Para enfrentar la pobreza, la desocupación y la explotación humana, ínsitas en el sistema capitalista puro (1), la sensibilidad y la inteligencia del hombre se aliaron en novedosos intentos de establecer formas de aprovechamiento de los medios de producción que trasuntaran una justa distribución de la riqueza creada. En el arduo camino hacia el cooperativismo y el mutualismo, más evolucionados, en las postrimerías del siglo XIX se gestó, sobre la costa entrerriana del río Uruguay, un caso concreto merecedor de serio análisis, del cual fueron partícipes inmigrantes europeos radicados en las colonias promovidas por Justo José de Urquiza, en general suizos, franceses e italianos. De esos asentamientos surgieron muchos interesados en incorporarse a una experiencia propuesta y orientada por Jean Joseph Durandó, quien en 1887 convocó a la formación de una suerte de establecimiento productivo distinto a lo conocido hasta ese entonces en dicha zona, que estaría destinado al autoabastecimiento de los trabajadores que se adhirieran voluntariamente, y que permitiría sostener a sus familias con el producido de las ventas de excedentes. (2)
Ese sistema social y económico abarcó un predio de unas doscientas hectáreas. En San José, departamento Colón. Tierras de propiedad comunitaria y herramientas compartidas entre alrededor de ciento veintiséis personas laboriosas, congregadas en función de la iniciativa y liderazgo de Durandó, de origen italiano y en pareja con una señora suiza proveniente del cantón Lavey.
El grupo de emprendedores llegó a tener mil seiscientos árboles frutales en plena producción; elaboraron dulces, mermeladas, pasas, conservas, chacinados, licores y vinos. Puesta su prioridad en la agricultura y la ganadería, fabricaban calzados para uso propio y comerciaban cuanto excediera tales necesidades. Del mismo modo, construían y herraban carruajes, tanto para usar como para vender.
El entusiasmo de los participantes y la buena marcha del sistema económico comentado, como natural consecuencia de su evolución, llevaron a fundar una escuela comunitaria y hasta una banda de música, creaciones favorecidas por la armónica convivencia social-
Los innovadores aplicaron los ideales del socialismo utópico, en cuando a la forma de sentir y de convivir, el respeto al prójimo y la disciplina dentro y fuera de la comunidad.
La Iglesia Católica pretendió ─sin éxito─ convertirse en valladar para el desarrollo y expansión de la novedosa experiencia social, con sus múltiples denuncias objetando que en ese campo se trabajaba durante las fiestas de guardar, que en su escuela no se enseñaba religión, y que allá había niños sin bautizar. Los trabajadores involucrados también tuvieron que defenderse ante la Justicia común, por ser destinatarios de acusaciones sin sustento legal serio, por lo cual tampoco prosperaron los ataques por esa vía.
Ahora bien, es sabido que la esencia de la teoría y práctica del socialismo conlleva la horizontalidad en la administración y en la toma de decisiones, principio que se enfrentaba con la conducción concentrada por el fuerte liderazgo que ejerciera Durandó. También es signo distintivo del socialismo el alejamiento de todo de todo fundamentalismo y fanatismo religioso, y sucedió que la atracción ejercida por el nombrado innovador, en gran parte radicaba en su fama de misterioso “sanador”, no solo mediante medicinas naturales, sino con invocaciones al “más allá”, supuestas conexiones con “Notre Pere”, especie de dios interno de la organización, con el cual solamente él tenía contacto y diálogo. Palabra superior etérea que utilizaba al aplicar normas y sanciones disciplinarias por infracciones a su organización. Esto le valió el mote de milagrero o sanador, curandero, etc. (3)
Las características comentadas en último término, que lo alejaban del concepto socialista, hizo que con la desaparición física de Durandó, fallecido en 1916, comenzara un lento proceso de extinción de la organización por él creada, impulsada y dirigida. Había, pues, una contradicción, que marcó el fin inexorable de esa experiencia valiosa para el estudio de la economía social.
Febrero de 2020.
Notas: (1) Libre de intervención y/o regulación estatal.
(2) La primera corriente migratoria arribó a las cercanías del actual puerto de Colón en el año 1857.
(3) Calificativos que Durandó aceptaba de buen grado, alentando su difusión, aprovechándolos para sumar adherentes a sus ideas y propósitos socio-económicos.