función positiva alguna o el que se aplica en personal excesivo o sin capacitación para el cargo que ostenta.
En una segunda categoría, podemos ubicar al gasto público que no rinde ganancias pero cubre cuestiones fundamentales que hacen a la vida en sociedad. Nos referimos principalmente a la salud, la educación, la justicia y la seguridad.
Hay que poner el ojo en un tercer tipo de gasto público, que es aquel que suscita un efecto positivo, multiplicador en la economía y ese es el caso del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) creado hace ya casi 70 años.
En este largo devenir el organismo ha sido tal vez el mejor modelo de articulación público-privada, cuya excelencia técnica ha sido garantizada por el concurso público para trabajar allí.
Las funciones históricas del INTA han sido sumamente variadas y la proverbial calidad de la producción agropecuaria argentina, no podría explicarse hoy sin la invalorable colaboración de este
organismo con la empresa agraria.
Dentro de estas múltiples tareas puede afirmarse que el INTA a través de sus agencias diseminadas por todo el país, ha constituido un verdadero sistema de colaboración con la agricultura, tanto con las empresas familiares, el productor privado y las expresiones de la agricultura asociativa.
Desde otra perspectiva ha sido una palanca de apoyo para las economías regionales, para la formación de técnicos, la mejora de semillas y la optimización de prácticas ganaderas entre otras
realizaciones (Alejandro Rollán). En los distintos ámbitos de su actuación dentro de la provincia de Córdoba, el INTA también ha hecho escuela. En Manfredi sus enseñanzas han contribuido al desarrollo de la siembra directa y al uso más eficiente de la maquinaria agrícola. En Marcos Juárez a través del INTA se realizaron estudios fundamentales sobre suelos, rotaciones y conservación. En el norte de la provincia por último, se hizo promoción de la agroecología, se apuntó a la soberanía alimentaria, ayudando al pequeño productor, a la familia campesina y se
apuntaló asimismo al manejo del monte nativo (Emilio Iosa).
El mismo Iosa nos advierte que “esto no lo va a hacer en soledad el mercado”.
Efectivamente: es posible que la agricultura asociativa: cooperativas, grupos CREA, sociedades rurales puedan realizar muchas cosas, pero sería lamentable prescindir de la infraestructura territorial y humana del INTA, que ha demostrado a través de los años su valor. Esa interacción entre la gente del INTA “extensionistas, ingenieros y técnicos”, con los “campos, pueblos, ferias y asociaciones de productores”, es un semillero ininterrumpido de ideas que no debe ser afectado.
Volvemos a la mención de Alejandro Rollán (LVI, Agro 7 de junio de 2025, pág. 4) quien ha recordado algunas de las principales creaciones del INTA, en los últimos 70 años a saber: 1.- Adaptación de la tecnología del silo-bolsa, para la cosecha y poscosecha de granos. 2.- las nuevas variedades del arroz que se expandieron por el país. 3.- la creación y el desarrollo de la leche libre de colesterol. 4.- el descubrimiento de la vacuna antiaftosa oleosa. 5.- la confección de todos los mapas del suelo del país que hoy permite por ejemplo llevar a cabo el
programa de buenas prácticas en Córdoba. 6.- la creación de la variedad local del Malbec.
Estas realizaciones no han quedado en propiedad del INTA para su aprovechamiento exclusivo o predominante. ¡ Son algunos de los aportes que el INTA ha hecho a la agricultura nacional !.
Si analizamos la organización más reciente que ha tenido el INTA, vemos en el vértice un Consejo Directivo Nacional con cinco consejeros representativos de la actividad agrícola privada: la
Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Federación Agraria Argentina (FAA), la Sociedad Rural Argentina (SRA) y el movimiento CREA que no tiene carácter gremial sino de apoyo técnico y tecnológico a la actividad rural. Hay dos consejeros más que representan a las facultades de Ciencias Agropecuarias y Veterinarias de las Universidades Argentinas. A su vez el poder ejecutivo nacional participa en el Consejo Directivo Nacional con su presidente, un vicepresidente y un representante de la Secretaría de Agricultura de la Nación. El plan de esterilización y afectación del INTA comprende varios aspectos: por un lado excluir al consejero de movimiento CREA y a los consejeros por las facultades de Ciencias Agropecuarias, mientras que se agregaría un consejero más por el gobierno nacional. De esta manera quedarían cuatro consejeros por la actividad agropecuaria y cuatro por el gobierno con voto de desempate a favor de este último en cualquier controversia.
También se pretenden reducir las estaciones experimentales y las agencias de extensión que el INTA tiene en todo el territorio nacional a disposición de crecimiento de la agricultura, con un conocimiento profundo de todos los suelos del país, incluyendo a la Antártida Argentina.
A la luz del efecto multiplicador de la economía que tiene el INTA por su eficiente relación con la agricultura, los fundamentos para la motosierra resultan muy débiles e incluso torpes.
El ministro Sturzeneger comparó el INTA con una Unidad
Básica por una cierta presencia kirchnerista en sus filas.
Eso significa practicar antikirchnerismo bobo: la constitución nacional no permite la persecución del trabajador por sus ideas y desde ya que el kirchnerismo también ha maltratado gente en las universidades y el CONICET. Si el ingeniero, el técnico o el simple empleado del INTA trabaja bien y lealmente comprometido con los fines del organismo, no hay porqué inquietarse. Si el funcionario es holgazán, pendenciero o corrupto hay caminos jurídicos para poner fin al problema. Sostiene también el ministro que el campo no es generador del empleo. Se trata de una falacia. El trabajo relacionado con la agricultura no es solamente el que se desarrolla en los campos sino que deben comprenderse todas las actividades que tienen lugar desde la siembra hasta la entrega del recurso natural al comercio. Todo ese complejo de tareas mueve a la agricultura y en forma similar ocurre con la ganadería.
Por todas las razones expuestas, creemos que hay que defender al INTA en su identidad, en su infraestructura utilísima al país y en sus recursos humanos, salvo ante la vagancia, la negligencia grave y la corrupción.

Acerca del autor

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Gustavo Orgaz

Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba.
Ex Juez Civil y Comercial en Córdoba.
Ex Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue Titular de la Cátedra de Contratos y ex Profesor de Posgrado en la Maestría de Derecho Civil Patrimonial. Ex profesor de Derecho Deportivo, siempre en la misma Universidad.
Ex integrante del Departamento de Derecho Civil de la Academia de Derecho en Córdoba.

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Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba.
Ex Juez Civil y Comercial en Córdoba.
Ex Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba. Fue Titular de la Cátedra de Contratos y ex Profesor de Posgrado en la Maestría de Derecho Civil Patrimonial. Ex profesor de Derecho Deportivo, siempre en la misma Universidad.
Ex integrante del Departamento de Derecho Civil de la Academia de Derecho en Córdoba.