Caminaba por cansados senderos
que el calendario repetido puso
polvorosos y áridos.
Me detuve en la solitaria posada
que tú abriste a mi cansancio.
Mis manos levantaron las copas
abandonadas por el tiempo y el engaño,
mis labios mojaron
hasta el último pétalo
de la flor sin dueño.
El sol desplegó tu noche,
la gacela fue corcel
y el caminante domador afortunado.
Sólo instantes…………
Para nuestras ansias, siglos………
De lenguas encontradas
de manos inquietas, de besos incontados,
de acompañados movimientos, de convulsiones,
de espasmos
y con el último aliento
nos elevamos juntos.
En el recodo de nuestras vidas.
Por una noche.
Un mar azul y calmo
Marcos Juárez, abril 2024