Como introducción al razonamiento que sigue, diré que está planteado desde la subjetividad de quien escribe; por muy demostrables que sean los hechos, nadie llega a ser totalmente objetivo.
El haber sido testigo de una parte de ellos, me lleva a escribir en primera persona y así tratar de repasar un poco acerca de lo que pude ver a lo largo de mi vida en Argentina y fuera de ella, sumando la experiencia transmitida de nuestros mayores y lo que hemos ido leyendo de distintas fuentes.
Elijo como etapa de inicio, ya entrado el s. XX (6 de setiembre de 1930), por ser una fecha señalada. A partir de allí, con la primera sublevación militar, comenzaron 53 años de alternativas de gobiernos democráticos, incluidos los fraudes electorales y gobiernos militares que en cada momento fueron recibidos como “salvadores”, pero que invariablemente terminaron en decepción. El estado de derecho fue permanentemente pisoteado incluso por gobiernos respaldados por las urnas.
Durante esos años, el país vivió una decadencia constante, partiendo de ser la cuarta economía del mundo, a un país subdesarrollado para los cánones de la época, en que el concepto se media en función de si se tenía o no, Industria pesada. Ni políticos ni militares nunca tuvieron una idea clara de país y la decadencia fue marcando el destino de Argentina. 2Algo positivo de esos 53 años?
Sí, el voto femenino y se terminó con lo que daba en llamarse “el fraude patriótico” en las elecciones.
Pero los populismos siguieron predominando a sus anchas. Otra forma más moderna de fraude, o dicho más propiamente, una deformación de la democracia. Es verdad que no es un problema autóctono de Argentina, su versión más virulenta nos vino “importada” de la Italia de Mussolini cuando este ya había sido ajusticiado y Europa renacía de entre las cenizas.
Cabe destacar que nunca ha dejado de ser una amenaza en muchos países y regiones del mundo, generalmente tocando la fibra intima de la ciudadanía con proclamas nacionalistas y mintiendo sin escrúpulos. Las políticas económicas desvariaron entre el proteccionismo extremo y consiguiente atraso tecnológico y el liberalismo extremo, destructor de la Industria local. En 1971, Américo Ghioldi dijo en Córdoba, en un momento en que el país estaba camino a volver a la democracia, que hacían falta varios gobiernos democráticos sucesivos para que el país pudiera encaminarse definitivamente en la legalidad democrática. No sucedió de inmediato, pero el tiempo le dio la razón a partir de 1983.
Primero tuvieron que pasar 12 años, porque en 1973 comienza una nueva y trágica etapa a la que se podría llamar “democrática”, en sus inicios, porque fue el resultado de unas elecciones libres, pero que llevaba el germen de terrorismos de distinta índole, incluido el terrorismo de estado, que desembocaron en el caos, violencia extrema, represión, crueldad y derramamiento de sangre, mucha sangre, especialmente de jóvenes que fueron llevados a creer que la violencia era la solución a las injusticias del mundo y quienes en ese momento no estábamos en esa línea de pensamiento, éramos unos “reaccionarios”.
El estado de derecho desapareció desde el inicio de ese período y durante 10 años la violencia fue justificada desde las posiciones políticas más opuestas (llámense fascistas, nacionalistas, trotskistas, etc.); la muerte acechaba por todas partes.
1983 marca el inicio de un cambio, frente a los anteriores 53 años. Además del regreso a la paz nos encaminamos a la paulatina desaparición de los riesgos de golpes de estado, no sin algún intento de volver al autoritarismo. En definitiva, se consolida la democracia a lo largo de la siguiente década. Ya no hubo posibilidades de militares salvadores reconvertidos en políticos.
Conseguimos salir de la alternativa que ya planteó Sarmiento en su época: civilización o barbarie, juzgando en los siguientes años a la mayoría de los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Así y todo, no llegó a lograrse un mínimo que nos hubiera gustado, porque después de otros 36 años (1983-2019) seguimos sin tener políticas de Estado, la economía siguió empeorando casi permanentemente y el país fue cayendo en un estado de “autismo” frente al mundo, que se manifestó con toda su fuerza en los primeros años de este siglo y así, a trancas y barrancas, sumamos ya 89 años, muy cerca de un siglo.
Recordar que, a principios de los 80 estuvo en Argentina el premio Nobel de economía Franco Modigliani, quien dijo entonces que la deuda externa argentina, problema que comenzó a gestarse en los años 50, ya no era problema de Argentina, sino de los bancos internacionales. Pero tuvieron que pasar 20 años más, para que todo volara por los aires, el país entró en cesación de pagos y comenzaría una nueva época.
Se inició el nuevo siglo con un desconocido en la política como era Néstor Kirchner, que generó cierta expectativa positiva, sobre todo por el ministro de economía Roberto Lavagna, pero su carrera fue muy corta, no se pueden valorar sus resultados, todo se acabó cuando llegó a decir que en Argentina se pagaba la obra pública al doble del precio internacional. Desde allí, prefiero saltar a la época actual.
Ese interregno, creo que no merece ni aporta nada a los análisis políticos, es algo en lo que debe hacer su trabajo la justicia. Desde hace un poco más de tres años, después de más de una década perdida, Argentina vuelve a estar en el mundo. Demostrativo de ello, es que hace unos días, se firmó un convenio UE- Mercosur al que todavía falta el voto del Parlamento Europeo y algunos flecos más.
Si se sabe gestionar puede significar un importantísimo avance económico y tecnológico para nuestro país. El mercado europeo es de alrededor del doble de habitantes que el Mercosur (500 a 260 millones). Eso sí, el empresariado argentino tendrá que estar a la altura del reto que se presenta. Si no, de nada servirán 20 años de negociaciones durante los cuales Europa esperó a que hubiera un gobierno creíble para firmar el acuerdo.
La convergencia no será fácil, en Europa se gestionó con los llamados fondos FEDER (Fondos Europeos de Desarrollo Regional), un fondo en el que los países más ricos aportaban más y los más pobres recibían la mayor parte del reparto. Además, se incluía la libre circulación de personas.
En el Mercosur nunca se pensó en una convergencia de los distintos países, fue un hecho más bien voluntarista que un programa político conjunto y de continuidad. Pero pesa a favor frente a la UE, el gran mercado que se abre y la posibilidad de exportar productos con mano de obra agregada, con el obligado desarrollo de tecnologías necesarias para ello y generación de puestos de trabajo. Esto último, siempre que haya continuidad política, se vería favorecido por la instalación de más empresas europeas, que disponen de capital, desarrollos tecnológicos y la necesidad de proyectarse al exterior. Pero, ¿qué ha estado pasando con Macri en el poder?
No es ninguna novedad que partió de un país en colapso total y desconectado del mundo, ya lo definí como “autista” con nula credibilidad internacional.
Lamentablemente infravaloró la gravedad de la situación, apostó por el gradualismo, que los capitales llegarían inmediatamente y olvidó una regla clave de un gobierno entrante, los grandes cambios hay que hacerlos ni bien Iniciado el mandato, porque luego todos son problemas.
Recuperar la credibilidad, con los antecedentes de Argentina, puede llevar más de dos períodos presidenciales, siempre que haya un rumbo fiable y consolidado. De ahí el haber mencionado las palabras de Ghioldi, de hace ya casi 50 años.
En aquel momento había que conseguir la democracia, ahora hay que conseguir la continuidad política, lo cual es responsabilidad de los votantes. Bien decía Emanuel Kant que el avance del mundo nos resulta lento porque nuestra vida es muy corta, mirando atrás se avanza a pesar de retrocesos temporales. En cuanto a la economía, los grandes fondos de inversión internacional están necesitados de invertir, frente a tasas de interés negativas, tanto en dólares como en euros, están atentos a los movimientos políticos, quieren estabilidad. El capital es muy miedoso. Pero necesitan nuevos mercados.
Macri apostó por una política keynesiana, algo que no es precisamente de derechas, iniciando obras públicas absolutamente necesarias, lo que teóricamente mejoraría la situación de empleo y siendo que esas obras públicas son de indudable necesidad, tendrán un efecto multiplicador en la economía, hasta aquí una verdad de libro, pero se dio de frente con otra realidad contrapuesta, también de libro y quizás estructural de Argentina, la inflación!!! Muy, pero muy difícil conciliar ambas cosas, inversión pública para mover la rueda de la economía y tasas de inflación razonables. Posiblemente se estará lamentando de no haber devaluado de entrada, abrir más la economía y que no se le la estantería a mitad de mandato.
No siento simpatía por el FMI, por sus antecedentes, ya que por donde pasó en décadas pasadas fue como el caballo de Atila, pero tampoco veo que hubiera otra alternativa, no solo por el inevitable apoyo económico que necesitaba el país, sino también por la necesidad de un ente externo que pueda medir el riesgo país. Dato imprescindible para cualquier fondo de inversión.
Entiendo que Macri ha tenido las mejores intenciones, pero un político, no un estadista. Atención, que desde el S XIX no ha habido estadistas en Argentina. Es un problema mundial y en algunos casos extremo, basta con ver los desaguisados de Trump en el país más poderoso del mundo o la Italia de Salvini, más un largo etc. En ese sentido, no se incluir a Macri en la misma bolsa de populismo barato y tics autoritarios. El problema ha sido más bien de falta de experiencia. No obstante, frente al mundo actual y a las alternativas que presenta Argentina, si se pretende seguir ganando credibilidad, hay que descartar para siempre los modelos cerrados y populistas, de muy corto recorrido.
Hay que pensar al menos a mediano plazo y para ello haría falta otro periodo de Macri, de apertura al mundo y que le siguiera otro u otra presidente que diera continuidad a esta etapa de integración mundial, con las necesarias correcciones a cada paso.
Mientras tanto no hay que olvidarse de intensificar las políticas sociales, sobre todo a la niñez, educación, salud y vejez digna. Los cambios de modelos económicos dejan a muchas personas tiradas en el camino. No se puede ignorar o desentenderse de ese problema. Está ocurriendo en Europa y se prevé que los jóvenes estudiantes de hoy tendrán un trabajo que todavía no ha sido creado.
Otra falta que arrastra Argentina para dar confianza al capital, es su permanente falta de alineación política internacional, lo cual daría señales más claras a los inversores. Pero ningún presidente se ha animado a hacerlo, porque eso se hubiera salido de los cánones del movimiento político, modelo dominante, que abarca todo el ancho del espectro político, donde cabe de todo y no un partido con ideas y programas definidos.
Pensando en los argentinos que se ganan la vida trabajando, descarto como
alternativa un gobierno de la Cámpora o ¿hay otra cosa tangible a la vista? Finalmente, puede que vivir distante desde el punto de vista geográfico, por una parte, me abre el ángulo de visión, pero me haga perder detalles más cercanos, por lo que se aceptan correcciones y acotaciones. Sevilla, julio de 2019.