MARIO ARGÜELLO: COMENTARIO A SU LIBRO “DE AYER Y DE HOY” – COMPILACION DE POEMAS

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En el mes de junio de 2017, en el Salón de Actos del Colegio Nacional de Monserrat, Mario Argüello presentó su libro de poemas titulado “DE AYER Y DE HOY”, Editado por Acción Editora, Córdoba, (294 páginas), en el que incluye un compendio de sus trabajos poéticos durante su larga y fructífera vida. El libro surge por iniciativa de Daniel Teobaldi que, en colaboración con el autor, selecciona los poemas más representativos e incorpora trabajos y poemas sueltos inéditos. Contiene, además, palabras previas del autor, un comentario preliminar, a modo de prólogo escrito por Lila Perrén de Velasco e incluye dos prólogos a sendas publicaciones de sus libros Aire Amanecido y El viento en las uvas, realizados por Artemio Arán y Oscar Caeiro, respectivamente. Me adelanto a afirmar que es un libro para recomendar y que debe estar en toda biblioteca de los amantes de la buena poesía.

Mario Argüello es un exquisito escritor cordobés, que a pesar de sus virtudes literarias y de ser un autor de vasta trayectoria, sólo es reconocido en un círculo muy íntimo de escritores y estudiosos de la materia. Es una apreciación personal y asumiendo la responsabilidad de lo que digo porque me une una entrañable amistad desde hace muchos años y conozco tanto su valía como su humildad, Argüello es un poeta poco conocido por propia decisión, prefiere la intimidad de la amistad mucho más que el bullicio de la fama. Para él escribir es un valor de libertad, de expresar sentimientos e ideas, una manera de abrir las alas y volar porque siempre “hay un trozo de viento/donde apoyar las alas” (verso extraído del poema Entre la melodía y el silencio del trabajo Castillos y Gigantes). De ahí que la presentación desde La Fundación Proyecto Argentina lo haya promovido con entusiasmo, y agradezco enormemente el acogimiento que tuvo por parte de la Comisión de la Biblioteca de CAYBA y muy particularmente de su bibliotecaria, Laura Boneto. También debo agradecer a los músicos del Conservatorio Provincial Superior de Música Mario Giraudo que con sus interpretaciones le dan un marco de exquisitez, y desde luego a la presencia de todos ustedes. Creo que este compendio de sus poemas merece ser leído para bien de la literatura argentina y particularmente la cordobesa, porque hace un aporte enriquecedor.

Quién es Mario Argüello, escritor? De la solapa de la tapa del libro sintetizo su historial. Nacido en Córdoba en 1931, cursó el secundario en el Colegio Monserrat con el título de Bachiller Humanista. Se graduó después como Profesor de Castellano, Literatura y Latín para la Enseñanza Superior en la Escuela Superior de Lenguas (Hoy Facultad de Lenguas) de la UNC. Se desempeñó como profesor de Literatura Preceptiva y de Literatura Española, en el Colegio Monserrat.

Tiene publicado libros de poemas: Aire Amanecido, (1961), El viento en las uvas, (1981), y Desde el Otoño, (2006) y la plaqueta Al borde del ocaso, (2011). Ha escrito también Poemas de silencio, (1973) y Entre el vivir y el soñar, inéditos, aunque algunos de ellos integraron El viento en las uvas. Entre el vivir y el soñar obtuvo el 2º Premio Municipal de Poesía “Luis de Tejeda” en 1980. Tiene publicado un ensayo crítico La Poesía, lugar de reunión en Alejandro Nicotra (1981), Del Monserrat a Monserrat (1993) y Detrás de la palabra, (2000) y un ensayo El hombre y su dignidad, (1976). También incursionó en cuentos en 1997, Cuentos breves y extraordinarios, cuya primera edición e de Ed. Del Fundador, y la segunda, en 2008, Ed. El Copista. También incursionó en novela publicando en 2013, El envés de las sombras, por Alción Editora.

Como síntesis introductoria y que ampliaré en el análisis del libro, diría que su poesía, y en general toda su literatura, transita una espiritualidad casi mística, con cierto dejo de filosófica nostalgia hacia las cosas simples de la vida y en la silenciosa pero profunda voz de la naturaleza que nos rodea, al mismo tiempo que muestra una honda sensibilidad espiritual preñada de nobles ideales, por los cuales ha luchado toda su vida. Mario lo dice con toda claridad en el siguiente poema: ¿Y si nadie escuchara el mensaje del río?/ ¿Y si nadie entendiera el lenguaje del árbol?/ Pues entonces el hombre no sabría del hondo/ misterio de la vida. Errante y solitario/ vagaría en la tierra sin gustar del ensueño,/ ciego para el paisaje, sordo a la voz del canto//. (De nada nos valdría, de Poemas inéditos – Trovas lejanas). Al respecto Alejandro Nicotra le dice en una carta en la que se refiere al libro El viento en las uvas: “No te haré una crítica literaria. Pero sí quiero decirte que lo que más me gusta en tu poesía, es su caricia de las cosas. De las cosas que han acompañado tu vida, hasta hacerse presencias casi angélicas. Las pones en tus versos y, por gracia del arte, ya están salvadas de la muerte: viven en los otros”.

Mario Argüello es profundo conocedor del idioma español, incluso ha incursionado en el estudio del castellano antiguo. Metafóricamente podría decir que es un trabajador de la lengua que ha abrevado en todas las fuentes de la literatura española y en especial en los clásicos y un poeta argentino de valía. Sus poemas son elaborados con precisión y con palabras prolijamente buscadas, utilizando aquellas que expresan con la profundidad y sensibilidad lo que el poeta quiere decir y lo hace con amplia riqueza de vocabulario, donde cada una de ellas han sido colocadas en el lugar y la forma precisa y adecuada. Su lírica tiene una estructura gramatical prolija, diría mejor perfecta, y a diferencia de casi todos los cultores del verso libre (en especial los surrealistas) no deja de utilizar los puntos y comas en el lugar exacto y cuando las palabras no le son suficientes para expresar sus sentimientos, busca en la metáfora sencilla, sin falsas originalidades, el simbolismo que transmite el alma lo que el autor siente, como si fuesen alas de mariposas que vuelan los sueños dejando estelas de claro significado.

Su conocimiento de la literatura española le brinda una herramienta estructurante a sus composiciones sin que ello signifique aferrarse a los estilos clásicos, pero cuidando siempre alguna presencia de la rima, que aplica con elasticidad en busca de la sonoridad del poema, el canto que lo hace bello, no sólo en la letra sino también en la imagen sonora que surge la cadencia secuencial de los versos, aun cuando utilice el verso libre. En sus palabras de advertencia el poeta lo dice así: “… nunca pude (ni quise) deshacerme del ritmo, la cadencia, en fin, esa musicalidad, aunque sea apenas perceptible, que estimo esencial en el verso”. Por eso sabe expresarse con elegancia y belleza en el soneto, dotándolo de una estructura al estilo clásico con la perfección de los más encumbrados poetas españoles. También incursiona en romances, con su métrica y rima particular, esa poesía declama utilizada en el Siglo XV, lo que logra con excelencia e incorpora, además varias elegías, como el dedicado a la muerte de Alberto Cognini, el prestigioso creador de la famosa revista Hortensia, de quien era íntimo amigo. También a la muerte de su madre y de su hermano menor.

Sus fuentes son desde el Cid campeador, el que le ha inspirado un original poema pleno de humor y utilizando el castellano antiguo titulado La final del Mundial 1978 (A la manera de los juglares del Siglo XII), pasando por Lope de Vega, Cervantes (el quijote le ha dado agua al manantial de sus poemas en más de una ocasión), Machado, Alberti como él mismo lo señala en su poema Este Madrid de su trabajo Desde el otoño (2006) donde rememora su estadía en la Capital española: Yo estuve en estas calles/ de Madrid./ Hace tiempo/ repito la sencilla aventura de recorrer jardines del Retiro/ deshojando poemas de Machado,/ … de imaginar a Lope y a Cervantes discurriendo/ por las callejas de la ciudad vieja,/ y a Rafael Alberti/ librando su batalla por el Arte/…, como así de García Lorca (El último poema de García Lorca en Aire Amanecido) y lo refleja cuando en uno de sus versos dice: en el cristal con luna recordando aquel conocido del Granadeño “ni los cristales con luna”. Cómo no señalar la influencia tal vez recíproca de Alejandro Nicotra (de quien ha escrito una crítica literaria sobre su poesía) cuando son notables algunas hermandades: su amistad, su misma edad (ambos nacieron en 1931), lo que indica idénticas fuentes por razones de tiempos históricos, la admiración de ambos por los mismos poetas, por ejemplo Machado, la observación y utilización de las simples cosas de la naturaleza volcada en sus versos llenos de similar sensibilidad interior y por qué no, cierta semejanza en la estructura lírica. Comparamos la expresión poética de ambos en alguno de sus versos, como el siguiente de Alejandro Nicotra titulado: Árboles: “¿Ya son, los árboles invernales?”/ La pregunta regresa,/ con más razón ahora.// Como de otros labios,/ la escucha del hombre;/ sin sonido, parecida a algún pájaro/ lejos, sobre las cumbres.// Son invernales.// Los árboles en el alba,/ tras el reflejo de una oblicua luna/ que aún se despide…// (de Hogueras de San Juan 1989-1993) y el siguiente poema de Mario Argüello, titulado El duende-río: ¿De dónde viene el duende?/ Del arrabal del tiempo. De la tierra mordida por la lluvia,/ de la hoguera del alba,/ de la estrella posible que gravita en la copla.// Bohemio melancólico,/ (nostalgia deslizándose),/ por la ciudad y el valle, bajo los puentes mudos,/ pasa el río cansino./ Y Córdoba lo mira/ desde la calle herida de recuerdos./. (De su composición A orillas del Suquía).

Dicho esto, comienzo al análisis de su libro de juventud “Aire Amanecido”, del cual selecciono dos poemas que me parecen muestran lo que Artemio Arán dijo en su prólogo: “Y afirmo sin reticencias ni temores, así, rotundamente, que en este libro, alborozo de palabras lindas, hay sustancia humana en santificada fe de altísimos ideales” y más adelante agrega “Agreguemos que Mario Argüello sorprende un tanto por su pensar profundo en tan dulcificada simplificación, tan embellecida por esa su misericordiosa ternura humana”. Son ellos El arenero y La copla del indio altivo, en las cuales podemos observar con nítida transparencia la realidad de los conceptos vertidos por Artemio Arán.

En El Arenero cuenta su vida y el trabajo duro del arenero y exalta la importancia de su trabajo, al mismo tiempo que trasunta el sentido social que anida en el espíritu del poeta y un sutil grito de rebeldía que enciende sus anhelos de justicia. Su poesía es simple, transparente y hermosamente lograda.

En este poema de su juventud la rima es aún marcada y asonante, pero resulta innegable la belleza en sus versos: Pega fuerte la arena en la zaranda./ Solo la fina pasa al otro lado,/ como por el tamiz de la existencia/ solo trascienden los ideales altos./ O los siguientes donde santifica el rudo esfuerzo del arenero: y perlas son, sobre la piel morena,/ las gotas del sudor purificado. El trabajo que trasciende el mero hecho de cargar arena: que en el seno invisible del progreso/ hay células también de su trabajo.// También el soterrado lamento de su destino dicho con belleza, originalidad y sencillez: Triste destino le tocó en la vida:/ duro el vivir y duro el pan precario./, o triste desesperanza reflejada en los siguientes: o zarandear la arena de la luna/ en la alegre barranca de un milagro.//

En La Copla del indio altivo muestra la honda sensibilidad por la vida simple y resignada de los olvidados de la historia y se refiere a la copla del indiecito dolorido, una copla recogida por Ana María Arán en algún lugar de las altas y lejanas cumbres jujeñas. La copla dice así: “He visto morir el sol/ en los brazos de la tarde./ Así he de morirme yo/ sin dar mis quejas a naides”. En su poema el poeta muestra la profundidad de las cosas simples en un alternar de naturaleza y niño que le otorga una intimidad profunda y una ligazón entre lo agreste de la tierra y la sensibilidad de la copla, dichas con una belleza simple pero que llega al alma.

El poeta se refiere al indiecito de la siguiente manera en las dos primeras estrofas: Por la ladera agreste de la sierra/ cantaba el indiecito dolorido, su copla de tristeza, que brotaba/ de lo profundo de su pecho altivo./ La soledad callada de las cumbres,/ el viento permanente y agresivo,/ la vecindad del cielo y su misterio,/ la rebeldía del peñasco arisco,/ pusieron en su triste almita tierna/ esa altivez rebelde, desde niño.// Le dolía la vida y su tristeza./ Hería el pecho ese dolor de siglos/ que corre por la sangre de su raza/ como la maldición de su destino. Y finaliza una íntima y a la vez altiva resignación los últimos cuatro versos: Más no cabía en su dolor agreste/ la queja ni el lamento compungido/ Aguantar el dolor, de cara al viento,/ en su sentir era su orgullo de indio.

 

Después de este trabajo de juventud el poeta se lleva a silencio por un largo período, como madurando en su espíritu y su inteligencia una mayor profundidad de sus sentimientos y perfección en la poesía, que desde aquí en adelante se la observa más elaborada, como macerada por el paso del tiempo. Es el hombre y el poeta maduro que ha profundizado el estudio de la lengua y el manejo de la lírica, pero conservando su sensibilidad por las cosas simples pleno de contenido de vida que le ha otorgado la observación de lo que lo rodea y la sensibilidad de lo humano, manteniendo sus ideales, tal vez con algún dejo de desesperanza, que deja traslucir la época que le tocó vivir, donde los anhelos juveniles fueron frustrándose por los acontecimientos de un país que rompió todos los sueños, pero que a pesar de ello, en el poeta anidan como un renacimiento de la palabra poética que busca lo inasible, aunque presuma que su quehacer no sirva para nada: ¿Y después? Qué se yo./ Quizá la carcajada impertinente/ o el gesto saturado de ironía//… ¿qué importa que tu oficio no sirva para nada?/ de su poema Qué importa. Ese es el significado de su trabajo Detrás de la palabra, ambos de su libro Entre el vivir y el soñar (1980) cuyo poema que lleva dicho título transcribo íntegramente: Detrás de las palabras,/ en esa zona oculta/ donde se agita el tiempo acumulado,/ allí donde palpita, nebulosa,/ sin perfil ni figura/ la materia inasible,/ está el poema.// Allí bucea el alma/ procurando las formas que no alcanza./ Allí lucha el anhelo/ sin curar del fracaso repetido,/ con el ingenuo asombro/ encendido en los ojos,/ y las manos vacías.// Sin embargo,/ cada página virgen incita a la aventura;/ empuja/ a las puertas del bosque/ donde se espesa el aire/ y la luz es tan solo una débil sospecha.// Allá voy./ Transpondré los umbrales/ hacia el vuelo imposible./ La derrota segura/ me dejará no obstante entre las manos/ la sombra de la rosa/ que no cuajó en los labios.//

Aquí aparece Mario Argüello con todo su conocimiento y experiencia: Detrás de las palabras,/ en esa zona oculta/ donde se agita el tiempo acumulado,/ busca el poeta rescatar como forma de expresión de sus sentimientos: allí donde palpita, nebulosa,/ sin perfil ni figura/ la materia inasible,/ está el poema. Ha dejado atrás la inmadurez de su juventud pero mantiene la belleza de sus versos, utilizando más la metáfora para expresar sus profundas convicciones sin curar del fracaso repetido, incursionando en el verso libre, pero manteniendo con mayor sutileza el ritmo poético. Bucea en su interior en busca de la creación y se encamina hacia la aventura y transpone los umbrales pero no obstante esa aventura, que presupone como vuelo imposible o derrota segura, le dejará entre las manos la sombra de la rosa que no cuajó en los labios, es decir dejará con la paz de su espíritu y con el sentimiento de haberlo intentado.

Qué hizo que Mario Argüello silenciara su voz durante tanto tiempo. Tal vez por varias cosas, dado que se trata del período donde el hombre va forjando su destino en la proyección de anhelos y objetivos, tal vez porque se había embarcado en el estudio de la perfección de la lengua y la gramática, o tal vez porque la lucha por sus ideales lo llevó a la arena política que no deja tiempo ni tranquilidad para la escritura, o quizá por algún amor frustrado, como lo puede dejar entrever en su poemario “Poemas de silencio” (1973) que permaneció inédito hasta su inclusión en el libro que comentamos. Así lo expresa en “Un Ángel gris, de niebla” compuestos de 14 poemas y uno final: Comienza en el primero: Este silencio mío,/ este lacio silencio que me invade/ como un ángel de niebla; ……; y en el dos dice: Hay una sombra gris que me recorre/ (Es una sombra amarga)/……// Y es un dolor que aprieta,/ que atenaza./ Un dolor que se ríe de mi angustia/ con una risa opaca.// El corazón herido/ se sumerge en la sombra/ y un naufragio de sueños/ me grita desde el eco que me acosa//……, en el número cuatro: Si tú no estás ¡nada me importa!//…… en el seis: Busco la geografía de tu cuerpo/ oculta tras la niebla persistente/ de nuestro desencuentro./…// o en el número nueve: // Cae un telón de sombras/ sobre la luz/ que alumbraba mi vida.//… Una historia pequeña que embelleció mi vida/ y que pobló de pétalos/ las ramas casi muertas/ de mi tiempo/…// y en el diez: ¿Así será la muerte?/ ¿Así, como el vacío/ de amar sin esperanza?…// y en el catorce: ¿Recordarás esta menuda historia/ que borda nuestros nombres?//… y en el final revelándose a la tristeza: De esencias otoñales se me pobló la sangre, y en pétalos desnudos estalló el corazón./ Pero ya basta. Vete, Ángel gris, de niebla,/ deja que brille el sol./.

En El viento en las uvas (1981) el poeta en el poema “Hacia la aurora” busca en la niñez el recuerdo de la iniciación de sus sueños: Remonto aguas arriba/ el transparente arroyo./ Regreso hacia la aurora/ desde este mediodía de mi asombro/…… Pienso en el niño aquel de la alas abiertas,/ que gustaba andar solo/ tras el bicho de luz de su quimera/ pero su canto es un lamento ya que Los sueños de la aurora/ ardieron en el sol del mediodía;/ después, la tovanera/ esparció las cenizas,/ y el niño aquel se deshojó en el tiempo/ con las manos vacías.//…… hasta que el sueño naufragó en el océano de fracaso,/ sin poder transitar los caminos que le enseñó el poema y poder realizar sus sueños, a punto tal de hacerlos imposibles y trágicos: Muerte dispersa y múltiple,/ muerte más muerte que la muerte misma.//, pero un nuevo renacer de su espíritu por circunstancias de la vida: Ahora llueve sobre los escombros;/ la lluvia densa y fina/ disuelve la nostalgia/ que siembra sus cristales en la herida//, hace propicia la oportunidad para volver a intentar: Pero tal vez las olas del naufragio/ o esta lluvia, o brisa/ de la aurora lejana, traigan a la marisma/ retoños nuevos de una nueva flor/ y del fracaso salga nuevamente el poema: Me bastará acercarle la mejilla,/ palpar el polen tibio/ donde espera la vida:/ desde la tierra subirá en la savia/ la voz de la vertiente cristalina.//. Cuando el poeta se refiere en reiterados versos a su fracaso, no lo dice en relación a su vida personal, sino la imposibilidad de concretar los sueños anhelados y pleno de ideales, cuando Hubo vientos de fervorosa búsqueda,/ ahincados afanes, intento terco de alcanzar las cumbres,/ (No para mí: para el sino del hombre)//… Porque viví mis horas de ensueños puntiagudos/… Caminé cuesta arriba con nobles compañeros/ barruntando/ un porvenir distinto,/ un destino más justo,/ un mundo solidario./, versos de la composición Al borde del ocaso (2011).

Después de este renacer el poeta transita por la intimidad de su hogar, el nacimiento de sus hijos, y posteriormente los nietos, recuerda lugares de su terruño cordobés, y vuelve a latir en su corazón el ímpetu de antaño, de volar libremente tras sus anhelos, así lo dice en el poema “Cien volando”: Más vale pájaro en mano…/ -dice el refrán-/ Prefiero los cien volando, cien volando. ¡Volando!

Hablé de elegías. Sobre las mismas ha dicho Oscar Caeiro: “Los cinco poemas, de distinto tono, de distinta forma, de distinto lenguaje, revelan la amplitud de un registro que solo se logra cubrir con maestría… facetas de una misma seguridad expresiva que solo consigue quien sabe utilizar las palabras definitivas, que no pueden ser enmendadas ni por otros, ni por el tiempo”. En la elegía a la muerte de Alberto Cognini, que como ya hice mención anteriormente, fue creador de la revista Hortensia y amigo íntimo del poeta, observo la influencia de García Lorca, particularmente del conocido Llanto por Ignacio Sánchez Mejía. Así las siguientes expresiones lo pone de manifiesto: “Un charco de penumbra”, recuerda a “Un charco de agonía”, “silencio congelado” a “humo congelado”, “El otoño llegó con su silencio”, a “El otoño vendrá con caracolas”, “Yo canto para siempre…” a “Yo canto para luego…” y la utilización de ciertas palabras: “musgos”, “acribillada”, “reposa”, “duerme”, “niebla”, “capitán”.

 

Finalizo esta presentación con dos poemas que, como lo dije al comienzo, muestran su conocimiento del idioma castellano, desde el antiguo hasta el de nuestro tiempo y la utilización casi extinguida hoy del soneto, tal vez la composición poética de más difícil elaboración en nuestra lengua. Estos dos trabajos están entre las obras inéditas y recién lo incorpora en este compendio que hoy presentamos.

El primero, que integra lo que el autor ha denominado “Momentos de buen Humor” y se titula La final del Mundial 1978 (A la manera de los juglares del Siglo XII), escrito en castellano antiguo y parafraseando al Cid Campeador, en cuyo primer párrafo indica la integración del equipo de fútbol que se coronara campeón del mundo. Hoy nadie escribiría un poema en castellano antiguo, por lo que su valor radica en su originalidad, fino humor y correcta utilización del idioma utilizado en aquellos lejanos siglos, conservando el estilo del relato de las heroicas campañas del caballero Rodrigo Diaz de Vivar, y dice así:

Aquís compieca la gesta de la final con Holand.

Las mesnadas de Menot ya salen pora lidiar.

Defiende la ciudadela el invicto Don Ubald.

Con él están Don Olguín, el caballero Galván,

El Marqués de Pasarella con banda de capitán

E aquel que dicen Tarántula, dispuestos a batallar.

Por el medio tres leones que saben de traximar:

El valiente Don Ardiles pelea en todo logar,

A la par, Conde Gallegos que non sabe de folgar

E firiendo en todo el campo, mio Señor Kempes va.

Por tomar el castiello de los marqueses de Holand,

Don Leopoldo el de Luque, porta en alto el estandart;

A su diestra Don Bertoni pone bravura sin par

E a la siniestra en ataque al Duque de Ortiz catad.

…………

Y canta el gol de la victoria en la cuarta estrofa de la siguiente manera:

Todos quieren batallar, todos piensan en vencer.

“Soy Kempes el Matador”, dize fiero el cordobés.

Desenvaina la Tizona e acomete fuerte e bien;

Crevantó con la so espada la carne del holandés.

E vuelve con grande furia el castiello acometer.

Con él viene Don Bertoni, fardida lanca, sabet;

E i los fieren de muerte, ca non ossan defender.

Vencidos son los de Holand, con su gesto dize el juez.

 

El soneto pertenece a su composición Tres sonetos para un amor ausente, del cual extraigo el segundo de ellos. Su factura son de estilo clásico, tal lo hacía Lope de Vega: escritas en versos endecasílabos, dividido en cuatro estrofas. Las dos primeras de cuatro versos cada una, con rima consonante en los versos uno y cuatro y dos y tres en las dos estrofas (ABBA – ABBA), la tercera y cuarta estrofas de tres versos donde la rima consonante se produce en el primero y tercer de la primera estrofa y el segundo de la segunda (CDC), y en el segundo del primer verso y el primero y tercero de la segunda (DCD).

 

Dale, pues, tu tibieza a mi existencia. (11A)

Déjame que en la fragua de tu boca (11B)

forje tu imagen, que mi alma evoca (11B)

mientras sufre la angustia de tu ausencia. (11A)

 

Tras tu mirar de rara transparencia (11A)

vislumbro el manantial junto a la roca, (11B)

y el agua pura, que al amor convoca, (11B)

riega brotes de fresca adolescencia. (11A)

 

En tus gestos yo busco la palabra (11C)

que revele los designios arcanos (11D)

ocultos en tu pecho; llave que abra (11C)

 

la cancel de tus sueños más lejanos. (11D)

Mientras mi anhelo sus ficciones labra, (11C)

mis manos quieren alcanzar tus manos. (11D)

 

Marcos Juárez, septiembre 2022.-

César Jesús Mussetta

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Abogado por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fé) -
Ejerció la profesión durante más de 30 años en el Fuero Provincial y Nacional - Conjuez Federal en el Juzgado Federal de Bell Ville - Vice Presidente de la Sala Tercera del Tribunal de Disciplina de Abogados de la Provincia de Córdoba - Asesor de convencional constituyente en la reforma constitucional de 1994 en Santa Fe - Escritor de diversas obras de distintas áreas (Política - Cooperativismo - Jurídicas - Novela)