En los últimos meses ha habido y continúan, variadas protestas en los distintos países de la Unión Europea (UE) por parte del sector rural, frente a la Política Agraria Común (P.A.C.), un hecho que se viene repitiendo a la largo de los años sin solución de continuidad, porque la agricultura europea va indisolublemente ligada a ella.
A modo de introducción, caben señalar, de manera incompleta, una serie de cuestiones de índole muy variada que aportan complejidad al problema, ya que, la solución de una agrava a la otra, generando grandes contradicciones. Se pasan a enumerar:
a) Las políticas de la P.A.C., de subvencionar al agro, siendo muy antiguas y a muy largo plazo, no pueden encuadrarse en ninguna escuela económica.
b) Es una cuestión que se remonta a los inicios de lo que entonces era la Comunidad Europea y se implementó en el año 1962.
c) Si se acude a la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, se puede leer:
“La Política Agrícola Común (PAC) es una política común de todos los países de la UE que se dirige fundamentalmente al sector agrario y al medio rural. Su base jurídica se recoge en el propio Tratado de funcionamiento de la UE y presupuestariamente constituye la principal política de la Unión.”
Un poco más adelante, se enumeran los siguientes puntos en los que se justifica:
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- Suministro de alimentos acorde a las exigencias de los consumidores
- Conservación del medioambiente y lucha contra el cambio climático
- Fijación de población y generación de empleo en el medio rural
- Generación directa e indirecta de trabajo en el sistema agroalimentario
d) Por otra parte, hay que señalar en esta breve introducción que, actualmente y luego varios recortes a lo largo de los años, la P.A.C. se lleva el 30 % de los presupuestos de la U.E.
e)Asimismo, cabe señalar y destacar que es un conjunto de países que adhieren a las políticas de mercado y controlan que se cumplan las normas del mismo, evitando monopolios, siendo esta política de subvenciones una contradicción, ya que son innumerables las consecuencias de distorsión del mercado como consecuencia de la P.A.C. Por ello lo señalado en a) como primer punto.
f) Siguiendo en esta enumeración, el sector de agricultura extensiva en un país de superficies de producción repartidas en áreas reducidas, no es competitivo, seguir las reglas del mercado llevaría a la quiebra de muchos agricultores.
g) Pero las consecuencias de respetar las reglas del mercado y consecuente quiebra del sector, implicaría la despoblación de importantes áreas de áreas rurales y agravaría la concentración de la población en grandes centros urbanos, para vivir miserablemente.
h) En el reparto de fondos hay grandes empresas procesadoras, envasadoras y distribuidoras de alimentos, algunas de ellas extremadamente rentables, que se llevan la mayor parte, es decir que no todo va a los pequeños productores para compensar su falta de competitividad. Hasta una empresa como Telefónica se ha llevado en el año 2022, 1,78 millones de €, sin saberse porqué y para qué (eldiario.es – 11-feb-2024).
El sistema actual, lleva a los consumidores al sostenimiento del sector con sus impuestos.
A partir de esta introducción general de la P.A.C., se pretende circunscribir el análisis a la situación de España, mencionando en primer lugar los cultivos extensivos como maíz, trigo, avena, cebada, centeno, girasol, que generalmente no disponen de superficies mínimas rentables, porque precisamente por ser extensivos necesitan áreas suficientes para su explotación, con grandes anchos de labor, en condiciones competitivas con países de América. No subsistirían sin subvenciones y además son las que menos mano de obra por hectárea proporcionan.
Entre los postulados que publicita el Ministerio de Agricultura de España, se mencionó: Conservación del medioambiente y lucha contra el cambio climático.
Pero la realidad, es que con los métodos de laboreo tradicional que implica la roturación del suelo, se consumen entre 50 y 70 litros de gasoil por hectárea (sin tener en cuenta las labores de cosecha), problema agravado por la compactación del suelo, consecuencia del laboreo irracional a estas alturas de los avances tecnológicos.
Mientras que, en países de América, donde ya no se rotura el suelo, la cifra baja a 4 l/ha de gasoil. Si uno de los puntos de la lucha contra el cambio climático, se centra en reducir el consumo de combustibles fósiles, he aquí algo importantísimo a tener en cuenta.
También cabe mencionar la importante pérdida de humedad del suelo que implican las labores de roturación.
Las manifestaciones de agricultores con sus grandes tractores, han mostrado un gran derroche de potencia en los mismos, ya que en general los suelos de España llevan siglos de roturación sin prácticas conservacionistas y consecuente erosión (hídrica y eólica), que los ha llevado a la pérdida de materia orgánica de la capa cultivable y con ello a la destrucción de lo que es suelo, visto desde el punto de vista edafológico (equilibrio de arena, limo, arcilla y materia orgánica), siendo la conservación del suelo un importante elemento de la conservación del medioambiente. De momento la P.A.C. sólo menciona el barbecho, que no va más allá de dejar un porcentaje de tierra en descanso. Algo en lo que últimamente se ha dado marcha atrás por las referidas protestas de agricultores, cuya desesperación por la supervivencia los lleva a destruir su propio medio de producción que es su suelo, lo que se mencionó como capa cultivable y que en la actualidad es la capa arable, necesitando cada vez más potencia para su laboreo.
Incluir una seria política, que lleve en pocos años a eliminar el laboreo y pasar a la siembra directa, como se denomina actualmente o labranza cero y mínima labranza como se la denominaba en sus orígenes hace más de 50 años, sí justificaría todas las subvenciones posibles para una rápida transición conservacionista de suelo que lleve a:
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- Devolver a los suelos la materia orgánica perdida.
- Reducir el consumo de combustibles fósiles.
- Ahorro de agua, reduciendo la evaporación generada por las labores de roturación.
- Protección del suelo con la cobertura de rastrojos del cultivo anterior.
- Reducción de costes de explotación.
Cabe preguntarse si los agricultores tradicionales están en disposición de hacer este gran cambio tecnológico.
En este punto hay que mencionar a ecologistas poco informados que sólo se preocupan por la utilización de agroquímicos asociados a las técnicas de siembra directa, desde luego menos contaminantes que los combustibles fósiles y aliados en la conservación y recuperación de los suelos. En estas cuestiones hay que valorar las ventajas y desventajas de cada método de trabajo y en América ya está elegido el camino con muy buenos resultados, por lo ya apuntado anteriormente.
En la web de la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, se puede leer: “España, con algo más del 8% del total de la superficie de cultivos herbáceos bajo Siembra Directa”, lo cual es apenas simbólico.
Hay un elemento añadido, entre otros, como consecuencia de la destrucción del suelo y es que, los nutrientes (casi totalmente en forma de fertilizantes) son retenidos por la materia orgánica, mientras que los suelos “esqueléticos”, con la lluvia y/o riego, percolan (1) a las capas inferiores y llegan a las napas freáticas, generando serios problemas en el agua potable de las poblaciones que están en las zonas agrícolas. Además, se genera un círculo vicioso, a más percolación de fertilizante por falta de materia orgánica, más kg/ha, más costo de producción y más contaminación de aguas freáticas.
Mientras tanto hay una línea de negocio de agricultura ecológica, orgánica o biológica que está fuera de toda realidad, ya que no sería viable alimentar actualmente al mundo con ella y como se ha dicho anteriormente, hay problemas de mucho más bulto para resolver en lo inmediato. Vale sí, como experiencia de investigación y desarrollo de técnicas cuya posible implantación masiva le quedan años por delante, pero que es necesario no descuidar, sobre todo en cuanto al control de plagas. Importante línea de trabajo para los investigadores del sector, que merece todas las ayudas de la P.A.C.
De tal manera que la teoría de “libre mercado” es papel mojado en el sector agrario y los tira y aflojes en negociaciones, sobre todo con Iberoamérica, fundamentalmente Mercosur, son constantes, ya que los industriales europeos quieren abrir mercados en dichas zonas, pero lógicamente los gobiernos americanos piden reciprocidad con sus producciones agrícolas, fundamentalmente “comodities” (2), que es el caso.
La situación es perjudicial para ambas partes, ya que siempre que se acepta el uso del libre mercado, las intervenciones de los estados son sólo útiles para garantizar el cumplimiento de las reglas y no para cercenarlas.
Para Iberoamérica tiene el “costo” añadido del retraso tecnológico que genera el proteccionismo económico.
Otro problema agregado, es que las exigencias agroecológicas de los cultivos en Europa son mayores y más costosas que las de algunos países que introducen sus productos en territorio europeo. Un caso de competencia imperfecta. Fundamentalmente de los países del norte de África, a los que se les otorgan algunas ventajas frente a la miseria en la que viven muchos de sus habitantes, generadora de la de inmigración irregular que llega a territorio europeo. Simple moneda de cambio.
Pero surge inmediatamente la pregunta en toda Europa, acerca de qué hacer con el sector agrario y consecuentemente cómo sostener la vida en los pueblos. Es que además, en esas zonas hay que recurrir a más artificios de ayudas a sus habitantes, dada la estacionalidad de muchos de los trabajos rurales. Un clásico es la zona de producción de aceite de oliva, que da trabajo de recolección para escasos 3 meses al año y subvenciones a sus habitantes para el resto del año, con el P.E.R. (Plan de Empleo Rural), que muchas veces ha llevado a ser moneda de cambio para los dirigentes políticos.
A esto hay que agregar el déficit hídrico endémico que sufre España, tanto por la irregularidad de precipitaciones, con embalses que no se completan en temporadas de lluvia, como de la reducción de aforo de los acuíferos. De ahí que utilizar zonas regables para cultivos extensivos se sale de toda lógica.
Pero no todo es negativo, porque el sector de cultivos intensivos (frutihorticultura), funciona sin subvenciones, resulta económicamente rentable, nunca tanto como los agricultores quisieran y merecen, en donde la tecnología está desde hace años en permanente avance y siempre en lo más alto a nivel mundial, abasteciendo a toda Europa.
Destacan en ellos las zonas de Almería y Murcia, donde se da un microclima especial. De Almería salen más de 1.500 camiones diarios para toda Europa y de Murcia otros 1.000 cargados de frutas y hortalizas.
La tecnología no se ciñe a la producción, sino también al transporte y la trazabilidad de las condiciones de viaje. Algo relevante cuando se trata de mercadería perecedera, sea refrigerada o congelada.
Sin embargo, no todo resulta fácil, ya que España tiene, como ya se dijo, un déficit hídrico crónico y los agricultores de esas zonas, tienen que recurrir a pozos de gran profundidad, se dan casos de hasta 300 m y se consume más de lo que se repone en los acuíferos.
Otra vía de obtención de agua, es la desalación de agua marina que, para tener una idea de su coste, basta con mencionar que solamente de energía, son necesarios 4 kW/h por cada metro cúbico producido, siendo eso sólo el 50% del costo total.
Muy parecido, pero menor coste de inversión, mantenimiento y amortización de equipo que si hay que elevar el agua desde los 300 m de profundidad.
Si bien el agua marina no se agota, una instalación de ese tipo requiere importantes inversiones que solamente el Estado está dispuesto a hacerlas, lo que sí justifica las subvenciones puntuales. Se encuadra dentro de una obra pública y España cuenta con grandes desaladoras en las costas mediterráneas. No sólo para riego, sino y sobre todo para consumo humano en épocas de sequía.
También hay trasvases de agua, de zonas de mayor disponibilidad hídrica a zonas de menores recursos por ser más desérticas.
Este es otro punto de discordia política entre izquierda y derecha, algo que no debiera ir más allá del rigor científico del análisis, generándose acalorados debates de trasvases vs. desaladoras.
Solo cabe mencionar a los fines de este artículo que, los trasvases también tienen importante consumo energético, según su extensión, pueden llegar a ser similares a la desalación marina. Sus costes de inversión son más duraderos, porque no sufren la obsolescencia tecnológica de las desaladoras, pero el gran problema es que cuando no llueve no hay agua para trasvasar, mientras en el mar sí la hay para desalar.
Esta simple cuestión es motivo de diálogos de sordos entre izquierdas y derechas, donde se entremezclan los intereses de grandes empresas constructoras. Es más rentable construir trasvases de simple cemento, con mano de obra no especializada, que fabricar una desaladora con toda la tecnología que ello implica.
En cuanto al mercado de precios de productos frescos, se da una gran diferencia entre precio de venta al público y costo en origen, algo que normalmente es tratado desde una perspectiva populista haciendo referencia a un algo intangible que se queda con las ganancias, generalmente se culpa las grandes superficies. Que desde luego no son ángeles caídos del cielo, como ya se verá.
Pero si así fuera, nada más fácil que controlar que se cumplan las reglas del mercado y sin embargo no hay gobierno de ningún color político capaz de solucionar esta cuestión, ya que la principal dificultad de esta línea de negocio, radica en la imprescindible rapidez del proceso de distribución de los productos frescos.
Su cosecha no se puede retrasar una vez finalizado el ciclo vegetativo, tampoco se pueden almacenar y, por consiguiente, deben llegar en muy pocos días al consumidor. El proceso desde la cosecha hasta la mesa del consumidor debe ser muy rápido o los deterioros de los productos frutihortícolas pueden llegar a ser muy importantes en muchos de ellos.
Así es que, se requieren canales seguros para su comercialización, lo cual no es una cuestión voluntarista, sino de contactos comerciales, empresas que confían las unas en las otras, tanto como proveedores seguros (los consumidores no se deben quedar sin mercadería), como de distribuidores solventes que cumplan en un tipo de negocio en donde vale más la confianza que la documentación.
Es una clase de mercancía que no daría tiempo a que se emitan cartas de crédito, controles de calidad por parte de empresas que lo certifiquen y un largo etc. que se utiliza en el comercio internacional de artículos no perecederos y que pueden esperar ese proceso, logrando una competencia más perfecta.
Quien es capaz de montar un canal de distribución de extremo a extremo, requiere la intervención de más de un intermediario-comisionista, además hay que tener en cuenta que cuando de productos frescos se trata, siempre hay importantes pérdidas por deterioro de mercancías a lo largo del proceso, que va desde la cosecha hasta la mesa del consumidor.
Otra faceta, que puede llegar a ser perversa, es que las grandes superficies, compran la cosecha en origen, aprovechando sobre todo los apremios financieros de los productores y hacen todo el proceso hasta la venta en el supermercado. Otro claro caso de competencia imperfecta.
España tiene las condiciones ambientales y humanas para la agricultura intensiva, con un sector desarrollado y consolidado, pero tiene un incierto futuro con su agricultura extensiva, no se aprecia la misma dinámica que en el sector intensivo.
Así las cosas, la P.A.C. tiene discusión y conflictos por tiempo indefinido y posiblemente el desenlace final sea un importante abandono de la actividad agraria, ya que, hay otro elemento agregado y es que los agricultores se jubilan y sus sucesores naturales se van trasladando a las grandes ciudades.
Sevilla, junio de 2024.
(1) Paso lento de fluidos a través de materiales porosos, en este caso el agua de riego o lluvia baja por las distintas capas de suelo hasta las napas freáticas arrastrando los elementos que componen los fertilizantes.
(2) Material tangible que se puede comerciar, comprar o vender. Al encontrarse sin procesar, no posee ningún valor añadido o diferencial más allá de su proveniencia, por eso se suele usar como materia prima para fabricar productos más refinados
Agradecimiento por la información brindada a los colegas Ingenieros Agrónomos:
Joan Corominas Masip
Marta Rodríguez